Desmontando mitos: menstruación, mayonesa y flores

En mi afán por intentar dar un poco de luz en esto de los mitos sexuales, he decidido profundizar un poco más en algunos de ellos. He decidido ir a la raíz de los mismos y he decido empezar por un par bastante popular: con la regla no puedes hacer mayonesa  porque se te cortará y si tocas una planta, se marchitará. ¿A que alguna vez lo has oído?, pero, ¿de dónde viene esta relación entre la menstruación, la mayonesa y las flores?

Para poneros un poco en situación, por si hay alguien que no sea muy cocinilla y no sepa qué es la mayonesa, no es ni más ni menos que una salsa fría elaborada a base de huevo y  aceite, sazonada con una pizca de sal y limón o vinagre. Por si alguien tiene mucho interés en elaborar mayonesa casera, he encontrado una página, recetamayonesa.com, para hacer mayonesa con huevo, sin huevo, con ajo, alcaparras… Para que luego no me digáis que no os enseño cosas interesantes.

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¿De dónde viene esta relación entre la menstruación, la mayonesa y las flores? | Fuente: Pixabay.com.

El principal problema a la hora de hacer mayonesa, es que se puede cortar. ¿Qué significa eso? Que los ingredientes «no casan». Que el huevo y el aceite no se unen y no forman esa masa uniforme que debe ser esta salsa. Por lo visto, porque yo no soy ninguna experta en este tema, si no se bate bien, si se añade el aceite demasiado rápido o si los ingredientes están demasiado fríos, es muy probable que se corte la mayonesa.

Ahora, ¿Qué tiene que ver todo esto con la menstruación? Pues que mucha gente piensa que si hace mayonesa casera mientras se tiene la regla, se cortará (la mayonesa) sí o sí. Según este mito, da igual que te tires media hora batiendo los huevos o que eches el aceite con cuentagotas, si tienes la menstruación, la mayonesa se cortará.

¿Y de dónde viene esta idea? Pues de tiempos remotos. Ya en el año 77, Plinio el Viejo (23­79 d.C.) comentaba en su enciclopedia: Historia Natural (Naturalis Historiæ ) que las mujeres con la regla agriaban el vino, secaban las semillas, cabreaban a los perros al impregnar el aire con su olor nocivo, hacían que los frutos cayesen de los árboles, y bla, bla, bla… Vamos, que cuando estamos con la regla somos lo peor de lo peor.

 Como podéis comprobar, casi se puede decir que estas ideas existen desde que el hombre es hombre. Pero la cosa se complicó aún más cuando a unos cuantos científicos les dio por «realizar  estudios»  para, encima, otorgarles un valor científico.

Allá por los años 20, el doctor Béla Schick , se empezó a dar cuenta que cuando su enfermera estaba con la menstruación, las flores que le mandaban y que ella cuidaba, se marchitaban. Llevado por la curiosidad, empezó sus investigaciones. ¿Cómo? De una manera muy sencilla. Un ramo de flores lo cuidaría su enfermera cuando tuviera la  menstruación y otro ramo estaría a cargo de otra persona.

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Un ramo de flores lo cuidaría su enfermera cuando tuviera la menstruación y otro ramo estaría a cargo de otra persona. | Fuente: Pixabay.com.

La conclusión de este «súper estudio científico» fue que las flores de su enfermera se marchitaron antes. A mí de primeras  esto no me dice mucho porque me surgen un par de dudas tontas: ¿las flores eran igual de frescas?, ¿ambos ramos estuvieron bajo las mismas condiciones de temperatura, exposición a la luz, agua…? Todas esas cosillas que se suponen que tienen que estar bajo un alto y minucioso control en un estudio científico por aquello de realizarlo bajo las mismas condiciones.

Pero bueno, parece ser que él no tuvo ninguna duda y se lanzó de lleno en este tema sacándose de la manga el término «toxicidad menstrual» o menotoxina, otorgándole así, de esta manera, una explicación científica a esas creencias tradicionales que mantenían que las mujeres durante la menstruación no podían realizar determinadas actividades(trasplantar, hacer mayonesa, cerveza…). Básicamente, con lo que se quedó la gente fue con que no se pueden hacer esas actividades porque «científicamente» se ha demostrado que tienen una toxina en su sangre.

Este descubrimiento despertó, a su vez, el interés de otros científicos y otros tantos  realizaron más estudios para demostrar la existencia de esta toxicidad. Tanto se popularizó  esta idea y tan grande se hizo «el bulo» que pasó de encontrarse sólo en la sangre a pasar a estar en la orina, el sudor, la leche materna… Vamos, que éramos tóxicas de por sí. Pero no  contentos con convertirnos en tóxicas, la idea de la menotoxina se usó para explicar el origen de otro tipo de enfermedades como la psicosis. Si se descuidan, al final resulta que quien mató a Kennedy fue una mujer menstruando.

Hoy en día, esta teoría no se sostiene porque estos «estudios» estaban sesgados por el condicionamiento cultural de quienes lo realizaron (esas ideas preconcebidas desde que el hombre es hombre) y porque las condiciones en las que se realizaron no eran las más adecuadas. Se basaban en anécdotas, exageraron los resultados y ocultaron y/o desecharon los estudios que contradecían estas teorías.

El problema es que el mal ya estaba hecho porque este tipo de estudios se mantuvieron  ¡desde los años 60 hasta los 90! Es decir, durante más de treinta años, unos «estudios científicos» respaldaban esas ideas populares que se remontan hasta el principio de nuestra era y que ya estaban más que asentadas en la memoria colectiva, de ahí lo del condicionamiento cultural de los científicos.

Y hasta aquí la clase de  historia. Por si alguien os lo pregunta algún día o queréis ejercer de «cuñado», ya sabéis que la idea de que la mayonesa se corta y que las flores se marchitan vienen de aquí.    ¿Qué os ha parecido el post?, ¿interesante?, ¿queréis que siga buceando en las profundidades de este tipo de mitos?, ¿ya con esto habéis tenido más que suficiente?

Espero vuestros comentarios.

Autora: @maryasexora.

Imagen de portada: moustachemagazine.com

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