Llega el cumpleaños de tu pareja y por tercer año consecutivo no te has acordado. Ella está en la oficina, recibiendo felicitaciones e incluso una tarta al final de la jornada. Tú, en cambio, te has despertado ‘gracias’ a un timbrazo del cartero comercial. Desorientado, miras el reloj, te pones el vaquero, una camiseta y pones rumbo a la floristería más cercana.
No serás ni el primero ni el último. Las flores son el regalo más socorrido para satisfacer a una mujer en un día especial. No es demasiado oneroso y a muchas les gusta recibir un ramo colorido que poner en agua. Los tíos somos muy básicos, como ya sabéis, pero las flores no lo son tanto. Quizá, sin saberlo, regalando una vara de orquídea estamos regalando algo más que una bonita planta. Estamos regalando también un poema a Venus, un poema a la anatomía femenina.
Estamos regalando también un poema a Venus, un poema a la anatomía femenina
La floriografía es un sistema de comunicación muy peculiar. El simbolismo es un auténtico arte, es el refinamiento de la tinta sustantivado materialmente en un objeto. En la época victoriana las flores tomaron un papel muy relevante en las intrigas palaciegas. Según su especie y su color bien podrías mandar un mensaje u otro bien distinto. Seguramente tu novia no lo sepa, pero si eres todo un caballero inglés sabrás qué flor regalarla según el momento.
Leer ‘Etimología de expresiones sexuales III: ‘Poner mirando a Cuenca», por Jimmy Redhoe
La orquídea es una opción magnífica. Representa la belleza femenina. Es fuerte aunque de apariencia frágil y necesita todo tipo de cuidados para no fenecer. Si para saber lo que es tener un hijo antes debes tener un perro, para saber cómo tratar a una mujer antes debes tener una orquídea.
Si para saber lo que es tener un hijo antes debes tener un perro, para saber cómo tratar a una mujer antes debes tener una orquídea
Pero su fuerza y la cantidad de cuidados que requiere no son las únicas características que hacen de las orquídeas las mujeres del reino vegetal. Las orquídeas, literalmente, son mujeres. Como ocurre habitualmente, las flores presentan pétalos y sépalos; pero solo una, la orquídea, desarrolla un pétalo modificado muy distinto al resto: el labelo.
Como ya habéis podido comprobar en anteriores entregas, en El Sexo Mandamiento nos encanta la etimología, por pedante que sea explicar algo en base a su construcción léxica. El labelo no iba a ser menos, aunque su origen es bastante predictivo. Labelo procede del latín labellum, que en castellano significa labio. Esta prolongación irregular recuerda a los labios genitales de una mujer real en perfecta sincronía, pero su parecido no se queda ahí.
Renovarse o morir
Las orquídeas también son astutas y se renuevan para no morir. Con el objetivo de fomentar su polinización y expandirse como especie, han desarrollado un sistema realmente ingenioso, a la altura de las víboras estafadoras de gran postín.
En vez de ofrecer néctar, como cualquier otra flor, la orquídea segrega feromonas propias de la abeja hembra para que los machos lleguen a ella atraídos por el falso olor. Las abejas macho intentan mantener sexo con la flor en vez de libar, impregnándose el cuerpo de ese aroma femenino que, en realidad, no es más que polen disfrazado.
Además de llevar a cabo la polinización, en el proceso se produce una curiosa serendipia. Por proximidad, los distintos tipos de orquídeas terminan por compartir espacio y generar nuevas especies híbridas. Estas también segregan las feromonas que posibilitan la atracción y consiguen así propagar la nueva especie en lugares alejados, expandiendo su radio de crecimiento al utilizar como mensajero a un incauto zángano.
Leer ‘El Merkin o peluca púbica’, por Iria Torres
Como las mujeres, las orquídeas son preciosas, frágiles y a la vez fuertes, listas a la hora de alcanzar sus metas y geniales actrices cuando se trata de engañar a un macho sediento de sexo. La orquídea, la mujer del reino vegetal.