No pude demorarme más; me encerré en el baño, bajé pantalón y boxer y, sin llegar siquiera a rozar mi pene con un dedo, comencé a correrme como pocas veces antes me había sucedido, en oleadas sucesivas. Un semen blancuzco, espeso y de indefinible aroma marino cubrió el agua acumulada en el fondo del retrete, […]
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