Con el placer como hilo conductor, el hombre deja de ser un artista siendo él mismo la obra de Arte.
Friedrich Nietzsche.
La literatura es útil y necesaria. La literatura expresa el vivir; la política, la sociología, la psicología, los patrones de conducta, el amor, el odio, la situación social de una época y una geografía concretas. La literatura expresa el sentir de las personas, las experiencias, la vida, el universo que todos llevamos dentro. Y dentro de todo lo que conlleva el vivir, expresa el sexo, el erotismo, las relaciones sexuales entre individuos y las experiencias, resultados y sensaciones de éstas.
En tanto es así que muchas de las obras literarias universales han sido tachadas de pornográficas cuando simplemente han decidido expresar unas vivencias distintas a las que se habían reflejado hasta el momento. E incluso encontramos obras donde el erotismo, aunque muy latente, está camuflado entre conflictos sociales y psicológicos, entre lo que parecen historias de amor puro las cuales tienen una doble lectura llena de sexo, voyeurismo y sadomasoquismo.
El erotismo ante la sociedad es el fantasma amenazante capaz de romper diques de vigilancia dado que convoca y reúne todos los sentidos en un mismo tiempo. El goce y encuentro con el deseo, estará en el poder jugar con los fantasmas en vez de encerrarlos.
El erotismo se refleja en todas las formas literarias existentes. | Fuente: Flickr.
El erotismo se puede convertir en formas narrativas que pueden ser poéticas, noveladas, ensayos, hasta una escritura fragmentaria sobre el deseo, siendo tal escritura un abanico abierto desde un polo de sensibilidad y belleza al de la provocación, la violencia, el pensar escandaloso. En total, en su conjunto y particularidad, parábola mágica de la vida.
Desde el punto de vista literario, en El Sexo Mandamiento vamos a exponer la evolución de la sexualidad en la literatura, desde la antigüedad hasta los tiempos modernos.
Desde la época antigua con la aparición de la literatura como tal, la sexualidad se ha tratado con un tinte religioso muy latente que la pinta como un rito sagrado del cual no se puede hablar sin mencionar las divinidades. Pero lo importante que se debe denotar a partir de allí, es que desde su origen la literatura trata de explicar la sexualidad y difundir informaciones acerca del acto o instinto sexual humano.
Esto se evidencia a través de la Biblia, y a través de las obras de los grandes filósofos o pensadores griegos como: Homero, Platón, Sócrates y Aristóteles. Tampoco se puede pasar por alto que todas las descripciones y elogios sexuales exaltan al sexo masculino como protagonista de primera. La polémica del nacimiento del hijo de Dios ha sido principalmente lo que ha guiado la concepción del sexo dentro de la religión católica: Cristo, el único que nació de humanos sin ser concebido por un acto sexual. A través de este hecho, se puede notar que la sexualidad era algo vil para la concepción religiosa de la época y también para la sociedad.
Ya desde época antigua los pensadores trataron la sexualidad. | Fuente: Flickr
En el Renacimiento se dio una época de gran desarrollo literario y artístico que revolucionó el pensamiento humano, ya que el conocimiento del hombre y de la sociedad empezó a ocupar un gran espacio en la mente de los autores y pensadores del momento. comienza la exaltación del sexo femenino a través de la literatura y de las artes, que instó a muchas mujeres a escribir, bien bajo un nombre seudónimo masculino, bien con su propio nombre.
En este último caso corrían el riesgo de ser juzgadas –e incluso ejecutadas- por el sencillo hecho de escribir un libro, lo cual no coincidía con la concepción de la mujer en la época, que se ha seguido viendo mal hasta hace un par de siglos.
Bien feliz eres, lector, si no perteneces a este sexo al cual le están vedados todos los bienes, la vedársele la libertad, a fin de concederle como única felicidad, como virtudes soberanas y únicas, hacer el tonto y servir.
Madame de Gournay.
Como podemos comprobar, incluso dentro del Humanismo muy ligado al Renacimiento, donde el racionalismo y la concepción del hombre como sujeto del mundo primaban muchas veces sobre la religión, se mantenía ese machismo, por tanto, también se ve reflejado en toda la literatura incluyendo la erótica. La literatura ha servido de vehículo de propagación de la sexualidad a grandes escalas, la cual también empieza a tomar protagonismo en la literatura, donde la mujer surgió como icono sexual pero aun de mucho menos importancia que el hombre.
Después, la época de La Revolución Francesa casi acabó con la dominación del dogma religioso sobre la sociedad y la literatura, la Revolución Industrial con los avances de la ciencia y las técnicas enterró el dominio de lo religioso sobre la ciencia y la filosofía. Estos sucesos de fines del siglo XVII y de todo el siglo XIX marcaron la liberación total del pensamiento humano del dogma religioso, y también han revolucionado la relación entre la literatura y la sexualidad.
Por otra parte, se ha visto con el Romanticismo del siglo XIX cómo la sexualidad (o el instinto sexual) ha servido de inspiración literaria a varios autores famosos de Europa del entonces como: Víctor Hugo o Alphonse de Lamartine. Con esta corriente del Romanticismo, la veneración de la mujer como exponente sexual clave ha sido de gran relevancia en la literatura.
De allí que la relación literatura con la sexualidad presentara otro panorama: la literatura profundiza en los temas sexuales, donde el sexo empezó a salir de su aspecto tabú, en la literatura, la sexualidad empezó a jugar un papel crucial donde ha servido de fuente de inspiración la imagen de la mujer como componente importante y además ha ganado mucho más espacio. La literatura y la sexualidad se complementan en su grado de evolución: es decir que la difusión de una depende o complementa la otra, viceversa.
Las mujeres han vivido todos estos siglos como esposas, con el poder mágico y delicioso de reflejar la figura del hombre, el doble de su tamaño natural.
Virginia Woolf.
Hoy en día, la sexualidad se ha salido de los márgenes de la concepción social de la misma y de los tabúes; encontramos el sexo en casi todas las obras literarias –o al menos un indicio de ello-. Esto es así debido a la liberación del pensamiento humano que se ha ido desarrollando durante la historia en parte, gracias a todas las mujeres que no sólo empezaron a escribir literatura de calidad y firmando con su nombre, sino que añadieron el componente sexual a sus obras.
Así brindaron la “otra cara de la moneda”, es decir, que no sólo nos encontramos con una literatura erótica escrita por hombres desde su perspectiva –a veces machista- sino que podemos dar con el punto de vista de la mujer, incluso de mujeres homosexuales y de mujeres que escriben sobre historias de amor o sexo entre hombres.
Creo que todas las novelas tratan del carácter y que es para expresar el carácter, no el sueño de doctrinas, el cantar canciones o el celebrar las glorias del Imperio Británico que la forma de la novela, tan rica, elástica y viva, va evolucionando.
Virginia Woolf.
Gracias a todas ellas, las “olvidadas” en la historia de la literatura y a todos los hombres que, desde su sabida hegemonía dentro de la literatura como sexo dominante, escribieron sobre mujeres, amor y sobre todo sexo, tenemos obras eróticas o con fuerte contenido sexual como Lolita de Nabokov, Las edades de Lulú de Almudena Grandes, Una habitación propia de Virginia Woolf, El amante de Lady Chaterlay de David H. Lawrence, Emmanuelle de Emmanuelle Arsan, El amante de Marguerite Duras o Historia de O de Reage.