Hace poco más de un año saltaron las alarmas de Occidente ante una posible propagación del virus del Ébola. Los medios realizaron durante las jornadas que duró el pánico social una labor que, en muchas ocasiones, podría ser calificada más de desinformación que de lo contrario. Este virus de origen africano -pero que, como ya se ha comprobado, puede afectar a cualquier parte del mundo- únicamente puede relacionarse con el sexo a través de flujos sexuales como el semen, puesto que este líquido corporal es una de sus posibles vías de transmisión.
Sin embargo, si se pregunta a cualquiera por un virus asociado a las relaciones sexuales, lo primero que le vendrá a la cabeza es el VIH. No es para menos, puesto que las posibilidades de contraer el virus de la inmunodeficiencia humana al practicar sexo sin protección son muchísimo más altas que las de contagiarse de Ébola. A pesar de ello, ambos virus poseen características comunes más allá de las vías de transmisión que comparten: la desinformación y la estigmatización de aquellos que se han infectado.
Hace unos días se hizo viral un vídeo que pretende luchar precisamente contra la estigmatización que sufren las personas con VIH y SIDA. En apenas 30 segundos, este contenido echa por tierra algunos mitos y miedos que siguen presentes entre la sociedad desinformada del siglo XXI. Merece la pena verlo y ‘poner el dedo’:
https://www.facebook.com/sinopsify/videos/1656166917970292/
Sexo, sangre y maternidad
El hecho de no saber exactamente cuáles son las vías de transmisión del VIH conlleva miedo, errores en la prevención y la ya mencionada estigmatización hacia las personas que sufren esta realidad. Según apunta Cruz Roja, hay tres formas de contagio del virus: sexual, sanguínea y materno-filial.
Mediante vía sexual se produce al practicar coito vaginal, coito anal o sexo oral sin protección. Dentro de estos casos, la penetración conlleva más riesgo que la práctica bucal, y si se distingue dentro los coitos, el anal es el que más peligros entraña, puesto que la mucosa es más frágil. Además, la presencia de heridas o sangre -de menstruación o no- añade un extra de riesgo de contagio, al igual que el intercambio de juguetes eróticos.
La sangre es otro de los fluidos a través de los que se puede producir el contagio de VIH. Pero esto no implica que el simple hecho de tocar una gota de este líquido corporal de una persona infectada vaya a suponer el contagio inmediato. El hecho de compartir agujas, jeringuillas o hacerse heridas mediante materiales cortantes como tijeras, cuchillos o instrumentos utilizados para realizar tatuajes y pearcings supone riesgo de contagio, sobre todo si quedan restos de sangre en los utensilios mencionados.
Sin embargo, a través de heridas las posibilidades de transmisión se reducen bastante. Si cae sangre de una persona infectada sobre una herida abierta, hay un cierto riesgo de contagio, por ello, lo recomendable es llevar estas lesiones tapadas y evitar ciertos gestos como compartir cepillo de dientes o cuchillas de afeitar que, además de antihigiénicos, pueden poner en riesgo la salud.
La maternidad también es una fuente de trasmisión durante el embarazo, la lactancia y el parto, puesto que el VIH puede traspasar la placenta e infectar al feto durante la gestación o incluso a través de la sangre favorecida por las contracciones uterinas durante el nacimiento del bebé. La leche materna también puede contener el virus, por ello se recomienda que las madres seropositivas no den el pecho a sus hijos.
Ni aire, ni saliva
Las tres vías mencionadas son los únicos y potenciales cauces de transmisión del virus de inmunodeficiencia humana. Sin embargo, en la sabiduría popular existen muchos otros casos producto de los rumores, la desinformación y la falta de educación sexual.
En primer lugar, el VIH no se propaga por el aire. Está científicamente probado que pierde su capacidad de infectar y de reproducirse de forma inmediata al tomar contacto con el exterior. Por tanto, sí, las personas que poseen el virus o que han desarrollado SIDA pueden relacionarse de una forma totalmente normal con su entorno. Además, en caso de que se produzca un contacto entre la sangre de un individuo infectado y una herida ya cicatrizada o superficial, el riesgo de contagio queda anulado.
Otro de los mitos tiene que ver con los animales. Es cierto que se cree que el VIH llegó al ser humano por zoonosis, es decir, por transmisión desde otras especies -en este caso, simios-. Pero no, una mordedura de un animal doméstico o las picaduras de insectos no conllevan posibilidades de contagio de esta enfermedad.
Tampoco un beso o un estornudo de una persona que posea el virus supone su transmisión. Se ha comprobado que no hay una concentración suficiente en la saliva como para que se produzca el contagio. Además, la propia cavidad bucal posee enzimas que, junto con la entrada de aire, imposibilitan la reproducción y la transmisión del VIH.
Los mitos están para derribarse. Los rumores para contrastarse. Y la educación sexual para impartirse desde la base. Las personas con VIH y SIDA pueden convivir y relacionarse de forma normal con el resto de seres humanos. Puedes hablarles, tocarlas e incluso besarlas. Únicamente debes cuidar tu cuerpo siempre: utilizar preservativo al practicar sexo y mantener unas mínimas medidas de higiene. Basta de estigmatizar a quienes únicamente poseen la desdicha de haber desarrollado una enfermedad o, simplemente, tener el virus latente en su cuerpo. Porque esa es otra falacia, tener VIH o ser seropositivo no implica estar enfermo de SIDA.
Imagen de portada: Sinopsify.