Autora: @Nena_Atada
Cuando entré en esa habitación me preguntó si le abría las esposas, a lo que yo respondí: -No, todavía no, estaré encantada de conocer así a tu pelirroja. Ambas llevábamos un corsé negro con liguero, medias que vestían nuestras piernas y un antifaz, parte de nuestro juego de máscaras. Yo soy la sorpresa que aquel hombre quería dar a su pareja, la sorpresa soy yo y mil juegos de cama.
Observé el rostro de aquella mujer, su respiración era agitada, y su sexo todavía palpitaba después de su último orgasmo. Sus incipientes pechos asomaban tímidamente por encima del corsé y su cara delataba lo confundida y excitada que se encontraba en ese preciso instante. Acaricié sus mejillas, perfilé sus labios haciendo un camino con la yema de mis dedos hasta sus pechos.
Respiraba nerviosa y lo pude notar cuando llegué al borde del corsé que apretaba su cintura. Dominar esa situación me estaba excitando tanto o más como me había excitado verlos anteriormente a través de la pantalla del portátil practicando sexo mientras yo me masturbaba. Me acerqué hasta su boca, estaba esposada al cabecero de la cama. Nuestro compañero de juegos disfrutaba de la escena, disfrutaba contemplando cómo nos estábamos descubriendo su chica y yo.
Mi piel rozando la piel de ella, y él, único testigo de la que hasta ahora había llamado su fantasía y hoy era nuestra realidad. Me invitó a apropiarme de su chica diciéndome: -¡Hazla disfrutar, úsala Nena! Esas palabras fueron el punto de partida de nuestro tórrido encuentro. Besé la boca de esa mujer, acaricié su pelo teñido de rojo mientras mi lengua rozaba su lengua. Me percaté de la carnosidad de sus labios y no pude evitar morderlos.
Nos mirábamos a través de los antifaces. Su piel era suave y despedía un olor distinto. Ese aroma a placer y pecado sin cometer mezclado con un dulce aroma a vainilla en su piel. Mi lengua recorrió su cuello y se encaminó hasta sus senos sentándome sobre ella que yacía tumbada en la cama, la despojé del corsé. Admiré esas hermosas tetas, ya endurecidas por la sesión de sexo. Mis manos cogieron sus pechos dejando libres sus pezones para meterlos en mi boca. Apreté sus pechos. Ella mordió su labio inferiror. Mi lengua bordeó la aureola de cada uno de sus pezones. La oí resoplar. Me enervaba el tacto de su piel, el aroma que desprendía, que evocaba al sexo, que llamaba al sexo.
Me quité el corsé. Ella seguía maniatada al cabecero de la cama. Hice rozar mis pechos contra los suyos y el magnetismo de nuestras pieles fue inmediato, nos erizamos. Y me fundí en un beso con ella abusando de su carnosa boca que mordía lascivamente. Mis manos, su boca, el juego de miradas entre máscaras, su piel, su chico mirándonos la excitaba. Era un morboso juego a tres bandas. Buscaba cada rincón de su cuerpo donde saciarme de su placer y del mío.
Me abrí un camino de lujuria desde su boca hasta sus pechos, pasé por su ombligo dibujando un círculo alrededor y buscando su sexo desnudo y palpitante para mí. Di una primera lamida observando su reacción. Suspiró y levanto la cabeza lo más posible para ver cómo mi lengua, ávida de sexo, se hundía de nuevo en su coño ya enrojecido y usado, mojado, corrido. Me ocupé de su clítoris ya inflamado, lo rodeé, lo cogí con mis dientes mientras mis dedos penetraban su coño. El chapoteo de su humedad se mezclaba con los gemidos en aquella habitación de hotel que olía a sexo.
Seguía hundida entre las piernas de aquella pelirroja cuando comencé a notar por detrás unas manos que acariciaban mis muslos llegando a agarrar firmemente mi cadera. El cuerpo de aquel hombre se acercaba a mí, nuestras pieles se rozaron. Me contoneé cuando percibí la dureza de su pene entre mis piernas y me puse a cuatro patas para él. Por un momento levanté la cabeza para mirar hacia atrás buscando el rostro de mi compañero de juegos. El antifaz colgaba de su masculino y grueso cuello, sus ojos brillaban de deseo y su vicio se afilaba cuando me dijo: – Disfruta de mí pelirroja mientras yo disfruto de ti, Nena.
Después de escuchar estas palabras me penetró profundamente y ahogué cada uno de mis gemidos en el coño de aquella mujer de cabellos rojos acelerando el ritmo de mi lengua entre sus piernas. Me perdí en un mar de jadeos, gemidos , caricias y embestidas. Imaginé por un momento, las miradas cómplices de esa pareja usándome, usándolos, descubriéndonos. Mi cara acabó mojada después del orgasmo que provoqué a esa mujer con mi lengua, como mojados acabaron mis muslos cuando me corrí con aquella polla penetrándome.
Aquellos jadeos, aquellos gemidos, aquellos fluidos solo eran el preludio de una larga noche de sexo, y juegos de una habitación llena de vicios, humo y secretos, y a día de mañana lo llamaríamos Otra Resaca Más…
En esta ocasión quiero agradecer la colaboración en letras y voz de @airqui, Otra Resaca Más, sigamos follando mentes.