El perrito, el 69, la rana, la montaña mágica, la cuchara…hay mil y una maneras de disfrutar del sexo, y cada cual llama a su postura favorita de una manera o de otra. Pero ninguna es más archiconocida que el misionero, una de las más presentes en las conversaciones pero que genera alguna duda en los menos experimentados: ¿qué es el misionero?
Esta posición para tener relaciones heterosexuales es de las más básicas y simples que hay: ella se pone debajo del varón con las piernas abiertas y este la penetra apoyado sobre sus codos y rodillas, a fin de no hacer daño a su acompañante. Y poco más, ya que es una postura que no tiene mucho misterio, eso sí, hay que saber cómo ponerla en práctica y conocer su más que curioso origen.
James Cook, uno de los marinos anglicanos más famosos, llegó en sus viajes a Samoa, y vio cómo los habitantes de esta isla tenían un sexo mucho más libre que en Reino Unido: la mujer se ponía arriba o lo hacían en cuclillas. Escandalizados, trataron de enseñarles que la posición «natural» era la del hombre tumbado sobre la mujer, un coito mucho más tradicional y con finalidad meramente reproductiva: menudo aburrimiento.
Los samoanos, cansados de órdenes, nombraron esa postura como la del «misionero», ya que fueron estos quienes se la inculcaron. La ciencia no ha demostrado que se procree más haciendo caso a los consejos de Cook, pero era creencia extendida en esa época, a pesar de que restringe el placer femenino.
La mujer queda a expensas del varón, de sus movimientos y decisiones, sin que se puedan posibilitar muchos movimientos o cambios de roles, al tratarse de una posición «básica», ya que existe una sensación de acorralamiento, que aumenta si el chico es de tamaño amplio. El hombre controla el ritmo, la intensidad, la inclinación de su pene y la profundidad de la penetración, así que en ocasiones ellas se quejan de la monotonía del misionero.
Sin embargo, también tiene ventajas. Para los más románticos, esta postura posibilita un mayor roce, un mayor contacto, un cara a cara y los besos más pasionales. Además, es muy recomendada para las primeras veces, ya que es instintiva y no tiene muchas complicaciones para ir empezando. Como consejo, no te centres solo en una postura, juega en la cama y disfruta del sexo, que es lo importante.
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