Estaba sudando, a puntito de llegar y muchísima gente alrededor. ¿Cuánto me quedaría? Me está diciendo por WhatsApp todo lo que tiene preparado para mí y me estoy poniendo cada vez más cachonda. ¡Mierda! Un vídeo, ¿lo abro? La mujer que tengo al lado parece bastante interesada en la conversación, vamos a darle una alegría. Lo abro y efectivamente, su querida polla asomándose por ese chándal gris está preparada para recibirme. No puedo evitar reírme y mirar a la señora, parece bastante elegante y seria, se siente incómoda, pero le gusta lo que ha visto. Lo siento vecina mirona, esta polla es para mí. Sonrío y observo con más detalle la imagen del vídeo, que ganas de sentirla dentro. ¡Por fin! Ya me toca bajar. La mujer que estaba a mi lado también baja en la misma parada que yo, así que decido despedirme.

-Adiós, señora. – Me despido de ella muy educadamente con una sonrisa en la cara.

-Adiós, pásalo bien. Y con protección.

Siempre.

No puedo evitar reírme y me dirijo a la casa de Dani. Llamo al timbre y no tarda ni un segundo en abrir. Vaya, se ha vuelto a poner el chándal, pero no tiene camiseta. Se me viene a la mente lo que me ha enviado y no puedo evitar mojarme. Él sabe que lo estoy pensando y se pone la mano en la cintura.

Chándal

-Bueno chica, ¿entras o no?

No me lo pienso dos veces y voy directamente a su habitación. Esa casa ya me la conozco como si fuera la mía, unos cuantos polvos han estado presentes en ella. Me siento en la cama y él se pone con el ordenador, siempre hacemos lo mismo. Hablamos un rato y a la acción. Pero esta vez nos hemos saltado la parte de hablar y directamente apaga el ordenador y me tumba con brusquedad. Bueno, hoy tiene ganas de hacerlo fuerte, se le nota. Y a mí también. Siempre me apetece duro. Empieza con el cuello, es inevitable que me moje cuando se dirigen a esa zona, me pone tanto como usa su lengua y sus labios a la vez que me coge del pelo y me lo estira con fuerza.

Me quita los pantalones y la camiseta no sé en qué momento ha desaparecido, estoy en ropa interior y me pongo encima de él. Sigue llevando el chándal, pero es el ajustado, y el bulto de su polla se nota perfectamente. Restriego nuestras partes íntimas y mojadas, quiero sentir como le va creciendo y preparándose para metérmela. Noto que empiezo a chorrear y a gemir, joder. Empiezo a moverme mucho más rápido, él cogiéndome y apretándome el culo me ayuda con el movimiento.

Voy a su cuello, me encanta su reacción cuando me dirijo ahí. Cada vez que mi lengua caliente pasa por su piel en aquella zona tan íntima y sensible se pone muy bruto. Y, efectivamente, me tumba y se pone encima de mí, me coge de las rodillas y me abre las piernas a más no poder. Por sorpresa mía no me lo come, ¿qué hace? Se levanta y de un cajón saca un vibrador. ¿Pero desde cuándo tiene este chico eso ahí? Mojo, mojo muchísimo de pensar lo que me va a hacer.

Chándal

Escupe en mi coño, me restriega con las manos toda la saliva que ha dejado y pone directamente el vibrador en el clítoris, lo enciende y empieza a darme placer. Mucho placer. Cojo las sábanas y las aprieto con las manos, doblo mi espalda y empiezo a gemir. Él evita que se me cierren las piernas, quiere que las tenga muy abiertas, y yo también. Empiezo a notar que me queda muy poco para correrme, mis gemidos suenan cada vez más alto y él lo sabe. Qué capullo, me conoce demasiado bien. Así que para, deja el vibrador a un lado y sin prisa se va quitando el chándal, me está desesperando y cuando intento quitárselo yo misma lo evita y va más lento.

En cuanto se quita el chándal me da la sorpresa de que no llevaba calzoncillos. Madre mía, este chico va a tener que cambiar las sábanas, están empapadas. Me coge de las piernas, las pone en sus hombros, se acerca a mí y me la clava de un solo golpe. ¡Dios! Normal que entre tan rápido, voy chorreando. Empieza a embestirme fuerte, a nuestra manera. El sonido de los fluidos empapan hasta el aire y mis altos gemidos anulan el silencio. Los vecinos deben de estar contentos.

Ahora sí, ahora sí me voy a correr y quiero hacerlo. Mi vagina empieza a contraerse y a hacerse más estrecha, su polla se siente apretada dentro de mí y eso le enciende todavía más. De golpe se sale y me coloca al borde de la cama con las piernas, obviamente, bien abiertas. Coge el vibrador que había dejado en la mesita y se queda de pie, lo enciende y me lo pone encima del clítoris mientras empieza a penetrarme. Sentir su polla dentro taladrándome y un vibrador dándome placer es una sensación increíble. Por fin, llego al orgasmo, y seguido del mío, el suyo. Mi clítoris palpita y su polla eyacula en mis pechos. Puede ser, que el mejor polvo de mi vida.

Chándal

Nos vestimos, le ayudo a hacer la cama y le cojo las sábanas para llevarlas a limpiar. Salimos de su cuarto y vaya, ¡sorpresa! Su madre había llegado, una mujer muy elegante y seria. No me lo podía creer, me moría de vergüenza.

-Quería dejaros más tiempo, pero se me hacía tarde. Con protección, ¿no?

Entradas relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *