Allá por el siglo XVII estaba muy de moda aquello de decapitar a la gente. Los sistemas sociales de la época contribuían a que los poderosos le cortaran la cabeza a aquellos que les tocaran un poco los pelendengues o dijeran lo que no tenían que decir. Seguramente a Ferrante Pallavicino (1615-1644) alguien se lo comentó, pero se la jugó, escribió La retorica delle Puttane y acabó con la testa separada de su cuerpo a los 29 años.
Pallavicino es una figura muy conocida en la literatura italiana. No es Dante ni Petrarca, ni Italo Calvino ni Bocaccio, pero principalmente porque él escribía y mezclaba conceptos. Ojo, esto no quita que los anteriores autores no incluyeran salseo en sus obras. La divina comedia es todo un compendio de sexo en tiempos de la peste.
El caso es que a este escritor le iba la marcha y utilizaba el sarcasmo y la sátira para atacar a la potente Iglesia italiana de la época. El Vaticano lo tuvo fichado desde bien joven porque criticó a las figuras eclesiásticas, especialmente al papa Urbano VIII, de la familia Barberini. Entre sus obras, guiadas siempre por cuestionar los modelos establecidos, destaca la que acabó significando su muerte: La retorica delle puttane.
La retorica delle puttane y los jesuitas
La retórica de las prostitutas incendió a la moral católica de la época no solo por su argumento, sino por su perspectiva «blasfémica», porque parodiaba al De arte rethorica, obra del español Cipriano Suárez en el siglo XVI y que supone la base retórica del pensamiento jesuita.
Tanto el manual jesuita como el libro de Pallavicino constan de 15 capítulos, 15 tesis que sustentan sus distintas concepciones de la vida. Lógicamente, su contenido difiere. En La retorica delle puttane, el joven italiano presenta un diálogo entre una prostituta entrada en años y su aprendiz, una joven ingenua que no sabe muy bien cómo funciona esto.
En las lecciones de la meretriz a su particular alumna resalta el choque entre retórica y filosofía. Cuenta la protagonista de la obra que se empeñó en saber filosofía más allá de quedarse en la retórica. Describe que la retórica es la capacidad, el arte de la mentira y el engaño para conseguir trepar en la sociedad y enriquecerse en ella. La filosofía, por contra, hizo que persiguiera el conocimiento y la verdad y que la prostituta acabara pobre, enferma y abandonada a su suerte.
Los 15 principales pilares de la fe jesuita encuentran su sátira en la obra del escritor veneciano. Este analiza al detalle los parecidos entre la persuasión a través de una buena retórica y la seducción erótica en sí misma. La conclusión, que difícilmente nadie se atreva a cuestionar, es que un buen uso de los argumentos y de la retórica son armas irresistibles e imbatibles en cualquiera de los contextos.
La publicación de La retorica delle puttane en 1643 desató la ira de la Santa Sede, que empezó a mover sus hilos después de varios años infiltrándose en el entorno de Pallavicino. Un tal Charles de Breche, hijo de un afamado editor parisino, convenció al joven escritor para que pusiera rumbo a Francia. De Breche era a su vez un esbirro de los Barberini y estaba conduciendo a Pallavicino a las fauces del cruento cardenal Richelieu, que tampoco se cortaba a la hora de aplicar la doctrina inquisitorial católica.
Tan bien se había trabajado al autor el bueno de Charles que incluso tras morir Richelieu persuadió al polémico literato para seguir yendo rumbo a suelo francés. Según lo hizo y se asentaron en Avignon fue aprehendido por las autoridades pontificias, a quienes poco les importó el fallecimiento del sanguinario cardenal. El objetivo era silenciar esa pluma crítica.
Durante sus 14 meses preso Pallavicino sobrevivió al papa Urbano VIII, a quien le dieron el gustazo póstumo de decapitar a ese pagano que osó comparar la retórica de una prostituta con la filosofía jesuita. Tanto el contenido polémico de su manual como la leyenda forjada a su muerte en 1644 multiplicó el impacto de La retorica delle puttane, que se vendió en a espaldas de la suspicaz Iglesia.
Del novelista italiano tampoco gustaron obras como Il divortio, que giraba en torno a un divorcio de Jesucristo hacia su Señor, en este caso con mayúsculas, padre. Como tantas veces a lo largo de la Historia, decapitar las voces críticas generó nuevas cabezas en las hidras enemigas de la moral, la castidad y esas cosas aburridas.