Son las doce de la noche pasadas cuando llego a mi casa, agotada de un largo y duro día de trabajo. Al entrar al portal me encuentro con mi vecino, el de enfrente de mi puerta, en el mismo rellano. También acaba de llegar allí unos minutos antes. Es un chico muy alto, atractivo físicamente, de ojos claros y con la cabeza rapada que le da un aire de «chico malote» que a todas nos gusta.

-«Buenas noches», digo yo, dirigiéndome hacia el ascensor para subir a mi casa.
Entonces él me dice:
-Buenas noches. Parece no funciona el ascensor, mira el cartel de aviso.
-«Ufff», exclamo yo con un suspiro. «Ahora tocará subir los seis pisos de altura a pie, lo que me faltaba».

Iniciamos la ascensión hasta las sexta planta entablando la típica conversación entre vecinos, pero con sonrisas entre nosotros. Se nota mucho nos gustamos mutuamente desde hace tiempo, cuando él se mudó al edificio. Al llegar al tercer piso doy un traspié con el que casi me caigo y él me sujeta en el aire evitando un gran golpe, pero mi bolso cae, saliendo todas mis pertenencias despedidas.

(Qué vergüenza siento). Mi vecino me ayuda a recoger la cartera, mi pintalabios rojo, pañuelos y alguna cosa más desperdigada por ahí. Me quedo sentada en un escalón intentando recuperarme del susto y me doy cuenta de que su paquete queda justo enfrente de mi cara. Sus vaqueros marcan bastante y yo me sonrojo, intento coger las llaves tiradas y rozamos nuestras manos.

No necesito más, salta la chispa.

Lo cojo por el culo y enseguida se queda erguido frente a mi como una estatua de mármol. Desabrocho su pantalón, bajando su rompa interior y me llevo una gran sorpresa. Tiene una polla enorme, de esas que pocas veces te encuentras en tu vida, y doy las gracias mentalmente.

Vecino

La cojo con mis manos y me tiro a chuparla como una desesperada de hambre sexual. Él se deja hacer y me alaba por mi labor gimiendo. Los dos sabemos podemos ser sorprendidos por cualquier vecino que baje la basura a esa hora, pero nos da igual, estamos demasiado cachondos.

Apenas me cabe en mi boca pequeñita que tengo pero me esfuerzo en lamer bien ese falo digno de un dios griego. Palpita, noto esta a punto de correrse, pero no me deja terminar, sujetando mi cuerpo para levantarme, darme la vuelta y bajarme mis leggins y mis braguitas.

Estoy un peldaño por encima de él, y me restriega su polla por mi vagina y clítoris, miro hacia abajo hacia mi monte de venus, es tan grande su miembro que su glande asoma de modo que parece que la que tiene órganos genitales masculinos soy yo. Eso me causa una risa pícara y él me acompaña. Le cojo su mano para que me toque el muslo y note como un reguero cristalino baja mojando toda mi pierna, súper excitada.

Me la clava sin compasión, y justo en ese momento el temporizador de luz de la escalera nos deja a oscuras completamente. Palpo como puedo por los escalones buscando mi móvil, que sigue tirado, sin que él la saque de mi vagina, follándome sin compasión.

Lo encuentro y lo pongo en modo linterna para no perderme esa escena porno que tenemos entre nosotros. Aprovecho para agarrarme de la barandilla subiendo los dos pies al peldaño de encima, de manera me quedo suspendida como subida de un tiovivo, ahora llevo yo el ritmo, y me lo follo subiendo y bajando, sólo necesito unas pocas embestidas para hacer que se corra dentro de mí, notando toda su leche caliente en mi interior.

Respiramos y volvemos a reírnos de lo accidentado de la situación. Nos vestimos, recogemos todo y subimos de la mano hasta la sexta planta, en el rellano nos damos cuenta de que la vecina cotilla nos espía por la mirilla de su puerta.

Eso nos causa más risas cómplices. Mi vecino se dirige hacia su puerta y me besa la mejilla tiernamente para decirme:

-«Todo un placer conocerte, vecina».
– «El placer ha sido mío… vecino».

Buenas noches.

Y cada uno se mete en su casa como si nada. Creo que ahora si voy a caer rendida en la cama, después de una ducha caliente.

Autora: @iria74ferrari.

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