Las mujeres de Klimt: amantes y musas

De Gustav Klimt, pintor austriaco de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, nunca se habla sobre su sexualidad y solo se remite al simbolismo erótico de sus pintura. Klimt nunca se casó y en palabras de sus hermanas “era un hombre bastante aburrido al que le gustaba acostarse pronto y que solo vestía con túnica y sandalias”.

Sin embargo, la realidad es bien distinta: era una persona con un gran apetito sexual, que se obsesionaba por las modelos que posaban para él,  en especial por las mujeres pelirrojas. Tal es así que al final de su vida se presentaron 14 demandas de paternidad, pero se terminó por reconocer a cuatro de esos posibles hijos, además de haber tenido otros tres legítimos.

Hilda Roch retratada como el mito de Danaë. |Fuente: Wikipedia.

De estos tres, uno fue de María Ucicka, una lavandera de Praga que posó para él. Los otros dos fueron de Mizzi Zimmermann, quien fuera modelo y amante del artista y que posó para él estando embarazada de su segundo hijo (en «Hope I», 1903). Este hijo murió repentinamente un año después y Gustav le retrató en un boceto al que terminó añadiendo figuras oscuras de fondo en representación de la desgracia y de la enfermedad.

Klimt expresó en su dibujo la realidad de las mujeres de la época mostrando la represión sexual que había en Austria en 1900 y acabando con siglos de ocultamiento de la sexualidad femenina. Esto se muestra en los numerosos bocetos que salieron a la luz en los que se mostraba a las mujeres en poses sugerentes en las que expresaban abiertamente, relajadas dormitando, bebiendo y masturbándose.

«El beso» está cargada de simbología sexual. | Fuente: Wikipedia.

Klimt no tenía pudor en mostrar el erotismo femenino ni siquiera en figuras míticas o religiosas: como pueden ser Danaë o Judith. De hecho Klimt creía en la superioridad erótica de la mujer y en su obra se muestra el simbolismo sensual: las expresiones de descaro, los dorados y los motivos geométricos de las vestimentas y los tocados de sus personajes.

A pesar de ser el pintor más famoso de la Viena de finales de siglo esto no evito que muchas de sus obras fuesen consideradas escandalosas para la época y fuesen tachadas de pornografía y exceso de perversión. Especialmente las de las facultades de medicina, filosofía y jurisprudencia de la universidad de Viena que fueron destruidas en 1945 tras la invasión de Austria por parte de los nazis y de las que solo se conservan bocetos. De hecho la única obra que no se consideró un escándalo fue “El beso” (que al principio fue titulada por el propio autor como “Los amantes”).

Emilie Flöge posando para Klimt. | Fuente: Wikipedia.

Sin embargo esta obra está cargada de simbología sexual: las formas rectangulares en el hombre hacen referencia al falo masculino y los círculos en la mujer aluden a la feminidad, además de los filamentos dorados bajo la mujer que aluden a su fertilidad. No se sabe con certeza quién es la modelo de la obra pero entre las dos candidatas más probables se encuentran Emilie Flöge y Adele Bloch-Bauer.

La primera, Emilie Flöge, fue la mejor amiga del pintor durante más de 20 años, una diseñadora bohemia de Viena a la que retrató cuatro veces que se resignó a ser la eterna compañera de Gustav. Sabía que era incapaz de comprometerse y además terminaba obsesionándose con las modelos que posando para él y acostándose con muchas de ellas, la gran mayoría damas de la alta sociedad vienesa. Por ello el amor que tenía Emilie hacia Gustav era platónico, simplemente no correspondido.

Adele Bloch-Bauer como Judith. | Fuente: Wikipedia.

La otra candidata, Adele Bloch-Bauer, a la que dibujó dos veces, provenía de una familia de banqueros y era una dama de la alta sociedad vienesa que fue su amante. La retrató representando la historia bíblica de Judith (en «Judith I», 1901) pero con la metáfora de que el hombre caía muerto ante el poder sexual de la mujer en una suerte de perversión masoquista.

También se ha teorizado con la posibilidad de que fuese Hilda Roth («Goldfish», 1902), que también fue inspiración para muchas de sus obras pero, dado que Klimt era muy reacio a hablar de sus obras y dar explicaciones de su vida privada, estas son sólo hipótesis. Por su parte otra de las teorías dice que el hombre del cuadro pudiera ser un autoretrato del propio artista.

Finalmente, en febrero de 1918 sufrió un ataque que le paralizó la parte derecha del cuerpo y que le impidió volver a pintar. Fue hospitalizado y detestaba la idea de que cualquier mujer pudiera verle en un estado tan frágil y deplorable por lo que sólo permitió que le visitase su eterna amiga Emilie Flöge. Ese mismo mes sufrió una neumonía que terminó con su vida.

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