Gotas de sudor caen de mi frente. No puedo más. Mis piernas no rinden, no paran de moverse. Estoy a punto. ¿Cuánto me queda? ¿Cinco minutos? No dejo de jadear, de sudar, de moverme. Quiero acabar ya, pero a la vez no, estoy disfrutándolo.

Oigo un ruido en la puerta. Lo ignoro. Quiero continuar, necesito llegar ya. Lo oigo otra vez, es el timbre. Lo ignoro por segunda vez. ¿Dos minutos? Mis jadeos aumentan, mi movimiento de piernas acelera, un último esfuerzo, no me queda nada. El timbre suena otra vez, una, dos, tres timbrazos.

-¡JODER! ¡VOY!

Quién coño será ahora. Me bajo de la bicicleta, cojo mi toalla y me seco el sudor de la cara, olvidando el de mis pechos. Abro la puerta y me choco con alguien. Estaba demasiado cerca. Me viene un olor a colonia muy familiar. El agradable olor se sustituye por un mal presentimiento inmediato. Me separo y, efectivamente, es él.

-¿Qué coño quieres?

-Vaya, qué agradable bienvenida.

Mi vecino. Creía que se había mudado, pero al ver una maleta deduje que estaba de viaje.

-Repito, ¿qué quieres?

-Qué desagradable estás, ¿aún me guardas rencor?

Prototipo de vecino ideal | Fuente: http://rumberanetwork105.com/

Para que os enteréis, hace unos meses me acostaba con David, mi vecino. Lo dejé con mi novio y yo que tengo la libido muy alta necesitaba desahogarme. Estando bueno y cerca me lo sirvieron en bandeja. Pero me enteré que se estaba acostando con mi mejor amiga. Aquel chico misterioso del cuál Laura hablaba tanto, pues era él. ¡Lo peor es que él lo sabía! Laura se enfadó conmigo aún sin yo tener la culpa y nos distanciamos.

-Hombre, ¿tú qué crees? Aún no me has dicho para qué has venido.

No contesta. Le miro por un momento y sus ojos están fijos en mis pechos. Me pongo cachonda. ¿Por qué? Joder. Veo que se relame el labio inferior y suelta la mochila que colgaba de su hombro. Recorre con sus ojos todo mi cuerpo. Como estaba haciendo ejercicio llevo el típico top deportivo, he de decir que este me viene un poco estrecho, por lo tanto mis pechos estaban más apretados, y unos leggins. Sé que a él le encantan los leggins.

Se acerca. Me alejo. Y habla.

-Ya no me acuerdo para qué había venido.

Típico en los tíos, ven un par de pechos bien puestos y se callan. No digo nada, seguía mirándole. Me fijo en su camiseta. Veo el músculo de sus brazos, la forma de su cuerpo, su bronceado. Miro sus ojos, esos ojos verdes que me encantan. Me acerco. ¿Qué cojones estoy haciendo? Al darme cuenta de lo que estaba haciendo me alejé, aquí no puede pasar nada. En el momento en el que hacía el intento de alejarme, David estiró su brazo, me cogió de la cintura y me acercó a él. Estábamos muy cerca, y yo muy sudada.

Pon tus manos bajo mis bragas
Pon tus manos bajo mis bragas | Fuente: WeHeartIt

-Aunque creo que ya se me están ocurriendo otras cosas para hacer.

Mientras decía eso su mano se movió por toda mi silueta. Me tocó la mejilla, me rozó el cuello, pasó por la curva de mis pechos, evitó la cintura y acabó en mi glúteo. Primero apoyó la palma de la mano, luego lo agarró bien fuerte. Gemí. Mierda. ¿Por qué he gemido? Él sonrió. Joder, algo más para subir su ego.

Sin decir nada, pasó de mi glúteo a la zona delantera. Estoy mojada, muy mojada. Lo va a notar. No puede saber que me he puesto cachonda con él  y con tan poca cosa. Apoyó su mano en mi coño y lo apretó. Involuntariamente abrí más las piernas, quería, necesitaba que tocara más. Le cogí el cuello. Estoy empezando a perder el control. Él lo notó, y seguido de eso noté su bulto en mi vientre. Eso me puso aún más cachonda, y conociéndome, él ya lo sabía. Sabía que me tenía dominada, que podía hacer conmigo lo que quisiera, me puede follar en el mismo portal para que todos los vecinos nos oyeran, que a mí no me importaría.

Me empotró en la pared y me empezó a besar el cuello. Jugó con su lengua. Me volvía loca, esa zona es mi punto débil y ya, definitivamente, había perdido el control. Hice que me cogiera en brazos, envolví mis piernas en su cintura y así estaba, apoyada en la pared mientras él me comía el cuello. Gemí. Le agarré de su pelo negro, lo estiré, sabía que eso le gustaba y gimió. Aproveché y me dirigí a su cuello, le mordí, chupé, besé, quería que gimiera otra vez. Y así hizo. Acto seguido me bajó y se quedó quieto. Vi que no reaccionaba, así que le cogí del cuello de la camiseta y lo llevé dentro de casa. Me apartó, quedándonos en la puerta.

Beso sexual en el cuello
Beso en el cuello | Fuente: Tumblr

-¿A dónde crees que me llevas?

-¿Perdón? ¿Tú qué crees? Sabía que eras idiota, pero no tanto.

Vi que sonreía. ¿Por qué no se movía?

-Estaba seguro de que te iba a poner cachonda, pero no tan rápido.

No dije nada, ¿de qué va todo esto? Tenía que pensar, esto no iba a quedar así. Este chaval me va a empotrar sí o sí.

-Ahora no dices nada eh. Solo venía a decirte que estoy saliendo con Laura, que quiere reconciliarse contigo. Pero me abres con ese escote y joder, uno se empalma y pierde el control.

¿Cómo? No puede ser. ¿Laura saliendo con este? Qué coño le pasa a esta chica en la cabeza. Vale que se lo quiera follar una y mil veces, pero, ¿ir enserio con él? La lleva clara. Pero saber todo esto me ha puesto aún más cachonda. Lo prohibido, el morbo, ha aumentado mi calor y mis ganas de abrirme de piernas. Sonreí. Conozco perfectamente los puntos débiles de David, va a acabar entre mis muslos, eso lo sé. Me acerqué.

Notaba que se ponía más tenso, pero a la vez más cachondo. Sé que también le va las relaciones prohibidas. Dejé caer un tirante de mi top, vi que abría mucho los ojos y sus pupilas se dilataban. Bajé la mirada rápidamente  y me di cuenta de que se me veía un pezón. Genial, sin quererlo ya he usado una de mis armas. Aproveché y me bajé el otro tirante. Poco iba a durarme puesto. Me acerqué más, él no se movió.

Noté otra vez su bulto, esta vez más hinchado. Ya le tenía.

-Entonces…  ¿Seguro que no quieres follarme como lo hacías antes?…  Sabes que gimo mucho, sé que eso te encanta. ¿Te acuerdas como gritaba?

-Para no acordarme. – Se calló un momento. No sabía que iba a hacer, hasta que dijo – A la mierda.

Cerró de un portazo y volvió a cogerme en brazos. Esta vez no me empotró en la pared, me sentó en la primera mesa que encontró. Terminó por quitarme el top, por fin. Se volvió loco, empezó a chuparme los pezones, agarrarme las tetas, me los estimulaba. Yo estaba literalmente chorreando. Quiero que baje y pase mi lengua por mi querido coño.

Sexo en la mesa
Sexo en la mesa | Tumblr

Como si me hubiese leído la mente me quitó los leggins en un solo movimiento, rápido. Vaya, tenía mucha practica desnudando a chicas. Fue a quitarme el tanga y sorpresa para él, no llevaba ropa interior. Me fijé en su bulto, le iba a reventar, el botón de su vaquero no iba a durar mucho, así que le hice un favor. Antes de que empezara a tocarme le desabroché el botón, él lo entendió y se quitó el pantalón, quedando en calzoncillos. La punta de su pene se le salía, joder, estoy muy cachonda. Se dio cuenta de lo que miraba, me empujó quedando tumbada en la mesa, me abrió bien las piernas y metió su cabeza entre ellas.

Vi en su rostro lo sorprendido que estaba, ¿tan mojado lo tenía? Seguro que sí, no sé ni por qué lo pregunto. Me miró, sus ojos ardían. Sabía que le encantaba que le dejara con la cara empapada, y así pasó. Se metió otra vez, esta vez para darme placer. Pasó su lengua por toda la zona, la metió dentro de mi coño provocando que más flujo saliera de mi coño. Gemía.

Sudaba. Me abría más. Y se puso en mi clítoris, hinchado por mi excitación, lo chupó en círculos, rápido, muy rápido. Notaba la fuerza de su lengua haciendo presión sobre mi sexo, chupaba de arriba abajo, de izquierda a derecha. De vez en cuando me pasaba la lengua por todo el coño, terminando más fuerte arriba. Quería más, mucho más.

Me abrí de piernas lo máximo posible, quería que se moviera libremente y lo más cómodo posible por ahí abajo. Escupió en mi coño, y movió rápidamente sus dedos por mi clítoris, por estar tan mojada y resbaladiza se movían muy rápido, después de muchos gemidos continuó con la lengua. Le agarraba del pelo, le apretaba tanto hacia mi coño que pensaba que se iba a ahogar. Gemía, no paraba de gritar, me iba a correr.

Me contraje, él lo notó, empezó a meterme cuatro dedos mientras me chupaba el clítoris, le agarraba del pelo más fuerte, se oía el flujo, se oía lo húmedo que estaba como si fuera el chorro del agua. No aguantaba más, estallé. Me corrí como hacía tiempo que no lo hacía. Gemí. Gemí muy alto. Mis piernas temblando, mi clítoris palpitando. El flujo caía por mi pierna.

Me fijé en su cara, estaba sonriendo, mientras le caían gotas de mi corrida por su cara.

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