Síndrome de Excitación Sexual Persistente (PGAD)

Hoy hablaremos del Síndrome de Excitación Sexual Persistente (PGAD) o también llamado Trastorno Persistente de Excitación Genital (TEGP). Sandra Leiblum y Sharon Nathan fue quienes lo describieron por primera vez en el 2001 como una “sensación de excitación genital sin un desencadenante sexual previo, que persiste durante periodos prolongados de tiempo, y no desaparece a pesar de tener uno o varios orgasmos”. Pero en 2003 se catalogó como una disfunción sexual en la II Consulta Internacional sobre Medicina Sexual, en París, y se redefinió como: “excitación genital espontánea intrusiva y no deseada en ausencia de interés sexual y deseo”.

Dicho en otras palabras, es permanecer en un constante estado preorgásmico no relacionado con el deseo sexual. Mayoritariamente lo padecen las mujeres, ya que no se ha dado ningún caso en el que el hombre lo sufra. Se tiene una tensión en los genitales en la que la excitación viene cogida de la mano. Algo curioso es que si llegas al orgasmo, esta excitación no desaparece. Por lo tanto, lejos de ser agradable como debería ser llegar al éxtasis, es completamente molesto y no disfrutas de tu vida sexual. Hilado con esto pierdes el interés sexual, normalmente la penetración causa dolor.

Síndrome de Excitación Sexual Persistente.
Los daños en la base de la columna que afectan a nervios sensoriales están en el foco de los especialistas. | Fuente: curriqui

Hay muchos síntomas que acompañan al PGAD, se encuentra el aumento de la frecuencia cardíaca y se acelera la respiración. La musculatura pélvica se contrae y siente que el cuerpo se está preparando para el orgasmo. Sin duda vivir con esta sensación continuamente no debe de ser nada satisfactorio y empieza a perjudicar en tu vida cotidiana. Cualquier movimiento brusco que se realiza puede desencadenar el orgasmo. Como por ejemplo mientras estás en el transporte público, o decides ir en bici a alguna parte, esta presión a tu sexo puede provocarte un orgasmo en mitad de la calle.

Otro aspecto que me llama la atención de este síndrome, es que no tiene por qué haber ningún contacto físico. Sino que mediante otros estímulos considerados no eróticos pueden llevarte también al éxtasis. Como sería el sonido de un silbido, u oír a tu compañero de trabajo masticar. Por lo tanto te lleva a vivir experiencias incómodas y eso psicológicamente te va a afectar tanto en tu vida social y personal.

Posibles causas

Se han dado pocos casos documentados, por lo tanto descubrir y entender las causas es muy complicado. El profesor Barry Komisaruk de la Universidad de Medicina de Nueva Jersey (Estados Unidos) hace unos años publicó un trabajo en la revista científica Journal Of Sexual Medicine en el que se relacionó el PGAD con los quistes de Tarlov. En dicho estudio se reflejó como el 66% de las mujeres que analizó que sufrían este síndrome, también presentaban dichos quistes. Pero esto no es una respuesta definitiva porque también se dio el caso de la presencia del síndrome en mujeres que no tenían los quistes de Tarlov.

Pero sí que se han dado teorías de las diferentes causas que pueden desencadenar el PGAD. Según un especialista de The Institute for Sexual Medicine, Irwin Goldstein, y jefe de San Diego Sexual Medicine, destacó ciertos factores: uso de ciertos antidepresivos, malformaciones o tumores en la zona genital, cambio vascular y cambio de peso brusco o estrés y trastornos psicológicos.

Síndrome de Excitación Sexual Persistente.
Irwin Goldstein

Christine Decker es una mujer transgénero de 42 años que nació con el nombre de Dale Decker. En 2012 se le diagnosticó el Síndrome de Excitación Sexual Persistente después de que tuviera un accidente que le llevó a esta vida tan orgásmica y sufrida. Como resultado, Decker llegó a tener 100 orgasmos durante un día, algo que puede parecer divertido pero hizo de su vida un infierno. En una entrevista que le hicieron en el Daily Mail UK, dijo que en el momento del accidente empezó a sentir los orgasmos una vez estuvo en el hospital. “Nunca olvidaré la manera en la que me miraban los médicos, parecían asustados. Yo estaba llorando, no tenía ni idea qué estaba pasando”

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