Llegué a Madrid con más miedo que vergüenza, con una mano delante y otra detrás y mi gato de 8 kilos en la maleta. La habitación mas mona que encontré fue en Lavapiés, que alquilaba un maricón de Calahorra, que me sirve de inspiración para escribir estas historias, y me cuenta cosas que a una chica de provincias como yo, deja ojiplática, me da ideas y ninguna buena.
Lo primero que hice fue ir a inscribirme en todas las agencias de modelos de la cuidad, apuntarme a un gimnasio y esperar a que me llamaran. Tengo que decir que lo de modelo me viene de familia, mi abuela me decía que me parecía a ella y por eso era yo tan guapa y que ella se casó con un hombre guapísimo que parecía un actor de esos de los de antes, de los de las películas en blanco y negro, o sea mi abuelo.
Ella quería que me casara “bien” con un hombre guapo y bueno, lo de todas las abuelas, supongo. El caso es que yo me lo creí y en Madrid me planté para ser modelo y famosa a ser posible o en su defecto casarme, vamos, lo normal. El primer día de spinning, mallas,toalla y botella en mano, me puse en primera fila a sudarlo todo, con un monitor que me hizo acabar empapada viva, literal y figuradamente.
Después de tres clases de acumular endorfinas juntos me invitó a tomar una caña y yo, como era tan inocente y mas ñoña que el Instagram de un gato, pensé que sería mi novio y que podría volver a casa de mi abuela casada, siempre y cuando no consiguiera hacerme famosa. Vamos, lo normal. En fin, que acabé follándomelo fuerte y flojo, que yo seré cursi pero que cuando me pongo me pongo. Después de unas semanas saliendo, quedamos para cenar, al ver que no estaba en el sitio acordado fui a su casa a buscarle.
Llamé al telefonillo:
– ¿Iván? Soy Eba. Y él mismo me contestó.
– Aquí no vive ningún Iván. Y colgó.
Con dos cojones, oiga. Con historias así aprendí a ser menos confiada, más lista, más zorra y muchas cosas más. Ese día nació una nueva Eba. Aprendí como se aprenden las cosas en la vida, a hostia limpia. Al principio estaba en shock y lo único que hacía era llorar y lamentarme de mi mala suerte, ser la victima de la historia y andar penando, contándoselo a mis amigas que no dudaron en darme toda la razón de lo cabrón que era y decirme lo buena que era yo. Vamos, lo normal.
Pero después de un par de días de turbulencias emocionales me desperté por la mañana con fuerzas renovadas, de pronto la cabeza me hizo un click y decidí darle la vuelta a la tortilla. “Hola Iván, mira, que te estuve poniendo los cuernos con el de yoga y ahora llego a chuparme el chocho yo sola, fui a tu casa para que me enseñaras a hacer eso con la lengua que tú sabes, pero nada, siento que te tuvieras que mudar de forma tan repentina. Un beso. Eba”.
Ahora vas y me bloqueas del WhatsApp, pensé mientras me reía a carcajadas imaginando su cara, aunque estas cosas no se disfrutan igual si no las compartes con amigos. Esperé a que llegara a casa mi nuevo amigo/compañero de piso para contárselo; todavía me lo recuerda y nos seguimos riendo, qué momentazo.
Era una victoria pírrica, lo sé, pero necesaria. Tantas veces había dejado que me faltaran al respeto. Tantas veces me había sentido un objeto y había sentido que no me trataban con dignidad, tantas. Tantas veces había sido la “tiabuena” a la que follarse y dejar tirada que ya me cansé. De pronto me sentí con fuerzas para poner al gilipollas ese en su sitio y empezar a quererme y valorarme yo, que seré modelo y a veces me hago muy bien la tonta pero no lo soy ni “mijita”, como se dice en mi tierra.
A partir de ahí sucedieron un montón de cosas, uno madura así, enfrentando miedos y aprendiendo a defenderse, hoy ya no queda nada de esa “niña” que llegó con su gato anoréxico de 8 kilos en la maleta. Después de muchas experiencias como ésta, unas veces con tíos y otra con mujeres porque para estas cosas da igual fenotipo o genotipo, me di cuenta que hay cosas que es necesario vivir, que con todo se aprende, se madura y si no, te sirve de excusa para tomar unas cañas con amigos y desahogarte que tampoco está mal, vamos, lo normal.
Y como digo yo misma, que para algo soy modelo y filósofa. “Nunca estás en el lugar equivocado, pero si no te gusta, coge tu aprendizaje cuanto antes y vete”.
Autora: @ebakanal.
Genial el articulo de esta semana… estamos locas por seguir conocienfo a Eba… porque a todas nos han chuleado… y todas hemos sudado por alguno o alguna para luego quedarnos frias y dos palmos de… ganas de foll……. vamos «lo normal» jajajajajajaja