Estoy harta de los cambios de tiempo tan inesperados. Un día pasas un frío de la hostia y al día siguiente vas desnuda por casa. Pues en éste último estoy yo. Como no tengo vecinos que me puedan ver desde la ventana puedo estar completamente libre. Y hoy agradezco más dicha ausencia. Resulta que un querido amigo viene a visitarme y he decidido darle una sorpresita muy… caliente.
Hace tiempo que no echo un polvo y lo voy necesitando ya, así que espero que me sacie las ganas. Me compré el otro día un conjunto bastante sugerente, tonos rojizos, muy ajustados… El volumen de mis curvas me va gustando cada día más, me pongo cachonda de pensar lo caliente que le voy a poner.
Suena el timbre, me pongo el batín para ocultar mi cuerpo y le abro. Me quedo fija mirándole esos ojos que tanto me gustan, que tanto me ponen, esa mezcla de tonos marrones con verdes, la manera en la que se fijan en tu cuerpo y de una forma sutil te están diciendo que van a reventarte. Eso, eso es lo que me pone cachonda.
-¿Por qué me miras así? – Lo dice con su sonrisilla, sabe lo que estoy mirando y por qué. – ¿Tanto se me nota lo que estoy pensando?
-Un poco solo, pero es normal que pienses en reventarme. Les pasa a todos.
Empieza a reírse, me encanta su manera de reír. Me voy quitando el cinturón del batín, pero no del todo, dejo que se asome primero la pierna, recordad, desnuda. Él en cuanto ve que empiezo a moverme reacciona, coge la puerta y la cierra. Se queda enfrente de mí, me coge de la cintura y se acerca a mi cuello. Pero no lo toca, no lo besa, no lo chupa, ni lo muerde. No hace absolutamente nada. Siento su respiración aterrizar en el cuello, como sus suspiros recaen suavemente en él. La piel de ganilla, el coño húmedo.
-Cómo se nota que me quieres rogar algo más.
-No vayas de listo.
-Es que lo soy.
Baja su mano y pasando por la cintura se dirige al ombligo, mientras hace el amago de acercarse a mi placer. Va rozando su nariz por mi cuello, ahora sí que está haciendo algo, y ese algo me está volviendo loca. Tiene razón, quiero más. Mucho más. Quiero que me agarre fuerte y me lleve al sofá. Quiero cabalgarle como hace tiempo que no hago, quiero gemir, muy alto.
En un momento empieza a besarme el cuello, muy despacio. Le cojo del pelo, le estiro y le aprieto, no puedo evitarlo. Se me escapa un gemido en su oído, no aguanto más. A tomar por culo el batín, que me folle ya. Me coge mientras rodeo mis piernas en su cintura, le noto el bulto, está muy empalmado y eso me pone muchísimo. Como había pensado y necesitaba me dirige al sofá y me tumba, él se pone encima de mí. Hoy le va el rol dominante, yo me dejo. Que haga conmigo lo que quiera.
-¿A qué es esto lo que querías?
-¿No eres tan listo? Averígualo.
Me abre de piernas, tanto como a mí me gusta, y sin pensárselo dos veces pone su cabeza entre ellas. Empieza con un dedo rozándome el clítoris, y con la lengua chupándome las ingles. Será imbécil, quiero que me lo coma. Al ver mi cara de desesperación empieza a ir aún más lento y a reírse. ¿Por qué me pondrá tanto este idiota? No puedo más, le agarro del pelo y lo empujo hacia mi coño. Sé que le pone, ha gemido.
Empieza a presionar su lengua en mi clítoris mientras me va metiendo un dedo a su manera, ya sabes, lentamente. Le estiro del pelo, es inevitable que lo haga. Decide pasar de dos dedos y meter directamente tres mientras va aumentando la presión y la velocidad de los movimientos con la lengua. Tendrá la cara empapadísima. Empiezo a gemir y a intentar abrir aún más mis piernas. Quiero que tenga un acceso fácil a absolutamente todo.
Me voy a correr y él lo sabe. Sabe perfectamente lo que quiero ahora y me lo va a dar. Deja de comerme el coño, se quita los pantalones y soy yo quien le quita los calzoncillos. Con la boca, muy muy lentamente, mientras le miro a los ojos. Voy tan despacio que termina por desesperarse, me agarra fuerte para tumbarme, me coge de las piernas, las coloca en sus hombros y me embiste con ganas. Joder, esto quería yo.
Una follada fuerte. Entra hondo, muy hondo, su polla me rellena completamente. Soy adicta a su pelo, mientras lo agarro no puedo evitar gemir. Eso le pone aún más cachondo. Saber que él es dueño de esos gemidos, saber que sus embestidas me provocan tanto placer le hacen ir más rápido.
Una melodía húmeda empapa nuestros oídos, mi coño ha empezado a chorrear. Me está reventando, tan fuerte, tan duro, tan bestia. Y cómo lo estoy disfrutando. Noto que el orgasmo va llegando, me contraigo, le estiro del pelo, le araño la espalda, le muerdo los labios, me estoy corriendo brutalmente. Su polla dentro de mí sigue con sus embestidas, entra tan fácilmente, en mí nunca hace falta lubricante. Llego al orgasmo y un gemido fuerte retumba por la casa. Noto como su semen recae sobre mis tetas. Así si, buen final. Nos sentamos al lado del otro, con la respiración acelerada.
-Mañana vas a tener agujetas en las ingles, ¿lo sabes, verdad?
-A ver si puede ser en todo el cuerpo.
-Acostarse conmigo equivale a tres días de gimnasio intensivo.
-Si, cierto. Es muy duro acostarse contigo.
-Pero bien que me llamas.
-Pero bien caliente que te pongo.
Me quedo mirándole aquellos ojos, una pena que me tenga que despedir de ellos.
-Que te vaya bien en Nueva York.
-Que te vaya bien sin mí.
–Imbécil.