Las noches me hacen volver a ti. En mi mente, te haces presente, aunque yo no quiera. Te has vuelto imprescindible en mis juegos nocturnos. Porque recuerdo los ratos que pasamos, cómo haces que suba como la espuma. Cómo haces conmigo lo que quieres.
Las noches son largas. Oscuras, Impredecibles. Las calles se transforman. La Luna vigila, ansiosa, a sus hijos esconderse de ella. Donde nadie los vea. Para entregarse por completo el uno a la otra en un baile húmedo, sucio, bello.
Las noches que apareces, siempre sin avisar, se vuelven cortas. Me faltan horas de oscuridad para mostrarte mi lado más animal. Ando tranquila de vuelta a casa y veo tu coche aparcado en mi puerta. Un mensaje en mi móvil me avisa con un «te veo llegar». Me cambia la cara. Los nervios se apoderan de mí y el calor se vuelve insoportable. Tengo ganas de ti. De perderme y no encontrarme.
Las noches que paso contigo suenan a rock. Huelen a sudor y saben al semen que derramas en mi boca.
Me monto en el coche y lo primero que haces es quitarme la coleta. Te gusta el pelo alborotado y que caiga sobre mi pecho. Antes de arrancar te desabrochas el pantalón. Lo que viene es divertido, morboso, sucio. Sé lo que tengo que hacer. No es la primera vez. El coche se pone en marcha y yo me agacho hacia ti. Paso mi lengua por tu polla, salada. Mi pasatiempo favorito. Las noches son un suspiro cuando tu cuerpo se fusiona con el mío. Chupo, fuerte. Arriba y abajo. Me ayudo con la mano. Tu mano, fuerte me empuja hacia abajo. Casi no puedo respirar. Aprieta, puedo aguantar. Tiras de mi pelo hacia arriba y me encuentro con tu cara. Sonríes, con esa mueca de felicidad absoluta que pones cuando sabes que puedes hacer conmigo lo que quieras.
Nos bajamos del coche. Entramos en tu casa, a oscuras hasta llegar a tu cuarto. Me empujas, bruscamente sobre la cama. Me bajas el pantalón y las bragas. Metes tu cara entre mis piernas. Agarro fuerte las sábanas. Escúpeme. Come mi coño como si fuera la última cena de tu vida. Juguetea con mi clítoris como un gato juega con la lana. Mete los dedos mientras lo besas y llénate la cara de mi corrida.
Así es como me gusta. Sin mediar palabras me coges en peso y me pones contra la pared. Fóllame fuerte. Las noches así son las que recuerdo cuando me veo sola en mi cama. Dame duro. Aprieta con tus manos mi culo y déjame marcas.
Me dejas caer al suelo y derramas tu semen en mi cara. Cálida, deliciosa, mía. Me miras desde arriba. Te ríes. Lo de siempre.
Las noches que apagas las luces de tu casa para que no vea las fotos de tus hijos me gustan, las noches que le dices a tu mujer que no vas a salir me ponen. Las noches que no estás me duelen, porque me gustaría que no existieran. Las noches que soy la primera me siento bien. Las noches que soy la otra te echo de menos. Pero ¿Qué le vamos a hacer? Son las reglas de tu juego.