Sabemos que el amor, en la mayoría de los casos, comienza debido a un explosivo cóctel conformado por dopamina, norepinefrina y serotonina. Lo siento si no estoy siendo del todo romántica en este momento pero es más que probable que ese no dormir y quedarte pensando en tu pareja o en la persona que te gusta, echarle de menos con intensidad cuando te falta durante los primeros días de relación o incluso perder peso porque no te apetece ni comer, ha sido experimentado por todos alguna vez en la vida, es normal y natural.
Ahora, pongamos que cuando esto se produce, cuando estas hormonas emanan y se expanden por todo nuestro cuerpo y consiguen generar un efecto que sobrepasa el límite corporal, es correspondido.
¡Genial!, estupendo, más tarde o más temprano llegará el sexo (o no, pero eso es otra cuestión) y es más que posible que nuestro concepto del sexo desde que se comienza a practicar las primeras veces tenga relación con estas sensaciones. Vuelvo a decir, es lo natural.
Probablemente esta forma que tienen los neurotransmisores de activarse sea lo único natural que se puede experimentar con respecto al amor y al sexo. Con el paso del tiempo, te acabas dando cuenta de otros factores, los sentimientos se modifican, el tipo de relación también, todo comienza a fluir hacia algún sentido y empujado por algo más que las hormonas.
Valores, entendimiento, crecimiento personal, comprensión… son otro tipo de aspectos que nos podemos encontrar cuando hablamos de crear una relación con alguien. Muchos tienen que ver (o creemos que tienen que ver) con uno mismo, con lo que es como individuo, sin embargo, muchos otros tienen un componente social más evidente. Incluso tan evidente e intrínseco que no nos ha dado por pararnos a reflexionar sobre ellos.
Y tras toda esta introducción voy al meollo del asunto, ¿tenemos una visión del sexo que se ha visto minada por las construcciones sociales? Por supuesto que sí. Binariamente hablando, ¿Se nos enseña a percibir el sexo de forma diferente a hombres y a mujeres? Por supuesto que sí también.
¿Sexo sano? El consentido
Hace poco estuve hablando con una amiga y quería compartir las diferentes impresiones con vosotros. Es posible que si estáis leyendo esto, estáis en esta página tengáis una opinión muy liberal (aunque no me guste esa palabra realmente) sobre el sexo. Pero eso no es el caso de todas e incluso, por muy abierta que sea una persona se puede llegar a limitar con respecto al sexo y a la forma de practicarlo.
Hay personas, y me incluyo dentro de este grupo, que pueden recibir varios estímulos diferentes que hagan que su deseo sexual se despierte. No solo tiene que ser hacia tu pareja (o parejas sexuales), puede ir más allá de tu orientación sexual e incluso de tus gustos particulares. Puede llegar a desarrollarse como una nueva vía de comunicación entre una persona ajena a ti y puede desenvolverse en un área de amistad y cuidados.
No hablo de tener un follamigo o una follamiga, hablo de sentirte atraído por la idea de conectar y sentir más a una persona. Sin dramas y sin tener que etiquetar la relación de manera diferente solo porque hayas incluido este elemento.
Estigmatización y afirmaciones universales
Parece que es algo que, en ocasiones, está estigmatizado si no eres adolescente y tienes ganas de experimentar y es más que probable que si eres mujer sea peor.
Existen diversos artículos, un libro, reflexiones y opiniones que parten del mantra «los hombres quieren sexo; las mujeres necesitan amor» ya debatiremos sobre eso, porque ese tema tiene telita. Pero como sucede con las grandes afirmaciones universales a menudo son aceptadas y no nos preguntamos ni el por qué de ello.
Esta afirmación en concreto suele tener muchas connotaciones que desembocan en la forma en la que tienen las mujeres y los hombres de entender el deseo sexual y suelen estar mucho más arraigadas de lo que uno se imagina. Incluso personas que pertenecen al colectivo LGBTI+ aunque hayan decidido romper con lo establecido en cuestiones relacionadas con el amor y el sexo, suelen tener ciertos pensamientos de los cuales les cuesta desprenderse aunque les puedan llegar a suponer una contradicción.
Personas heteros, personas del colectivo LGBTI+, el deseo sexual si es respetuoso, adulto, sincero y no daña a nadie, no es malo ni tiene unas pautas que seguir para que crezca.
Vínculos emocionales fuertes y comprensión
Estrechar lazos con una persona, recibir dosis de información y descargas de sensaciones que se traducen como aspectos positivos en tu día a día, que te hacen ser feliz y te hacen crecer, pueden conseguir que desarrolles un deseo sexual por una persona y eso nunca es malo ni negativo. Así que no te ataques por ello, ni lo examines como algo malo.
¿Qué es lo peor que podría pasar si fuese correspondido? Que conseguirías crear junto a otra persona una pequeña revolución doméstica fuera de las etiquetas y normas establecidas hasta el momento.
En definitiva, no hay que dejar que personas externas opinen o impongan cuáles deben ser los límites de la comunicación o de la forma de expresar y recibir amor, comprensión o simplemente pasión.