La palabra de seguridad empleada en el BDSM es la palabra que dice el bottom cuando quieres parar una sesión o un juego previamente consensuado entre Top y bottom, dando igual el tiempo que haya pasado desde que se consensuó esa práctica.
Esta palabra se emplea en el BDSM para que no haya lugar a dudas de cuando se quiere parar un juego pues en muchas ocasiones parte de la diversión está en tratar de evitar un azote, liberar tensión o simplemente llevar la contraria. Es por esto que el sumiso puede decir «¡No, no, no…!» o «¡Para, para, para!» sin tener una intención real de terminar con el juego.
La recomendación habitual que se les hace a los novatos es que siempre se debe jugar con palabra de seguridad, sobre todo cuando se empiezan a explorar los límites. Sin embargo, aunque se trate de dinámicas de juego SSC, RACSA o metaconsenso (que dan para otro artículo más amplio) o prácticas como la simulación de un secuestro es altamente recomendable que esté presente.
Y esto es una responsabilidad de todas las personas que sesionan, porque se trata de un juego entre dos personas (o más): quien domina y quien se deja dominar y por eso la responsabilidad de que se juegue con la palabra de seguridad es compartida por todas las partes.
El único caso en el que la responsabilidad es del Top es cuando has dicho la palabra de seguridad y no se para, ahí sí que es responsabilidad exclusiva del Top. Pero quiero dejar muy claro que no es solo culpa del Top jugar sin ella sino también del bottom. Es responsabilidad de ambos puesto que se trata de un juego entre las dos partes:
La palabra de seguridad debe ser fácil de recordar y que no tenga nada que ver con el contexto del juego.
El bottom usará la palabra para protegerse a sí mismo si algo va mal y saber hasta dónde puede llegar y si no puede entonces ser capaz de decirla y parar el juego, siempre velando por su salud. En ningún caso es malo parar, al contrario, implica que la persona es consciente de sus limitaciones y quiere ir con cautela.
Por su parte el Top debe ser muy consciente de lo que supone jugar con alguien que de primeras dice que no tiene límites o que no necesita la palabra de seguridad, especialmente si se trata de alguien que está empezando en el BDSM. Esto incluso puede llegar al punto de que suponga un problema de carácter penal para el Top.
Además es importante que quien domina se preocupe de que esa palabra de seguridad esté ahí y que te recuerde antes de la sesión que puedes parar cuando te sientas mal, no puedas más o creas que algo no va como debería.
Tampoco la palabra de seguridad es un comodín del público y puedas utilizarlo así porque sí. Si la utilizas a menudo entonces deberías valorar si los límites que tienes son realistas o no. En ningún caso es malo tener límites considerados «bajos», de hecho es mejor tenerlos bajos e ir descubriendo la tolerancia que tienes ante el dolor en vez de hacerlo de golpe porque puede ser muy traumático si no se hace bien. Aun así el hecho de considerarlos bajos es bastante subjetivo y depende de la tolerancia de cada persona.
El paso más fácil para conocer los límites de la otra persona es saber si todo va bien y también cuando parar y para ello están: la ya mencionada palabra de seguridad, la escala del uno al diez, el semáforo y el objeto de seguridad:
La escala de números se emplea principalmente cuando se trata de la práctica del spank (que incluye azotar con la mano, la pala, el látigo, una fusta…). Puede ir del uno al diez (habitualmente) o del uno al cien. El funcionamiento es simple: el uno es que no te duele, el cinco que es aceptable y el diez que no puedes aguantar el dolor. Lo recomendable es que se vaya subiendo del uno y no pasar del ocho que estaría rozando el límite con lo que ya resulta desagradable, el ideal estaría entre el seis y el ocho.
El semáforo se aplica de manera similar a la escala de números pero más simple: verde es que todo está bien, naranja/amarillo que se está pasando pero es tolerable o que se quiere terminar esa práctica específica y rojo es que se quiere parar la sesión de inmediato.
El objeto de seguridad debe ser algo que se sostenga en la mano y sirva para parar el juego en el caso de que no se pueda hablar (por tener una mordaza que no permita el habla, por ejemplo). Entre los objetos más comunes y que se pueden encontrar en casa o en cualquier tienda están: el cascabel, la canica o algo que suene si cae al suelo o si lo golpeamos contra un mueble o una pared (unas llaves podrían valer).
Lo primordial ante todo es conocerse uno mismo y a partir de ahí revisar qué estás dispuesto a dar y tener muy claro que lo que te nace hacer con una persona te puede no nacer con otra. Lo habitual es que con cada persona tengas prácticas y límites distintos a los que tienes con otra. En este caso también es relevante saber si la persona tiene nociones básicas de primeros auxilios y conocimiento de la práctica que va a realizar, ya sea shibari, asfixia o medical.