Dentro de las miles de técnicas sexuales que incluye el catálogo del placer, individual o compartido, hay una que destaca por encima de las demás gracias a la leyenda que hay formada a su alrededor: la garganta profunda. Conocida internacionalmente como deep throat, esta práctica tiene a su alrededor una historia de chivatazos, confidencias y, cómo no, sexo.
Para hacer una breve ubicación contextual, Garganta profunda es una película porno de culto, ya que su popularidad en la década de los 70 dio nombre a la fuente que reveló el Caso Watergate. Todo periodista que se precie sabe que Woodward y Bernstein se apoyaron en esta fuente, que la prensa bautizó como Deep throat, para publicar las irregularidades electorales del republicano Richard Nixon en la campaña de los comicios de 1972.
Garganta profunda para todos
Más allá del turbio triunfo de Nixon en esas elecciones, lo de garganta profunda tiene una connotación más sexual, es una técnica común en la pornografía pero no por ello es inalcanzable para el común de los mortales en sus respectivas vidas sexuales. Todo consiste en introducir el pene en la boca hasta el fondo de la misma, hasta sus profundidades, y alcanzar prácticamente la garganta.
El hombre que recibe esta intensa felación alcanza grandes cuotas de placer y excitación, pero tanto en el ámbito heterosexual como homosexual se tiene el erróneo pensamiento de que es imposible llevarla a cabo sin vomitar, con todo el corte de rollo que supone una vomitona en pleno calentamiento. Pero, como siempre, nada es imposible con fuerza de voluntad, ganas de conseguirlo y las instrucciones adecuadas.
El principal enemigo de esta práctica es el reflejo de náusea que genera la boca cuando hay algo en ella que se acerca a la garganta, pues da sensación de atragantamiento y el organismo, para evitar la eventual asfixia, trata de expulsarlo. Todo lógico y razonable desde el punto de vista de la naturaleza y la supervivencia.
Pues bien, el primer paso para que la garganta profunda pueda realizarse sin terribles consecuencias es acostumbrar a la boca y a la garganta. Para ello, lo más recomendable no es ponerse directamente con el pene, sino ir haciendo un apredizaje previo. Ya sea con los dedos, un cepillo de dientes o un dildo -el caso es que la elección tenga forma fálica-, día tras día se puede ir apaciguando el reflejo de la náusea.
En primer lugar, tres o cuatro veces diarias, hay que introducirse el objeto en cuestión por la garganta e intentar llegar hasta el fondo de la misma, cómo no, con delicadeza y aguantar unos 10 segundos. No hay que alcanzar las profundidades a la primera, sino ir habituando a la boca a tener algo dentro de ella. Es muy probable que haya el reflejo de vomitar, pero es importante irlo controlado y hacerle ver a este entorno bucal que no pasa nada, que está todo bien.
Para Victoria Blonde, actriz porno y webcammer sexual, la clave es perder el miedo a la arcada: «es como tomarse una pastilla, tienes que abrir la garganta y simplemente tragar. Cuando sientas que llega a la campanilla, lo mejor es relajar la garganta y dejar que pase aguantando unos segundos. Si la arcada es muy fuerte hay que parar y sacarla con cuidado, porque si se aguanta demasiado puede llegar el vómito».
La respiración debe ser a través de la nariz, ya que la boca estará ocupada y no podrá usarse como vía de ventilación. Los puntos más sensibles son las amígdalas, la campanilla, la parte más posterior de la lengua o incluso el paladar, así que es importante acostumbrarlos a tener algo en sus proximidades.
Los primeros días de este curso de garganta profunda serán complicados, ya que el reflejo nervioso de la náusea no será fácil de contener, pero cuando se cumple una semana de intentos se aprecia cómo el organismo no intenta repeler los dedos/dildo/cepillo de dientes. Es entonces cuando llega la siguiente etapa: ir deslizando esos objetos dentro y fuera de la boca, simulando un miembro entrando y saliendo de la misma.
Nuevamente es probable que haya impulso de vomitar, por lo que entran en escena el control que se ha desarrollado con la primera fase de la lección. De menos a más y progresivamente, la garganta se habituará a una referencia fálica recorriéndola de dentro a afuera e irá estando preparada para pasar a la acción con un pene de carne y hueso.
Trucos bienvenidos para una garganta profunda
Al igual que en cualquier técnica sexual, en la garganta profunda no solo hay que cuidar la ejecución bucal, sino que hay varios aspectos que considerar. La postura es clave, pues sin comodidad no hay manera de intentar nada. Para encontrarla hay que ir probando posibilidades hasta hallar la preferida.
Por su parte, el hombre que va a recibir esta práctica de sexo oral debe ser consciente de que entraña cierta complejidad y dificultad para su pareja, así que lo mejor será no poder las cosas difíciles. En las primeras intentonas es preferible que no se mueva y que sea la otra persona quien se vaya rodando, viendo hasta dónde le llega el pene en su boca y cómo se maneja.
Una vez dominado, vía libre para explorar. Cómo no, si el varón en cuestión está cerca de la eyaculación, un buen consejo es que por lo menos se digne a avisar. Será la otra persona quien decida si continuar felando o que la explosión se produzca fuera de su boca.
Un punto importante es aquello de la respiración, algo imprescindible para que la garganta profunda no acabe en tragedia. Lo más adecuado es respirar por la nariz durante los ya descritos primeros pasos de aprendizaje para luego ser capaz de hacerlo ya con el pene en la boca. No obstante, puede darse el caso de que no haya manera de coger aire y haya que pasar al plan B.
Aunque pueda parecer menos erótico, lo primero es lo primero: el bienestar. No pasa nada por dejar de realizar momentáneamente la felación y hacer paradas cuando sea necesario, tomar aire por la boca y volver al tema. Los niveles de excitación y placer que se alcanzan bien justifican pequeñas interrupciones de vez en cuando.
Tanto si se consigue la maestría en la garganta profunda como si no, el caso es establecer consenso y comunicación. Hay una gran cantidad de posibilidades sexuales para hombres y mujeres, una ristra tal que poco importa si no se puede emular a Woodward y Bernstein, dado que no todos los días se logra el Impeachment de un presidente de Estados Unidos ni todos los días se es capaz de emular las capacidades de las grandes estrellas del cine para adultos.