Desde tiempos del Homo habilis, el ser humano ha intentado esconder su condición animal para diferenciarse de las demás bestias que pueblan el mundo. Sin embargo, aunque asiduamente olvide de dónde proceden sus genes, en muchas otras ocasiones el hombre permite que sus impulsos más primitivos afloren y, es que, ¿hay algo más natural, salvaje, instintivo y animal que practicar sexo? Sí, efectivamente, sobrevivir. Pero tras la lucha por la supervivencia, la perpetuación de la especie es la máxima preocupación del reino animal.
Incluso dentro del terreno sexual el ser humano podría dárselas de singular, puesto que en el caso del hombre -y la mujer- no se hace el amor con el único objetivo de procrear. De hecho, factores como el placer o el vínculo de intimidad con la pareja tienen más peso a la hora de mantener relaciones sexuales. Pero lo cierto es que, a pesar de que a priori esta diferenciación con el resto de animales resulte evidente, finalmente ni siquiera en las costumbres más pasionales somos tan dispares.
La lluvia dorada, sin ir más lejos, una parafilia que aparentemente solo excita a algunos humanos, llega hasta los puercoespines. En su caso, el macho orina encima de la hembra en los momentos previos a la cópula. La masturbación también es cosa de estos animales, puesto que, las hembras que se encuentran solitarias se autosatisfacen con palos. Este comportamiento no se encuentra solo en el caso de los puercoespines, de hecho hay varias especies asiduas a la masturbación.
Toros, cabras, roedores, perros, felinos, primates, murciélagos o elefantes son solo algunos de estos animales con capacidad de autosatisfacción. Las técnicas utilizadas son muy variadas y pueden ejecutarse tanto con partes del cuerpo como con objetos externos, como es el caso anteriormente mencionado de las hembras puercoespín. El sexo oral, por otro lado, forma también parte de la rutina sexual de muchas de estas especies citadas.
Relaciones sin importar el sexo
No son extraños tampoco los comportamientos homosexuales y bisexuales dentro de algunos colectivos animales. Así, por ejemplo, algunos bisontes americanos macho reciben penetraciones completas, los delfines practican juegos sexuales con ejemplares de su mismo sexo -esta es, además, una de las pocas especies animales que mantiene relaciones únicamente por placer-, o los leones, felinos en los que se han observado estos comportamientos tanto en machos como en hembras.
Pero si hay una especie que destaca por estas inclinaciones es la de los bonobos. Son los simios más próximos al ser humano, con un 98% de ADN en común, y poseen la tasa más alta de homosexualidad entre los animales. Además, estos ejemplares del mismo sexo pueden llegar a formar una pareja, en cuyo caso muchas veces adoptan miembros huérfanos de su especie para criarlos.
Masturbación, fetichismo, parafilias y un sinfín de prácticas sexuales cruzan las fronteras de razas y especies. El hombre entendió que la Tierra era redonda y que giraba alrededor del Sol. Quizá poco a poco comprendamos también que el sexo es tan rico, natural y placentero que raro sería que se quedase únicamente bajo las sábanas humanas.