Burusera es esa palabra que nos resulta familiar, pero que realmente no sabes muy bien lo que significa. ¿Qué tal si te hablo sobre las máquinas vending de bragas usadas? Quizás esta noticia te resulta más familiar, y es que la moda de las bragas usadas no es nueva.
Una tendencia que ha pasado de ser una noticia que nos sorprendía, venida de Oriente, a ser algo habitual en la sociedad occidental. Gracias al avance de la tolerancia hacia los fetichismos, la burusera es, hoy en día, un fetichismo más.
Historia de la burusera
Retrocediendo un poco, la burusera se inició en Japón, y se practicaba en tiendas a pie de calle especializadas en este fetiche. Las vendedoras dejaban allí sus prendas y los compradores podían acceder a un amplio catálogo y llevarse las que más les gustase a casa.
Bien sabemos que este método, era difícil que triunfase en nuestra sociedad, por ello el mercado occidental se ha adaptado y se han creado diferentes opciones. Como no podía ser de otra forma a través de Internet. Panty.com es una plataforma especializada en la burusera, y sirve de intermediario para que personas de todo el mundo puedan ponerse en contacto para intercambiar su ropa interior usada y hacer realidad sus más íntimas fantasías.
Las webs de compraventa de ropa interior usada empezaron a surgir en el mercado de Estados Unidos hace ya algunos años. Y es que, ¿qué tipo de negocio no se ha probado allí? Todo lo que hace falta es fetichistas, hombres y mujeres, dispuestos a pasar un buen rato.
Excitación por las bragas usadas
El fetichismo de las bragas usadas es el marco perfecto para ampliar la sexualidad. Tanto hombres como mujeres disfrutan de esta practica y se excitan por diferentes razones. Quien se anima a comprar bragas usadas, tienen muchos motivos para excitarse: el olor, la prenda que ha llevado una mujer que les excita, e incluso la fantasía por la personalidad de dicha mujer, ya que puede que se hayan conocido antes mediante simples mensajes online. Las razones pueden ser muy variadas, pero siempre entra en juego el más importante de los sentidos: el olfato.
Por su parte, las mujeres que venden sus bragas usadas disfrutan desde otra perspectiva este fetiche. La burusera a día de hoy para las mujeres no es un simple negocio, sino que es una práctica que les permite ampliar su sexualidad. Masturbarse para un cliente, tener un chat picante, o simplemente recibir mensajes aduladores cuando el comprador ha recibido sus braguitas, son algunas de las razones por las cuales cada vez más mujeres venden su ropa interior. No es solo una venta, es una forma más de disfrutar de la sexualidad a día de hoy.