La primera compresa desechable de la historia nació en 1896 fabricada por Johnson & Johnson, la Lister’s towels. El mercado de productos de higiene íntima ha ido evolucionando –al ritmo que se iba destruyendo los tabús sobre la menstruación– adaptándose a las necesidades de las mujeres. Actualmente podemos encontrar en la estantería de cualquier supermercado compresas con alas, sin alas, maxi, super, para una mayor absorción durante la noche, con olor, etc. Además de los tampones o la copa menstrual, hoy en boga por el ahorro que supone y por “contaminar” menos que los tradicionales, os hablamos de las esponjas menstruales.
Se trata de esponjas, pueden ser sintéticas o naturales (como es el caso de las marinas) que se introducen en la vagina como un tampón. Para facilitar su inserción se pueden humedecer levemente y se cambian acorde a la cantidad del sangrado, es decir cada 4 u 8 horas. Como se mencionaba el funcionamiento es similar al de un tampón pero no tienen la cuerdecilla para extraerla por lo que para extraerlas es necesario introducir un dedo en las paredes vaginales y arrastrar hacia fuera.
Su uso a posterior es diferente según la compañía que las venda. Algunas recomiendan desecharlas después de cada uso aunque otras indican que son totalmente reutilizables. En este caso sólo es necesario aclararlas bien con agua. Al finalizar el ciclo se puede utilizar un limpiador suave o según la web La copa menstrual “Sumerge las esponjas en una solución hecha con una cucharada de bicarbonato en un vaso de agua tibia. 5-10 min. . Mezcla 3-4 gotas de aceite del árbol del té y agua tibia y sumerge las esponjas 5-10 min. Después simplemente escurrirlas bien y dejarlas secar al aire antes de guardarlas en su bolsita de tela».
Desde Boticaria García mencionan que alguna de sus desventajas puede ser precisamente este último paso. Al utilizar jabones para su limpieza se podría alterar el pH de la vagina y afirman que lo único efectivo en estos casos sería la esterilización como se hace en el caso de las copas menstruales, pero a diferencia de estas, las altas temperaturas deteriorarían la esponja y podría romperse quedando partículas en el interior de la vagina.
Una de sus mayores ventajas es que se pueden utilizar mientras se mantienen relaciones sexuales –no, no se pueden perder por el cuerpo- y algunas mujeres también las rocían con espermicidas. El abanico de precios va desde menos de dos euros por una sola esponja no reutilizable hasta 20 euros por un pack de esponjas de varios usos y se pueden adquirir fácilmente a través de Internet.