Tras una conversación que surgió entre los miembros de El Sexo Mandamiento después de descubrir que una mujer casi muere por intentar recrear una escena de 50 sombras de Grey, salió la idea de hablar de experiencias reales que hubiésemos vivido y aquí me lanzo yo y espero abrir el camino a mis compañeros y compañeras.
Como bien sabemos, el sexo en la vida real no es como en las películas porno. Tampoco lo es como en el cine erótico. Entonces, al menos yo, he vivido situaciones que vistas desde la distancia hacen bastante gracia (o no).
Y porque no he tenido una cámara filmándome (¡MENTIRA! Pero de eso hablaremos luego) para verme el jeto mientras yo creía que estaba rebosando erotismo pero en realidad estaba poniendo una cara peor que cuando tienes ganas de estornudar pero no termina de salir.
Demasiada diversión y demasiado aburrimiento
Hilándolo con la noticia de 50 sombras de Grey y hablando de una de mis experiencias con el BDSM.
La chica en cuestión con la que pasó esto me estaba golpeando en la cara y le dije de antemano que no me golpease más de una vez en el mismo sitio, ¿qué pasó? Que esto no se cumplió del todo, cosas del éxtasis sexual.Acabé teniendo que parar el momento, incorporándome y llevándome la cabeza a las piernas del mareo que me había ocasionado esto.
Pero, bueno, al fin y al cabo, esto pasó por excedernos en la diversión. Y ahora voy al aburrimiento más grande con el que me he encontrado en mi vida.
De cuando todavía mantenía relaciones sexuales con hombres recuerdo una vez un momento de calentón nocturno en la playa, en donde acabé estampada contra una sombrilla de madera. Todo muy bien hasta aquí, ¿verdad?
Bueno, contextualizo. El susodicho en cuestión se ha venido bastante arriba. Por lo visto ligaba mucho, era muy guapo, estudiaba medicina, blablabla… Pues no sabía muy bien dónde estaba tocando (que quizás era culpa mía, oye, y con otras personas podía conectar mejor sexualmente).
Creo que empecé a repasar lo que tenía que hacer esa semana en la facultad. Sigo sin saber descifrar qué era lo que estaba haciendo. Todavía me cuesta entender si lo que pretendía era masturbarme o no.
Esos momentos que «no se notan» pero tú sabes que algo no va del todo bien
Luego están esos momentos en los que algo raro notas que estás haciendo indebidamente o la cosa no va demasiado fluida y piensas: ¡parecemos primos, joder!
Recuerdo mi primer trío.
Yo, ilusionada y venida arriba cual diosa del sexo, hasta que entro en faena y ojalá no se notase desde fuera pero no dejaba de pensar: «¿y ahora qué hago?, ¿y si me meto por aquí?», «A ver, esta pierna fuera», «¿y esto se podrá hacer de forma simultá…. NO!»
Ahora, eso sí, este recuerdo me da la vida todavía a día de hoy.
Las pilladas
Quiero hablar de mi primera pillada cuando era una joven adolescente que se metía mano con su amiga en un portón y mientras dicha amiga tenía mi teta en la boca, una señora mayor sale de la puerta del garaje que teníamos al lado.
Muy escondidas no estábamos, no. Y la chapa de la señora fue de 10 y había joyas como: «¡Desvergonzadas, que no sabéis lo que estáis haciendo!»
Y yo solo podía pensar: «Vale, señora, ¿me puede dejar que me vuelva a meter la teta en el sujetador y ya me sigue usted gritando? Por favor.»
Volviendo a lo de filmarse…
Para terminar, retomo lo del tema de grabarse follando.
No sé vosotros pero yo la primera vez que esto pasó (y aprendí para las siguientes) y me lo propusieron, acepté encantadísima, me gustó mucho la experiencia y luego tuve la genial idea de ver el vídeo estando en frío, así sin calentón encima ni nada. Error.
Mis estudiadas estrategias de seducción y poses durante el proceso (porque una tiene sus truquitos) eran el mayor fracaso habido y por haber, ¡lo que no sé es cómo todavía sigo follando y no me cortan en mitad del polvo!
En definitiva, siguen habiendo muchas anécdotas por ahí no mencionadas y otras que me acabarán surgiendo y es algo muy satisfactorio poder compartirlas desde el humor. Así que animo a mis compañeras a que hagan lo mismo.
Y a vosotros lectores, ¡también!