Autora: Iria Torres / @IriaTorres1

Estaba siendo un día agotador y todavía quedaba una hora para poder echar el cierre. Como ya de costumbre, mi jefe había decidido irse y dejarme sola en la tienda; por un lado lo preferiría, así no te me tocaría aguantar su estridente voz. El tiempo parecía haberse detenido cuando, de repente, alguien entró. Era un hombre alto, corpulento, de unos treinta y pico; le sonreí, y acto seguido le pregunté si podía ayudarle, pero él me ignoró, hizo como no si no me hubiera escuchado. Me pregunté qué podía estar buscando un hombre como él.

Insistí y volví a preguntarle, esta vez con un tono más alto, ‘¿qué está buscando?’-‘Te estaba buscando a ti’, me contestó. No respondí, ni siquiera podía contenerle la mirada, fue entonces cuando se abalanzó tras el mostrador. Una vez ya en frente de mí, me levantó la cabeza con su mano, ‘bésame’. Lo hice, le besé; no sé por qué, pero lo hice, había algo en él que despertó en mí mis instintos más pasionales.

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«Lo hice, le besé; no sé por qué, pero lo hice». | Fuente: Flickr.com. Autor: @eskaralakktua.

Sin darme cuenta tenía sus dedos en mi espalda deslizándose para  desabrocharme el sujetador; mientras su lengua jugaba con la mía en círculos salivares. Cuando acabó por desnudarme arriba, bajó suavemente hacia abajo, me dio la vuelta y me apoyó bruscamente contra el mostrador, fue entonces cuando pude sentir su miembro a través de la ropa interior.

Lo que vino después; las respiraciones cortadas, los susurros al oído, su piel junto a la mía, su él, mi yo, nuestra unión. Todavía no sé bien si fue real o una fantasía, pero cada día espero ansiosa a que vuelva a cruzar la puerta de la tienda, aunque él me buscaba fui yo quien le encontré.

Imagen de portada: Flickr.com. Autor: eskaralakktua.

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