Ay, los finales. Con esto de la Nochevieja ya se ha venido comentando lo complejo que resulta poner un punto y final a casi todas las situaciones. Las rupturas, concretamente, nunca son sencillas, tanto para quien decide acabar la relación, como para la persona que sufre el papel de «dejado». Además del mal trago que se pasa en la conversación pertinente, se acaba cayendo en fórmulas tan arcaicas como humillantes como el «no eres tú soy yo» o «quizá nuestro momento ya pasó».
Por supuesto, lo más decoroso es echarle valor al asunto y dar la cara, puesto que quien ha desempeñado un papel tan importante en la vida de uno como es el de pareja se merece, al menos, una explicación. Sin embargo, siempre queda otra opción, y es la conocida ‘bomba de humo’. Esta manera de terminar relaciones mediante la huida recibe el nombre de ‘ghosting’ y consiste precisamente en eso, en desaparecer cual fantasma de la vida de tu pareja, rollete o incluso amigo sin dar explicación alguna. Simplemente un día el ghost deja de contestar a los mensajes de WhatsApp y a las llamadas.
El término ghosting saltó a la fama cuando la actriz sudafricana Charlize Theron decidió terminar su relación con Sean Penn de esta forma el pasado junio. No obstante, no se trata de una técnica ligada a la cúpula del famoseo, puesto que, según una encuesta realizada por el Huffington Post, el 10 % de quienes respondieron habrían cortado alguna vez con su pareja usando la técnica del ‘fantasma’.
En castellano sonarán más términos como ‘huida a la francesa’ o incluso el típico paseo a por cigarrillos del que nunca se regresa. No obstante, la palabra ghosting no ha sido escogida al azar. En primer lugar y, quizá, el motivo más evidente, es la procedencia del palabro anglosajón ‘ghost’, fantasma en español, que sin duda hace referencia a esa forma de desaparecer de la vida de alguien sin dejar huella ni explicaciones.
También se puede relacionar con la famosa película romántica, Ghost, protagonizada por Patrick Swayze y Demi Moore. El caso es que la expresión ha tenido una grata acogida, sobre todo entre la población estadounidense, y todo el mundo sabe ya que ‘be ghosted‘ no es nada bueno. Aunque, desde luego, muchos encuentran ventajas en esta manera de abandonar una relación: evitar una agónica prolongación de la ruptura, es una solución efectiva que denota firmeza o, simplemente, denota que no queda más que decir.
Fantasmas inseguros
No obstante, ejercer el rol de ‘fantasma’ no denota un perfil psicológico demasiado bueno. En primer lugar, suele tratarse de personas muy impulsivas, aunque eso no quiere decir que, en algunas ocasiones, la desaparición esté sobradamente meditada o justificada -a veces puede deberse a casos de infidelidad en los que a quien parte no le apetezca escuchar excusas de ningún tipo-.
Pero, además, según apunta el diario El Confidencial, quienes desaparecen sin dar más explicación tienen, habitualmente, rasgos como inseguridad, inmadurez o miedo al compromiso. Calificativos, todos ellos, que explicarían esta huida para evitar admitir equivocaciones y evitar el malestar producto de ver sufrir a la otra persona.
Sin embargo, la omisión del conflicto puede generar aún más daño en quien juega el rol de ‘abandonado’, puesto que sentimientos como la frustración, el dolor o la furia afloran con mucha más intensidad que si se tuviese la oportunidad de decir cara a cara lo que se piensa. Y ojo, que el ‘fantasma’ también puede llegar a sentirse mal por los remordimientos tras su particular ‘visita al estanco‘.
Cada relación es un mundo y tiene unos códigos distintos pero, al fin y al cabo, compartir la vida con otra persona durante el tiempo que sea debería ser suficiente motivo como para ahorrarle el máximo dolor posible en el momento de la ruptura. Aportar argumentos cara a cara no deja de ser un hecho de valentía y honradez pero, sobre todo, el último acto de amor por tu -casi- ex pareja.