Bajar aleatoriamente los calzoncillos a 50 hombres -o los que quieras- que paseen tranquilamente por la calle permitirá confirmar sendas ideas: una, que la policía siempre acude más rápido de lo esperado, y dos, que no hay dos penes iguales. Los hay más rectos, otros más curvos, otros más largos y otros más cortos, los unos más gruesos y aquellos más delgaditos. También los hay curvos y muy curvos, en este caso culpa de la enfermedad De la Peyronie.
Este trastorno perturba al afectado y a la comunidad médica y urológica, ya que no tiene un porqué conocido. Simplemente aparece y ya está. Provoca que las vergas estén especialmente torcidas, hasta el punto de dificultar la erección. Aquí reside la diferencia con respecto a un pene algo desviado -que suele ser incluso más placentero para las mujeres gracias precisamente a que toca otros lugares de la vagina-. En el momento en que la curvatura molesta al funcionamiento del asunto aparece en escena el Peyronie.
La mayor parte de los hombres que sufren este síndrome han soplado ya las 50 velas, pero que la juventud no se confíe porque este desvío excesivo puede aparecer en cualquier momento. El pene está compuesto por cuerpos cavernosos, que son minúsculos espacios que se llenan de sangre durante la excitación sexual y provocan las erecciones. La enfermedad De la Peyronie provoca que aparezcan unas fibras nada elásticas en estos pequeños orificios, momento en el que el pene se deforma, se curva en exceso… e incluso llega a acortarse durante la erección. Lo psicológico también entra en escena en un mundo sexual y socialmente falocéntrico. Imagínate el percal, amigo, cuando tu amigo empequeñece cual Benjamin Button.
Manuel Alonso, urólogo del Hospital 12 de Octubre de Madrid, explica el desarrollo de esta enfermedad: «Hay una fase activa en la que crece el dolor, aumenta la curvatura y se siente una sensación de un nódulo en el pene». A este inicio le sigue, añade, una etapa «crónica, con estabilización de la irregularidad, ausencia de dolor y ocasional calcificación de la placa». El especialista relata que con menos de 30 grados de curvatura no suele haber problemas. Marina Vecino, fisioterapeuta especialista en rehabilitación urológica, explica que en la fase aguda, cuando solo hay molestias en el pene, se aplica un tratamiento con corrientes eléctricas indoloras. Así «se pasa una medicación directa a la placa fibrosa del pene».
Estos casos pueden provocar una disfunción eréctil o, si hay suerte de que la sangre llegue al pene, erecciones muy dolorosas y penetraciones insufribles. Eso sí, para que en urología lo certifiquen basta con, de nuevo, bajarse los gallumbos. Nadie va a meter dedos donde tanto miedo tenéis. «Se trata cuando el paciente lo demanda por imposibilidad de penetrar, por cuestiones estéticas o por dolor», detalla Alonso. En su centro hospitalario apenas hay operaciones por motivos estéticos, añade.
El diagnóstico ante la enfermedad De la Peyronie depende de la gravedad de la torsión de la verga. Cuando la curvatura es moderada toca asumir, aguantarse e intentar minimizar los dolores del pene a base de fármacos orales o inyectados en la zona en cuestión -ups- para que se alivie en parte el ángulo de la curvatura o reducir las molestias.
Si el facultativo percibe que es medianamente serio, decidirá tirar de bisturí acompañado de anestesia local. ¿Cómo? La vía más habitual es contraer el pene por la zona más convexa, la llamada corporoplastia, para que la curvatura no sea tan acusada. El pene se acorta (ver última línea del párrafo 3) pero con el objetivo de que la penetración vuelva a ser posible y no una tortura china. En casos extremos se puede parchear la zona donde se formó la placa e incluso insertar una prótesis interna de pene a partir de otros tejidos.
La ciencia avanza para que incluso el falo más sinuoso pueda cumplir su función. «Apenas hacemos un par de operaciones de este tipo al mes, cada vez es más fácil de solucionar sin intervenir en ella», relata el urólogo consultado. «Lo más común es pinchar colagenasa para corregir la curvatura o aplicar los extensores», zanja Manuel Alonso.
La enfermedad De la Peyronie debe su nombre al médico francés Francois Gigot de La Peyronie, que hace ya 300 años descubrió estas acusadas desviaciones en la estructura del pene. «Agárrate, que vienen curvas», probablemente pensó. Y tanto.