Los cinco sentidos pueden participar en el sexo, aunque, sin duda el tacto es el rey en esto del placer. Gusto, vista, oído y olfato también pueden dar mucho juego, sobre todo durante la fase de excitación preliminar. Sin embargo, en los orgasmos, el fin por excelencia de cualquier acercamiento sexual, el sentido del tacto vuelve a hacerse con todo el protagonismo. Pero hay una parte de la población que puede, además, ver los clímax -literalmente-.
La sinestesia es una capacidad que posee aproximadamente el 1% de la población y que consiste en una respuesta cruzada de dos sentidos diferentes ante un mismo estímulo. En otras palabras: oler la música, paladear las texturas o, como en este caso, ver los orgasmos. Si ya el porcentaje de sinestésicos es bajo, aún más baja es la proporción de personas que posee la sinestesia orgasmo-color, considerada una de las más infrecuentes, según un estudio realizado por la Universidad de Granada.
Aunque las investigaciones sobre la sinestesia son aún escasas, el Hannover Medical School realizó un estudio para comprobar la incidencia de diferentes percepciones durante el acto sexual, desde la excitación hasta la llegada al clímax. Algunos de los resultados mostraron que, efectivamente, la sinestesia también se encuentra presente en el sexo.
Así, para ciertas personas el inicio del deseo tiene matices anaranjados y, para otras, a medida que aumenta la excitación los colores van adquiriendo tonos más intensos. La fase del acto -o de meseta- recibió una descripción aún más extraña: «niebla que se transforma en una pared y que, finalmente, estalla formando círculos». Esa explosión marca el inicio del orgasmo, un clímax al que se le atribuyeron colores como el azul-violeta, el rosa o el amarillo.
Por otro lado, se ha llegado a la conclusión de que, quienes experimentan la sinestesia orgasmo-color, suelen poseer también otras habilidades sensoriales más comunes, como el es caso de la capacidad color-grafema.
¿Debo ir al médico?
Una de las grandes discusiones en torno a la sinestesia es si debe considerarse como una capacidad o como una enfermedad. Los investigadores coinciden en que no es una patología puesto que no imposibilita a quien la posee realizar una vida normal sin interferencias. No obstante, en la sinestesia orgasmo-color no todo es «rosa».
Según indicaron algunos de los encuestados, a pesar de mostrar niveles más elevados de deseo que las personas sin esta sinestesia, finalmente obtienen menos satisfacción sexual. Esto se debe a que sus percepciones enriquecen las sensaciones sexuales pero, al mismo tiempo, también contribuyen a que se noten más desconectados de su pareja.
Si vuestro compañero de andanzas sexuales os regala una apreciación del tipo «menudo orgasmo rojo me has dado hoy», no os vistáis a toda prisa y abandonéis la estancia cual alma que lleva el diablo. Muchas personas sinestésicas no saben que lo son y, por tanto, consideran sus percepciones como normales.