Hablar de Jane Russell es hablar de los pechos más famosos de la gran pantalla. En otras ediciones de Pin-ups de ayer y de siempre hemos visto como cada protagonista tenía su propio sello de identidad: Mansfield sus curvas de infarto, Veronica su peek-a-boo o Hedy sus salvajes ojos verdes. Russell no es menos que ellas, sus prominentes pechos volvieron loco al magnate Howard Huges e inspiraron el busto puntiagudo tan popular a mediados de siglo.
A diferencia de otras estrellas de esta sección, Jane no tuvo unos inicios especialmente duros ni provenía de una familia humilde, aunque sí tiene algo en común con el resto; fue bautizada con un nombre poco agraciado (por no decir hortera). El 21 de junio de 1921 nace en Minnesota Ernestine Jane Geraldine Russell. Hija de una actriz y un militar de las Fuerzas Armadas de EE.UU, tras el fallecimiento de este decide empezar a trabajar para ayudar a mantener a sus cuatro hermanos.
Comienza a ganarse el pan siendo modelo y participando en diversos anuncios de televisión (la mayoría de ellos de sujetadores). Su gran belleza era su mejor carta de presentación y pronto ganó lo suficiente como para poder pagarse las clases de interpretación, canto y piano. Aprendió a ser actriz de la mano de su madre y de la famosa Maria Ouspenskaya. Aún con todo, no había llegado el momento de brillar para Jane.
Todavía no alcanzados los 20, compagina su trabajo como maniquí con el de secretaria de un médico. Precisamente es en la consulta donde el magnate Howard Hughes la descubre y decide contratarla para la película El Forajido (1943). El filme fue un auténtico bombazo pese a que había tardado casi tres años en estrenarse. ¿La razón?: el pecho de Russell. La productora había distribuido una serie de imágenes promocionales en las que Jane aparecía acostada en un lecho de paja con un simple vestido cuyo tirante se deslizaba sugerentemente sobre el hombro de la actriz. Las ilustraciones y el contenido de la película hicieron que la censura la dejase guardada en el cajón durante un buen tiempo.
Los pechos de Russell no solo causaron furor en el público, sino que hipnotizaron a Hughes. Obsesionado, encargó a uno de sus ingenieros aeronáuticos la creación de un sujetador que hiciera el busto puntiagudo. Nacía entonces el sujetador bala. Obviamente, debe su nombre a la forma cónica de su copa. Se dice que Jane se negó a utilizarlo y que optó, en su lugar, por rellenar su brasier de pañuelos de papel.
Quienes sí lo utilizaron y popularizaron fueron el resto de las actrices, como Marilyn Monroe, Elisabeth Taylor o Rita Hayworth, que solían combinarlo con suéteres muy ajustados para acentuar su efecto. El sujetador bala tuvo una vida corta pero intensa, conquistó los pechos femeninos entre los años 40 y 50. Los movimientos feministas de los 60 rechazaron una prenda considerada ‘opresiva para la mujer’ y esto fue todo para el invento de Hughes, aunque Madonna le daría su particular homenaje en los 80.
Por supuesto, Russell destacaba en el cine por algo más que su ‘pechonalidad’ e hizo de las comedias su especialidad. Participó en 25 filmes, aunque su época dorada fue en los años 50. Una década después del estreno de su primera película, coprotagoniza Los caballeros las prefieren rubias junto a Norma Jeane, un auténtico bombazo, aunque Russell quedó eclipsada por la intérprete de ‘Diamonds are a girl’s best friend’. Podría desquitarse dos años después con la llegada a la gran pantalla de la secuela Los caballeros se casan con las morenas.
Como ocurrió con otras muchas pin-ups, la llegada de los 60 supuso una ruptura total con su estilo. El cine y la estética femenina habían cambiado radicalmente y la mayoría de pin-ups se vieron obligadas a retirarse a un segundo plano al no encontrar su hueco. Russell no fue distinta, sus películas durante esa década comenzaron a espaciarse cada vez más y a ser de menor categoría. En los 70 da un giro a su carrera; empieza a trabajar en televisión y en Broadway, también retoma su carrera como modelo de sujetadores, esta vez, adaptándose a los de una mujer más madura.
Su carrera en las series televisivas no fue nada desdeñable y, desde luego, le fue mejor que a algunas de sus coetáneas. Aún con todo, Russell decidió centrarse en su familia. Casada en tres ocasiones, adoptó otros tantos niños tras descubrir que no podía ser madre de forma biológica. Junto con su primer marido, el jugador de fútbol americano, Bob Waterfield, creó en 1955 la Fundación Mundial para la Adopción Internacional. Esta iniciativa, pionera en sus años, facilitaba la adopción de niños extranjeros por parte de matrimonios estadounidenses. Las cifras hablan de más de 50.000 niños recolocados en familias norteamericanas, labor reconocida en 1989 con el Women’s International Center Living Legacy Award.
Vivió retirada en su casa de Santa María (California) desde 1986 hasta su muerte el 28 de febrero de 2011. Una enfermedad respiratoria se llevó a una de las actrices más icónicas de mediados de siglo a la edad de 89 años. Mantuvo una vida tranquila durante sus últimos años, aunque se decía que podía verse a una Jane de pelo plateado y curvas aún de escándalo pasearse por los clubs sociales de California vestida al estilo de los 40. Como si supiese que ya era leyenda, Russell se negó a dejarse esfumar por el tiempo y se machó como lo que fue en vida, una auténtica estrella.