OTRAS, el sindicato para todas las trabajadoras sexuales

«11:56: las putas somos muy puntuales». Las trabajadoras sexuales se han reunido y, con tanta puntualidad como ganas de expresarse, exclamaron que ya no van a permitir que las callen. El sindicato OTRAS (Organización de TRAbajadoras Sexuales) aparece en España con la voluntad de defender a las trabajadoras sexuales y proclamar los derechos que se les niega por el oficio que desempeñan.

La asociación busca reivindicar que el trabajo sexual es trabajo y, por tanto, merece las mismas condiciones laborales que cualquier otro empleo. Para ello es fundamental aclarar que no solo las prostitutas son trabajadoras sexuales, sino que OTRAS también acoge a todas las personas cuya actividad gira en torno al sexo, desde la pornografía a webcammers o masajistas.

«Venimos a exigir nuestros derechos y luchar contra ordenanzas municipales que nos han hecho más vulnerables impidiendo nuestra organización […]. Se vulneran todos los derechos laborales de las personas, principalmente mujeres pero también hombres, que ejercen trabajo sexual en locales, pisos, clubes, shows y otros espacios cerrados donde se da una relación laboral entre empresa y trabajadoras, aunque solo ellas tienen obligaciones», reza el manifiesto fundacional.

Una de las principales consignas es que el escenario beneficia al empresariado «en una industria patriarcal«. Para combatirlo se han juntado mujeres que se definen como guerreras, de toda procedencia, y empoderadas para mejorar las condiciones del trabajo sexual. No faltó el recuerdo para Vanesa Campos, trabajadora sexual migrante y transexual asesinada en París mientras ejercía su profesión.

OTRAS, defensa de trabajadoras sexuales

La rueda de prensa, celebrada en la sede madrileña de COGAM (Colectivo de Gays, Lesbianas, Transexuales y Bisexuales de Madrid) refleja la evolución y visibilización del sexo y su mundo en el panorama mediático. Allí se dieron cita medios nacionales, cámaras, periodistas, fotógrafos y grabadoras para recoger «una lucha que no es nueva, pero la revolución puta sí lo es«, tal y como OTRAS quiso contextualizar su labor.

Desde esa sala subterránea en la que en otros tiempos no hubiera sido permitido hablar de la industria sexual en voz de personas transexuales o prostitutas se lanzó un mensaje claro en contra del abolicionismo: «las putas, unidas, jamás abolidas». Una consigna clara expresada fue la oposición a las posturas que pretenden abolir la prostitución y a un «rancio feminismo abolicionista que no comprendemos. Para nosotras es tan nocivo como la patronal que explota a trabajadoras y trabajadores».

 

La convocatoria, conducida por Conxa Borrell, Secretaria General; y Sabrina Sánchez, Secretaria de organización, mostró la visión de varios perfiles de trabajadoras sexuales. Allí estuvieron Evelin Rochell, prostituta y en litigio con el club Flowers por sus condiciones laborales; Juan, representante del sindicato francés STRASS; la activista y pornógrafa Anneke Necro; Iris, prostituta, activista del colectivo Hetaira y representante de putas del polígono madrileño de Villaverde; Luigi, acompañante sexual y transformista; y Kali, performer sexual y colaboradora de la directora de porno feminista Erika Lust.

Los enemigos no son nuestros clientes

El contexto legislativo es una de las grandes preocupaciones de este sindicato, especialmente las medidas orientadas al abolicionismo. Juan, trabajador sexual colombiano y afincado en Francia, alerta del peligro que tiene para su gremio instaurar estas políticas, cuyos efectos en el panorama francés tras introducirlas desde Suecia han sido «reducir el nivel de denuncia, pues las autoridades no protegen».

Para él, las instituciones son protagonistas fundamentales de la marginalidad y problemas que sufren las trabajadoras sexuales: «la violencia la ejerce el Estado a través de políticas públicas y no el cliente. En Francia no se ocupan de nosotros ni de nuestra salud, especialmente con los migrantes: nos dicen que vayamos a tratarnos a nuestros países, donde tenemos tratamientos de primera generación cuando aquí están por la quinta».

OTRAS se constituye como «la segunda experiencia europea de sindicación de trabajo sexual ante una situación nacional, europea y global de violencia«. El colectivo recoge el testigo del sindicato francés STRASS que, en palabras de Juan, «acoge a más de 2.000 personas para facilitar un seguro médico más barato, programas de protección ante violencias de grupos organizados y falsos clientes con el apoyo de Médicos del mundo, programas de defensa, apoyo artístico, acompañamiento jurídico e incluso asilo».

Los poderes públicos y partidos políticos recibieron especial crítica por el escaso interés e implicación mostrado hacia la asociación. Asimismo, los sindicatos mayoritarios tampoco han prestado su apoyo, «tan solo CGT nos ha escuchado en ciertas áreas». Los medios de comunicación, por su parte, también han cosechado críticas hacia el rigor y la seriedad con la que tratan el sexo, la prostitución y el trabajo sexual.

«Gracias al feminismo en las trabajadoras sexuales busco igualar los privilegios que tenemos los hombres, y es que muchos hombres no damos la cara ante esta realidad. El abolicionismo lo entiendo como violencia de género«, afirma Luigi. «Buscamos espacios para no molestar y no ser molestados y no tener que recurrir a escondernos, donde somos más débiles», añade. Que esta sea una de las pocas profesiones que aún lleva el dinero encima los convierte, reclaman, en todavía más débiles frente a abusos y ataques.

La pornografía juega un papel clave en el trabajo sexual, pues son muchas las personas que se dedican a ellas. Anneke Necro reclama «un marco legal para denunciar, protocolos sobre cómo se trabaja en un set de rodaje, controles más avanzados contra las ETS; en otros países las pruebas son gratuitas y más fiables. Hace falta una estrategia porque nuestra situación es extremadamente complicada, un desastre, porque estamos a merced de directores o productores. También hay feminismo en el porno«.

Las trabajadoras sexuales agrupadas en OTRAS exigen también un cambio en la visión social y una lucha contra el estigma, ya que «reconocer este trabajo ayudará a dignificar el trabajo y sus condiciones«. «Detrás de nosotras hay familias, hijos, abuelos, padres y madres… no somos delincuentes», expresa Sabrina Sánchez.

Tras una hora de reivindicación, petición de derechos y respuesta a las preguntas de los periodistas, OTRAS quiso concluir su presentación con un lema que resume totalmente la filosofía de un proyecto de todas para todas: «¡Las putas, unidas, jamás serán vencidas! y un «¡Somos guapas, somos listas, somos putas feministas!» que no van a parar de gritar.

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