Un sábado por la noche es un buen momento para saber cómo la sociedad concibe el sexo. Si algo han conseguido los cinco impresentables miembros de ‘La Manada’, una jauría que no merece ni presentación, es que la sociedad se una en un gesto de rabia, asco y pena hacia una nueva expresión, exponencial pero dentro de un mismo marco de inferioridad, de lo que millones de mujeres sufren a diario simplemente por el hecho de serlo.

Debería estar ya claro que los protagonistas de la historia son ellos y no una chavala que se ve acorralada en un portal. ¡Pero es que la culpa es suya, que iba borracha y se juntó con quien no debía! ¡Pero si han demostrado que intenta hacer vida normal después de la violación! ¡Pero si no se resistió hasta que la apalearan y la pudieran forzar a gusto!

Señalar a la víctima es tan injusto como inhumano, la misma humanidad que demuestran quienes dejan a una chica recién vejada abandonada a su suerte, semidesnuda y tras robarle la tarjeta del móvil.

Pero volvamos a la noche de cualquier sábado en cualquier lugar. Cualquier grupo de colegas hablará de la barbaridad ocurrida en Pamplona y condenará duramente los hechos, especialmente si ya han expresado en redes sociales su innegable compromiso con  la causa feminista. Probablemente ya haya alguno que haga alguna broma sobre lo «fieras» que fueron esos sevillanos y «lo bien que se lo montaron», además de sugerir ir al herbolario más cercano a ver si tienen algo de burundanga. Jajaja, se reirán algunos, pensando que es una «simple» broma de mal gusto.

Un rato después, quizá con unas copas entre pecho y espalda, acaban en un garito. Allí habrá mujeres que, con suerte, serán catalogadas como «corzas», y a quienes habrá que acercarse para llevarse una alegría al cuerpo. Bueno, lo de ligar en una discoteca ya está inventado y cortejar no es nada malo hasta que, ¡oh casualidad! el que hace dos horas estaba indignadísimo con el trato que reciben las mujeres ahora charla con una mientras la atrae hacia sí con el brazo, desliza la palma de su mano hacia su culo para que la muchacha ate cabos, quizá  incluso con un pellizco de propina, y acerca morro para ver qué rasca. Feminismo de manual, oiga.

La manada
Protestas feministas contra la sentencia a ‘La manada’. | Fuente: Olmo Calvo, eldiario.es.

Eso sí, que como se acerque un novio/amigo/figura masculina entenderá que esa corza es de su propiedad, como vocifera el reggaeton del altavoz, y se irá con el previamente restregado rabo entre las piernas. Si la chica es quien se resiste o acuden sus amigas al rescate llega un displicente «tú te lo pierdes» que irá despectivamente acompañado de «puta» o «estrecha» en función del viento que le dé al anterior y enérgico enemigo de La Manada.

Otro de los miembros de ese grupito, también exaltado poco antes contra la sentencia recibida por La Manada, quizá no haya sido tan imbécil como su colega, o ha disimulado con éxito, y puede haber triunfado con una chica del bar. Muy bien por los dos. Sexo consentido, disfrutado y todo lo placentero que sea posible… Ah, que no.

Llega la hora de echar un polvo que ponga fin a la noche y ¡cómo no! quiero que me la chupen. Lógico, una buena mamada suele ser agradable y supone un buen prolegómeno para el coito, pero lo que mola menos es lo de comerle el coño y que se corra ella. Qué pereza y qué necesidad, si lo que quiero yo es correrme y luego ya veremos.

Y si la muy guarra no se depila, por mucho que yo lleve el Mato-Grosso en la entrepierna, pues no seré yo quien se moleste. Y si no le gusta, que se joda, que ya presumiré yo mañana de lo bien que la chupaba la muy cerda y de la foto que le hice a traición mientras la agarraba del pelo y guiaba su felación.

Y si no le gusta, que se joda, que ya presumiré yo mañana de lo bien que la chupaba la muy cerda

Sería tan generalista como equivocado y peligroso decir que nuestros dos protagonistas son la tónica general del varón nocturno. Sin caer en el not-all-men, ese argumento vacío de quien comete los actos que denuncia, no se debe bajar al barro de la lucha de unos contra otros, sino sumar transversalmente contra una realidad común y que convierte a las mujeres en un cacho de carne al servicio del macho.

¿Qué concepto de la mujer tiene La manada, que encierra a una de ellas en un portal y la viola grupalmente?

¿Qué visión de las mujeres tiene alguien a quien solo le preocupa eyacular en un orificio caliente sin el respeto suficiente como para entender que el sexo es cosa de dos -o los que sean-?

¿Qué son las mujeres para quien aprovecha cualquier aglomeración para sobar, pellizcar y meter mano?

¿Qué es una mujer sino un objeto creado para el disfrute de aquellos que no pueden contenerse cuando ven una chica por la calle y le dicen cualquier barbaridad? ¡Y va la tía y se molesta! No hay quien las entienda.

Eh, tío, con MI madre y con MI hermana menos risas, que son mías, a ver si te voy a calzar una hostia. Son de su propiedad y hay que respetarlas por ello, por su subordinación ante un tío, y no por tratarse de seres humanos.

La manada
Protestas contra la sentencia a ‘La manada’. | Fuente: Olmo Calvo, eldiario.es

Juicio a La manada

Se acabó el sábado y los que anoche pasaron de condenar a La manada a asumir comportamientos machistas en un par de horas ya han vuelto al redil del ciudadano ejemplar y ejemplarizante en redes sociales. Instagram es una plataforma ideal para el postureo-activista-feminista. Una opción muy válida es la de criticar al juez Ricardo González, sí, ese señor que percibe «una desinhibición total y explícitos actos sexuales en un ambiente de jolgorio y regocijo en todos ellos y, ciertamente, menor actividad y expresividad en la denunciante» y con «posible excitación sexual».

Estas opiniones las vierte un magistrado que lleva 32 años impartiendo justicia tras una carrera en Derecho y unas oposiciones que son de todo menos sencillas. Esto significa que las palabras no las emite un pobre diablo, sino una persona que sabe lo que dice, cómo lo dice y cómo ha pensado hasta llegar hasta esa conclusión.

La pregunta vuelve a ser cómo semejante visión cabe en un tipo que debería ser bastante racional. ¿Cómo será la educación sexual recibida por este juez para afirmar tan pancho que la víctima de La manada incluso gime mientras es penetrada sin preservativo y eyaculan en ella mientras la graban?

¿Cómo concibe el consentimiento sexual quien halla una «innegable expresión relajada, sin asomo de rigidez o tensión […] que impide sostener cualquier sentimiento de temor, asco, repugnancia, rechazo, negativa, desazón o incomodidad»?

La manada
Protestas contra la sentencia del juicio de ‘La Manada’. | Fuente: Olmo Calvo, eldiario.es

El 22 de agosto de 2016 la joven Diana Quer desapareció y su cadáver apareció año y medio después con indicios de haber recibido violencia sexual. Un mes y 16 días antes de conocerse su ausencia un portal de Pamplona fue mudo testigo de una violación grupal, casi tan mudo como la víctima, que quizá en caso de haberse defendido tampoco hubiera podido hablar nunca más.

¿Qué hay que hacer si unos desalmados te arrastran e intentan abusar sexualmente de ti? ¿Qué lección le damos a esas generaciones femeninas que tienen miedo de volver solas a casa por la noche? ¿Dejarte hacer e intentar por lo menos salir viva? ¿Luchar hasta que por mera fuerza bruta te destrocen?

¿Qué hay que hacer si unos desalmados te arrastran e intentan abusar sexualmente de ti?

Las protagonistas de estas preguntas no son ellas, sino quienes obligan a verbalizarlas. Una cultura en la que no quepa el machismo y en la que la mujer reciba un trato idéntico al del hombre no necesitará hacérselas. Una alarmante carencia de educación en igualdad, también sexual, suelta a especímenes como los de La manada por las calles y contamina a los encargados de impartir la justicia necesaria para cuando ocurran estos casos.

La transversalidad de la repugna y la necesidad de cambio tiene que hacer que los hombres también nos demos cuenta de nuestros errores. Muchos de nosotros, entre los que lamentablemente me encuentro, hemos tenido actitudes despreciables hacia las mujeres. Sería ridículo y preocupante no admitirlo; ahora llega el turno de admitirlas y corregirlas.

No me atrevo a exigir más de nueve años de prisión a esos miserables. Eso es responsabilidad de quienes se saben hasta el índice del Código Penal, que es quien finalmente manda. Otra debate es si este necesita renovarse. Supongo que todos quisiéramos que la condena hubiera sido ejemplar y castigado más duramente esa violación grupal, pero es algo que no está en nuestras manos, como tampoco tachar «abuso» y escribir «agresión» en la sentencia.

Lo que sí que me atrevo a exigir es que seamos conscientes del problema al que nos enfrentamos. Ese machismo que empapa nuestra sociedad se debe combatir desde la unión y el respeto. Respeto a que nos digan que no, respeto a que hay placer más allá de tu mamada y respeto a la manada multitudinaria que grita en nombre de todas aquellas a quienes callaron.

Imagen de portada: Olmo Calvo | Eldiario.es.

Entradas relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *