– «¡Vete a tu querida Cuba

Así, de primeras, este imperativo correspondería a palabras de casposos integrantes de alguna tertulia nocturna, pero después de leer este artículo quizá te entren ganas de responder: «No me lo digas dos veces». Tradicionalmente Cuba es una ‘Gran Canarias’. La influencia caribeña hace que nuestras islas del suroeste sean un pequeño rincón donde las tradiciones de sol, playa, fiesta y sexo se cumplen a rajatabla.

Cuba, capital mundial de fiesteros, actores porno y médicos de profesión, puede presumir también de ser el lugar donde se cumplen ritos sexuales de dudoso pragmatismo. La perla es ese secreto que todo cubano usa para despertar los gemidos de su ‘jevita’ (chica en cubano coloquial). Pero la perla no es el barco de Jack Sparrow que has comprado en subasta para llevarte a las más materialistas del lugar. La perla las hará sollozar en la cama, o, al menos, eso dicen ellos.

Todo buen cubano que intente dar placer a su pareja tendrá inserto en su miembro una perla. El pene aparece con protuberancias en su parte superior, en el tronco, que sirven para dar desde infartos a las chicas, hasta estimular 20 veces más el clítoris que si lo hicieras sin ‘la perla’, según apunta el medio Vice.com.

Cuba: tierra de puros, playas, mujeres bonitas y sexo. | Fuente: Wikipedia.
Cuba: tierra de puros, playas, mujeres bonitas y sexo. | Fuente: Wikipedia.

Esta tradición procede de militares, presos y marineros. Su utilización lleva décadas en boga de los cubanos, mientras que al otro lado del charco apenas se ha prodigado esta expresión íntima del gemido de una buena gachí. Como todo, la perla también tiene su dual contraproducente. El sexo en Cuba es natural y de color de rosa, pero si se hace uso de la perla puede tornarse en oscuro. Casi negro.

Los ciudadanos del país de Fidel Castro no van al mar en busca de ostras que contengan una perla; y menos militares o presos. La perla es cualquier objeto redondeado, introducido en el pene, que sirva para estimular el clítoris de una mujer en una relación sexual. Puede valer desde una canica hasta un objeto moldeado a conciencia para no perturbar la naturaleza del músculo sexual.

La perla tiene efectos contraproducentes, como la gangrena

Pues no, no es posible meterte ‘la perla’ y ser inmune a los efectos secundarios que produce tener un artilugio artificial en una de las zonas más sensibles del cuerpo masculino. Además, en la gran mayoría de los casos, su inserción se lleva a cabo de forma antihigiénica, acudiendo a alguien experto (que no profesional) en ‘meter perlas’ y vendar el miembro después del corte, o bien hacérselo uno mismo, lo que añade un plus de virilidad y riesgo a un asunto, cuanto menos, revisable.

– ¿Nos vamos a nuestra querida Cuba?

Fuente de la imagen de portada: ABC.

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