Sandra es una chica española que ejerce la prostitución por necesidad. Esto le ha generado dificultades que le repercuten tanto en su vida diaria como en su salud sexual. Le es imposible hacer ciertas prácticas fuera del trabajo porque todo le recuerda a su oficio. Se siente abandonada por la sociedad y siente que el movimiento feminista se ha olvidado de ella y de tantas compañeras que se dedican a la prostitución para poder sobrevivir.
Sentada en su salón nos enseña los anuncios que usa para captar clientes. Elige entre numerosas fotos aquella que cree que atraerá más público a su página. Seguimos interesándonos por su vida en el mundo de la prostitución.
¿Te has sentido aislada por el movimiento feminista?
Sí y explico por qué: Este movimiento para mí es un escaparate, una farsa. Porque dicen que quieren ayudar a la mujer a salir de la prostitución y es mentira. A mí este movimiento me perjudica más que me ayuda.
Ellas quieren abolir la prostitución porque le echan la culpa al hombre de que esto pase. Yo no considero que el hombre tenga la culpa. Al revés, si no fuera por ellos yo y otras compañeras no comeríamos todos los meses. Estaría en la calle.
Lo que ellas quieren hacer de prohibir la prostitución es matarnos de hambre. A mí me quieren sacar de ahí pero no me dan un trabajo digno, ni la seguridad de pagar mis facturas. Me sacas de la prostitución, genial, pero ¿Después qué? ¿La calle?
¿Estás de acuerdo en la afirmación de que las mujeres que ejercen la prostitución están siendo violadas?
Para nada. En la prostitución voluntaria no estás siendo violada por los hombres, estás siendo violada por ti misma. Te sientes violada pero no por ellos, porque tú les das tu consentimiento a cambio de dinero. Es un fallo contigo misma.
Del único tipo de cliente que me quejo en ese sentido es del que cree que por pagar todo vale y no es así. El sexo no es una película porno. Los demás son respetuosos porque lo hacen por necesidad física, psicológica o vete a saber. Por esa parte estoy agradecida a los hombres que necesitan este servicio. Porque que no se olvida, lo mismo que hay hombres que pagan por sexo porque lo necesitan también hay mujeres que pagan por ello. Y nadie dice nada.
¿Qué opinas sobre la creación de un sindicato de trabajadoras sexuales? ¿Crees que la solución a los problemas de la prostitución pasan por hacerla legal?
Hombre, sería genial que se legalizara. Primero creo que se reduciría el tema de las chicas que están esclavizadas. Además todo lo que estoy trabajando no lo cotizo. Si me llevo en esto muchos años porque mi país no me ampara ni me da un trabajo con un sueldo digno cuando llegue a vieja me voy a morir de hambre igual porque no tendré derecho a pensión. Y tampoco podré dedicarme a esto.
¿Sientes que hay clientes que te buscan no solo para lo sexual sino para la parte psicológica?
Casi todo el tiempo. Cada uno es diferente con problemas diferentes y tengo que saber como actuar para reconfortarlos y que se sientan a gusto conmigo para que vuelvan. La prostitución tiene un factor psicológico bastante grande que pocas veces se ve. Algunos buscan la aprobación que no tienen en casa de las prácticas «pertubadoras» que quieren llevar a cabo. Sobre todo buscan no ser juzgados. Yo les doy esa aprobación y les convenzo de que eso que les gusta no es tan raro, aunque sea algo realmente traumatizante.
Cuando no hay trabajo, ¿Qué sueles hacer? ¿Modificas tus anuncios? ¿Qué prácticas atraen más clientes?
Lo que más atrae es hacerlo todo sin preservativo. Y yo a eso me negaba, así que tuve que abrir el abanico del sadomasoquismo y la dominación. Pero no hacia mí, hacia ellos. Para liviano pensar que eres tú la que domina pero no es nada fácil. En las prostitución todo vale, tanto para mí como para ellos.
Yo algunas cosas que me piden los considero transtornos sexuales. He tenido varios tipos de sumisos: Esta el que solo quere que le pegues, que se masturba oliendo mis pies o el que quiere que le pellizque los pezones y lo humille verbalmente. También les gusta que los obligue a hacerme tareas del hogar .
Después está el más duro; el que quiere que le escupas en la boca o le hagas una lluvia dorada también en la boca. Les gusta que les clave el tacón en el culo, los testículos, que les partas la cara a tortas. Incluso me han pedido que simule una violación anal con un arnés. Les llega a sangrar el ano pero ellos me piden más.
Este apartado lo abrí para ganar más dinero pero ha habido veces que me he planteado que no me compensa. Porque mentalmente me deja destrozada.Yo nunca sé lo que me entra por la puerta, no sé si viene borracho, drogado… Imagínate con esta gente.
Yo no soy capaz de hacer daño… y esto para mí es de lo más duro de la prostitución. De hecho el día que lo he hecho me he tenido que ir de mi casa y he llegado a estar tres días con imágenes de la sesión en la cabeza. Horrible.
¿Lo más raro que te hayan pedido?
Muchas cosas. Pero lo más sorprendente fue que un cliente me pagó la media hora solo para dormir abrazados.
¿Algún cliente se ha enamorado de ti?
Sí, un muchacho de veintiséis años. Incluso me invitó a comer y quería «salvarme» de esto. Pero fui sincera y le dije que no me gustaba. El día de la despedida se le saltaron las lágrimas. No voy a engañar a nadie para salir de esto. Hubo otro que tuvo que dejar de venir porque le gustaba demasiado. Cuando se le pasó el encaprichamiento volvió, no tanto pero viene de vez en cuando.
¿Qué tipos de clientes sueles recibir?
Están los jóvenes, que son pura energía y solo quieren vivir una peli porno. Algunos disfrutan haciéndote daño, se sienten más «hombres». Esos son los que menos quiero atender, he llegado a sangrar con ellos. Verbalmente son muy de humillar. Para ellos no eres una prostituta, sino una puta.
Después están los de treinta a cuarenta que quieren el sexo morboso. Son más fetichistas. Quieren hablar y les gusta el sexo más normal. Incluso quieren que vaya a su casa pero yo me niego siempre.
Los de cuarenta para arriba. Les gusta el sexo muy lento. Les gusta contemplar mi cuerpo, los abrazos, halagarme… lo último es el sexo. A veces te hacen sentir mal sin querer, ellos piensas que yo disfruto con ellos y como no me gusta mentir me siento mal. La mayoría no quieren lavarse, los tengo que obligar e incluso lavarlos yo. Me quieren besar, que para mí es algo prohibido.
¿Alguna vez te ha llamado algún conocido tuyo o de tu familia?
Sí y no lo supe hasta que abrí la puerta. Han sido varios. Uno por respeto a mi familia se fue sin hacer nada. Otro sin embargo se quedó y me confesó que se sentía atraído por mi desde que yo tenía catorce años. También entró por la puerta un chico con el que ya me acosté hace seis años. Y nos acostamos, pero esta vez, pagando.
¿Te has encontrado a tus clientes fuera del ámbito de la prostitución?
Sí. Algunos me saludan, otros me abrazan. Y otros por el tema de la confidencialidad me ignoran. La prostitución es dura porque al final todo el mundo se entera, y más en una localidad pequeña como esta. Una vez un cliente le dijo a la que era mi mejor amiga que si era amiga de la puta.
¿Cómo sobrellevas la prostitución?
Sé que algunas chicas se drogan para poder hacer esto. Yo nunca me he drogado, ni siquiera he bebido. Es muy duro de llevar. Yo me hacía autoterapia. Tenía a un solo hombre al lado para poder recordar lo que era follar con sentimiento. Él me recordaba quien soy, por qué debo seguir luchando… él era el último que me tocaba.
Hacía que me volvieran a gustar cosas que ya no me gustaban y podía dormir tranquila y sin pesadillas. El problema es que al día siguiente es otro choque de realidad. Muy duro.