Hay debates que siempre se han mantenido y se mantendrán vivos en todos los ámbitos de la vida. ¿Iba a ser menos el sexo? Esta vez voy a hablar de una de esas preguntas que dividen a cualquier generación en dos bandos: ¿Pueden ser amigos un hombre y una mujer?
Hace unos días, el diario El Mundo se hacía eco de un estudio que ponía en duda esta posibilidad basándose en dos argumentos principales. En primer lugar, se exponía que los comportamientos de uno y de otro tienen una intención que no concuerda con la interpretación de la otra parte. En segundo lugar, se recalcaba que, sobre todo en el caso de los hombres, hay una alta probabilidad de terminar desarrollando algún tipo de atracción física hacia la otra persona.
No va a ser un redactor de una página web de artículos relacionados con el ámbito sexual quien le quite ni una pizca de importancia al sexo. Igualmente, es evidente que la inmensa mayoría disfrutamos, y mucho, con el sexo. Cada uno se sirve de las variantes que más le gustan y hace lo que considere necesario para seducir a la persona indicada. Por supuesto, todos tenemos ojos que solemos usar para fijarnos en ciertos detalles que son capaces de hacernos perder la cabeza.
Sin embargo, puede que sea un error no salir de ese pensamiento. Quizás, a menudo confundimos el ser buena persona con ligar; quizás, a veces nos olvidamos de que tenemos la capacidad de hacer algo desinteresadamente. ¿Del mismo modo que alguien puede hacerle un favor a otra persona con la intención de recibir otro a cambio, por qué no va a poder alguien hacerle un favor a otra persona sin esperar nada a cambio?
Si asumiésemos que un hombre y una mujer no pueden entablar una amistad entre ellos por el mero hecho de no entenderse, parece lógico concluir que en tal caso no es un problema de sexualidad, sino de sinceridad y honestidad. Asimismo, si aceptásemos el segundo argumento dado por dicho artículo tendríamos que ampliar nuestro debate a los hombres y mujeres homosexuales, barajando la posibilidad de desarrollen una atracción física hacia una persona del mismo sexo después de compartir largos periodos de tiempo.
Ahora bien, en caso de que así fuese, ¿cuál es problema? Igual alguien se sorprende y se engancha, sin quererlo, a quien menos se esperaba… En el artículo, se llega a considerar que un hombre y una mujer solo puedan ser amigos si uno de ellos es demasiado feo, como si nunca nadie se hubiese enamorado de alguien por algo que escapase a lo físico, como si nunca nadie se hubiese enamorado de alguien que a primera vista no le había llamado la atención…
Ejemplificando el debate, podemos plantear una situación en la que, un viernes por la noche, un hombre heterosexual decide sorprender hacer compañía a un amigo que no puede salir de fiesta por un fuerte dolor de barriga (por ejemplo). Su plan, que quizás incluya algunos videojuegos o alguna película famosa, no sorprendería a nadie que tenga la suerte de contar con buenos amigos a su lado.
¿Acaso ese hombre esperaba algo a cambio? ¿Entonces por qué si ese mismo hombre heterosexual actúa de la misma manera con una mujer solo vemos la posibilidad de que quiera llevársela a la cama?
Autor: Uno de nuestros seguidores en redes sociales. ¿Qué os parece su reflexión?