En este caso particular el príncipe también lleva corona. En la India, país visto como la meca de la meditación, lo estrafalario, las especias y las alfombras bonitas, la cultura homosexual está aún muy retrasada, judicialmente hablando. Una estadística refleja la situación de mordaza y represión sexual: el 75% de los hombres gays están casados con mujeres.
La península de Indostán guarda todavía un enraizado sistema de castas, linajes que se perpetuarán hasta el fin de los tiempos, sangre azul por aquí y por allá y con tanto monarca suelto, no era de extrañar que un gay se colara en la corte. Es el caso de Manvedra Singh Gohil, príncipe de Rajpipla, capital de Narmada, en el estado de Guayrat.
A sus 49 años es la cara más conocida del panorama homosexual indio. En 2006 salió del armario, lo que supuso un absoluto escándalo a nivel estatal, con impacto internacional. Los cimientos de la moralidad sexual en el país se tambalearon, tanto fue así que muchos hombres esposados con mujeres declararon abiertamente su preferencia por el mismo sexo, lo que conllevó una ‘deshonra’ para la familia y la negación de cualquier trato con ésta.
Singh Gohil no solo fue el protagonista de la revolución homo en la India, sino que también es el mayor exponente de activismo social en la tierra de Santa Teresa de Calcuta. Ha dado asistencia a más de 25.000 personas, trabajando en el colectivo LGTB (en próximos episodios os traeremos la historia de las hijras, las travestis indias que viven en pésimas condiciones). El momento álgido de la carrera por los derechos sexuales de este irreverente príncipe fue en 2009 cuando, gracias a sus esfuerzos, se consiguió legalizar la homosexualidad. Un sueño hecho realidad que cuatro años después se vería nuevamente cercenado y reducido a actividades clandestinas entre casados que sabían que «no podían satisfacer a su mujer», según dice el propio príncipe.
«Era difícil ser gay en mi familia. El pueblo nos adora y somos modelos de comportamiento para ellos. Mi familia no nos permitía mezclarnos con personas ordinarias o de las castas bajas. Nuestro contacto con el mundo liberal era mínimo. Sólo cuando fui hospitalizado tras mi crisis nerviosa en 2002, mis médicos informaron a mis padres sobre mi sexualidad. Todos esos años estuve ocultando mi sexualidad de mis padres, familia y gente. Nunca me gustó y quería enfrentar la realidad. Cuando salí del armario y di una entrevista a un periodista amable, mi vida se transformó. Ahora la gente me acepta«, explica.
Este innovador príncipe, referente para millones de personas en uno de los países más abiertos y a la vez más cerrados, ha ganado numerosos premios por su inconmensurable labor divulgativa sobre enfermedades de transmisión sexual o el uso del profiláctico.
Una vez más, la sensatez suma adeptos. Ojalá todos los monarcas fueran el espejo donde el pueblo, de una u otra forma, pudiera reflejarse. En la India, afortunadamente pasó y está pasando, amén a la valentía de este corajoso príncipe de bigotillo y atildadas sedas: Manvendra Singh Gohil.