La adicción al sexo es real pero poco conocida. Es por ello que las películas que han tratado este tema son de lo más polémicas. Y si a esto le sumamos una cinta (dos en realidad) dirigida por Lars Von Trier, con las escenas de sexo más explícitas, ya tenemos la gran polémica servida.
Nymphomaniac (Vol. I y II) se estrenó en 2013. Tuvo dos versiones, una apta para los cines, versión «light», y la otra, extendida, con escenas de sexo explícito, que dura cinco horas y media. En esta versión, se utilizaron dobles de los genitales de los actores. El argumento es como da a entender el título, la historia de una ninfómana.
El relato lo cuenta la propia protagonista, Joe (Charlotte Gainsbourg), que es encontrada en un callejón, apalizada, por un hombre mayor (Stellan Skarsgard) que la acogerá en su apartamento, donde ella le contará su historia y su relación con el sexo. En el primer volumen, conocemos a la Joe adolescente que empieza descubriendo el mundo del sexo casi como un juego, después una competición (inolvidable la escena del tren ) y poco a poco, se va convirtiendo en obsesión y necesidad, que le impide llevar una vida «normal».
Joe necesita el sexo pero aborrece el amor. No quiere enamorarse, solo busca las relaciones sexuales con el mayor número de hombres posible. Sin embargo, no podrá evitar caer en la trampa, precisamente con el chico que le quita su virginidad (Shia Labeouf).
Nymphomaniac no solo habla de sexo. Habla del amor, de la moral, de la maldad en el ser humano, de la religión, de la muerte. Tiene mucho también de cultura, sobre todo por las aportaciones que el viejo hace en la historia de Joe, intentando explicar la conducta de esta. Por supuesto tiene también mucho sexo, en todas sus formas y variantes, y cuenta con escenas no aptas en absoluto para un público sensible.
La obra de Lars Von Trier es una película de gran belleza sobre la sexualidad de las mujeres y sobre la búsqueda de uno mismo. No deja indiferente a nadie, no solo por las escenas de sexo, sino por el mensaje que encierra.