Autora: Imposible Olvido.
Ven, acércate, no tengas miedo.
Déjame desabrochar tus vaqueros, y quitarte la camisa.
Ven, desnúdame, quítame estos miedos.
Acércate despacio a mi sonrisa.
No apagues la luz, déjame verte, ilumíname con tu deseo, déjame soñar que yo provoco en ti una sensación de amor del bueno.
¿Ves como muerdo mis labios?, ¿Notas el latido en mi cuello?, este nerviosismo de anticipo, este desearte como dueño.
Véndame los ojos y…Ven.
Acaricia mi cara muy despacio, harás que apriete mis ojos para notarla sólo por el tacto, cómo si aún no los tuviera vendados, bajas por mi cuello, lentamente, dibujas mis clavículas rozando su contorno, empiezo a suspirar, me vuelves lenta, me quitas los agobios, me relajo. Sigues con tus manos por mis hombros, regálame el placer de irlo notando. Las yemas de tus dedos son calientes en la suave superficie en que se mueven, adivino sin saberlo de antemano la ruta que siguen, van bajando, ahora son tus palmas las que rozan y erizan mis pezones, con la suavidad templada de tus manos, abarcas mis pechos, los sopesas, los aprietas, los moldeas, empiezo a notar que me aceleras.

Bajas lentamente por mis costados, noto la presión en mis costillas, los pulgares de ambas manos bajan a la vez sobre mi estómago, rodeas mi ombligo con ellos, tus manos abarcan mis caderas, las presionan, sigues bajando por mis muslos. La lentitud de tus movimientos me provocan un desesperado placer, abres mis piernas, las presionas sobre el colchón, noto tu aliento en mi cuello, quiero besarte, así que giro la cabeza, buscándote.

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Tú aprovechas en el lado contrario al que me giro para chupar mi cuello expuesto, me haces gemir, tengo tus labios entre mis pechos, noto como me hueles, tus manos repasan mis ingles hacia arriba y hacia abajo. Empiezo a notar la humedad en mi interior, levanto mi cuerpo hacia ti, quiero que me toques, que pongas tu mano en mi coñito y me alivies esta desesperación, estas ganas, pero tu boca reclama toda mi atención.
Besa, lame, chupa y mordisquea mis tetas, de una a otra, noto como ronroneas con voz ronca, ese sonido se ancla en mi clítoris y lo inflama. Ahora tus pulgares acarician mis labios, quiero besarlos, pero abres mi boca y metes dos dedos dentro, los chupo con deseo, acaricias mi lengua con ellos y te llevas mi saliva, abro mis piernas intuyendo su destino, pero noto la saliva sobre mis pezones, los aprietas entre tus dedos, dejo escapar un suspiro de nuevo, me humedezco aún más si cabe.

 

De repente y sin previo aviso tu aliento en mi ombligo, noto como erizas mi piel tras tu boca, bajando hacia mi coñito, el calor de tu boca alrededor de toda mi vulva entera dentro de tu boca. Tus dientes por encima de mi clítoris, tu lengua intentando entreabrir mis labios vaginales, que aprietas con tus mandíbulas, succionas, abro más mis piernas y las coloco encima de tus hombros, tus manos siguen masajeando mis pechos. Quiero tocarte el pelo, pero tengo las manos atadas por encima de mi cabeza, culeo sobre el colchón, te noto en mi oído, me susurras «ahora voy a hacer que te corras en mi boca, quiero comerte entera, ¿me oyes?».

 

¡Riiiiiiiiiiing!, ¡Ringgggggg!, me incorporo, miro el reloj: 07:00h. de la mañana. Apago la alarma. Cojo el teléfono sobre la mesita de noche, un mensaje tuyo: «Buenos días, mi loba, hoy nos vemos, ¿te recojo en el curro esta noche?».

Sí, recógeme, tengo que ir a comprar una venda y unas esposas… pienso sonriente.

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