La monogamia suele ser aburrida. Es un hecho irrefutable. El ser humano tiende por naturaleza a buscar en otras personas las carencias de su ‘pareja fija’, tanto sexuales, como afectivas. En el caso de que el deseo por completar las dos se consiga, estaríamos hablando de un caso de poliamor.
Y es que el poliamor no es más que eso, tener múltiples parejas. Según una encuesta del CIS, el 20% de los españoles ha tenido una relación extramatrimonial. El poliamor se manifiesta en múltiples variantes, permitidas solamente para las parejas abiertas de mente, con ganas de experimentar nuevas sensaciones y abrirse caminos que, en otras épocas, parecían cerrados.
La forma más común de poliamor es la polifidelidad, que, básicamente, consiste en tener dos o más parejas que, entre sí, son fieles. La poligamia también es una forma de poliamor. Otra forma verdaderamente particular es la relación grupal o matrimonios grupales, términos acuñados por Robert Heinlein, autor de ciencia ficción del Siglo XX.
Muchas personas ‘practican’ el poliamor. No crean que es nada malo, poco ortodoxo y que va en contra de las leyes de la naturaleza sociológica. Al contrario, la apertura sexo-afectiva rema con la corriente hacia la plenitud. Una muy especial para El Sexo Mandamiento es nuestra amiga Amarna Miller, actriz porno madrileña que ha alcanzado grandes lides a escala internacional.
El respeto se erige como máxima en la vida de una persona poliamorosa que, en cierto modo, busca desatarse de los convencionalismos que atenazan la felicidad de un ser libre. La desazón casi romántica de un hombre o una mujer que no desean pertenecer a nadie desemboca en el poliamor.
«Tú ya eres una naranja entera», apunta Amarna. Ni Walt Elias Disney antes, ni Stephenie Meyer ahora pueden marcar unas pautas para llegar al cénit de nuestra condición amorosa. Si quieren experiencias sin malos rollos y que les satisfagan en amplios planos de su vida, prueben con una práctica que ya se puede considerar habitual: el poliamor, la mejor píldora contra la monogamia.