El deseo es el motor de prácticamente cualquier acción humana. Ya sea el deseo de éxito, reconocimiento social, de dinero o, como en el caso que nos ocupa, el deseo del otro.
Sin embargo, el deseo erótico tiene ciertas peculiaridades que lo hacen único como que es incontrolable, involuntario, no sigue ninguna lógica y es promiscuo.
Decimos que es incontrolable e involuntario porque no podemos decidir ni cuándo surge, ni hacia quién, ni cómo. Eso sí, esto no justifica ciertas acciones ya que, aunque el deseo no se pueda controlar, siempre podemos controlar lo que hacemos al respecto.
No sigue ninguna lógica, ya que podemos sentirlo hacia gente que no tiene nada que ver con nosotros. Y, aunque la cultura monógama quiera negarlo, sí, es promiscuo. Y es fácil que sintamos deseo por otras personas aun estando en pareja. Es algo frecuente y no tiene por qué ser malo.
Por tanto, siendo el deseo erótico algo tan fluctuante, no debe extrañarnos que en una relación de pareja, sobre todo las que llevan cierto tiempo y ya han superado las fases iniciales de enajenación por enamoramiento, surjan situaciones de deseo dispar o de falta de deseo.
Voy a referirme a parejas heterosexuales pero todos estos ejemplos se pueden trasladar a parejas homosexuales y relaciones poliamorosas, con algunas características concretas que podrían ser objeto de
otro artículo más adelante.
Disminución del deseo
Una consulta que nos llega muy a menudo a la atención sexológica es la disminución o falta de deseo erótico en una relación.
Esto no es algo cuantitativo, no hay unos parámetros que digan cómo debería ser el deseo de la gente. Sin embargo, cuando esto supone un problema para la pareja, hay que intervenir.
La disminución del deseo es más frecuente que se dé en las parejas que llevan cierto tiempo, aunque como tiene causas muy diversas, y que a menudo se combinan, puede ocurrir en cualquier punto de la relación. Algunas causas que influyen en la disminución del deseo
son:
- El estrés. En mi opinión, el sospechoso número uno actualmente. Es muy difícil que llegando a las 21.00 h a casa, teniendo que hacer cena, ocuparse de niños/mascotas, preparar la comida/reunión/ropa del día siguiente, etc., te queden ganas para algo que no sea morir en la cama.
- La baja autoestima. Durante una relación larga nuestro cuerpo va cambiando. Hay veces que nos cuesta aceptar estos cambios, sobre todo cuando pensamos en cómo éramos cuando conocimos a nuestra pareja. Si no nos deseamos y queremos a nosotros mismos es difícil desear al otro.
- Algunos fármacos como los antidepresivos
- Tensiones dentro de la relación. Conflictos que no terminan de resolverse, problemas o intromisiones de otros miembros de la familia…
La rutina. Este punto es también clave y por suerte es de los que más vamos a poder trabajar a “nivel usuario” para corregir.
Acciones que se pueden llevar a cabo
Si te has visto reflejado/a en alguno de los puntos anteriores, no te preocupes, que algo se podrá hacer.
Como hemos dicho que no suele ser debido a un único motivo por lo que hay algunos consejos generales que pueden venir bien en casi cualquier caso:
- Mejorar la comunicación. Esto es fundamental para todo. En el tema que nos ocupa, se puede enfocar para decirle al otro qué cosas nos gustan más hacer o que nos haga para mejorar el disfrute de ambos en el encuentro erótico. También ayudará a que no compliquemos el tema en exceso, por creer que al otro le está afectando más de lo que en realidad le afecta.
- Trabajar nuestra autoestima. Mediante la asistencia a cursos o talleres, mediante el autoconocimiento y el dedicarse tiempo a uno mismo…
- Masturbarse. Esto no es algo obligatorio, depende de lo que quiera cada persona, pero es verdad que es un asunto que a veces se nos
olvida cuando estamos en pareja pero que puede venir bien para mantener el deseo más activo, conocernos mejor y poder ayudar al otro a que nos conozca mejor. Además, en los casos en los que es uno de los dos miembros de la relación el que tiene menos deseo que el otro, puede ayudar a regular a quien tiene más deseo. - Intentar separar el trabajo de la vida privada. En la medida de lo posible no recibir llamadas de trabajo fuera de horario, no mirar el mail…
- Tratar de establecer tiempos concretos para dedicar a la pareja marcando objetivos al día, a la semana y al mes. Por ejemplo, una hora al día, un día a la semana y un fin de semana al mes para dedicarse enteramente el uno al otro.
- Hacer por animarse. Si bien hemos visto que el deseo no se puede controlar, lo que sí que podemos hacer es favorecer que se active. Por ejemplo, si tu pareja te busca y, a priori, no tienes ganas, puedes intentar seguir un poco el juego y es fácil que te acabes animando y pasándolo genial. Y si ves que no termina de cuadrar, para eso está la comunicación, se deja para otro momento y ya está.
- Tener en cuenta que no todo es coito. Puede que no tengamos ganas de una cosa pero sí de otra. Sentíos libres de expresar a vuestra pareja lo que os apetece. Muchas veces nos quedamos sin hacer nada cuando en realidad podríamos haber hecho algo porque damos por hecho lo que el otro quiere.
- Romper con la rutina. Hacer alguna escapada, realizar una práctica erótica que no soláis hacer, mandarse mensajes picantes, visitar juntos una tienda erótica… Es recomendable buscar planes diferentes para romper con la rutina.
- Buscar alguna afición conjunta puede ser interesante. Aunque no es necesario compartir absolutamente todo, también es bueno tener ciertos espacios propios.
Estas son sólo algunas pautas generales que pueden ayudar, pero como decimos siempre, cada pareja es tan única como los individuos que la componen por lo que no existe una fórmula mágica para todo el mundo.
Lo más importante de todo es la voluntad de mejorar y el intentar abordar esta dificultad con ánimo y energía. Y si en algún momento os sentís desbordados por las circunstancias, siempre podréis recurrir a la ayuda especializada de un sexólogo/a.
Cuando el deseo es dispar…
Es frecuente encontrar en una pareja, que una de las dos personas siente menos deseo erótico o con menos frecuencia que la otra. Esto de por sí no tiene por qué ser malo.
El deseo no se puede medir de forma cuantitativa y no hay una fórmula única que diga cómo tiene que ser el deseo de cada uno. La dificultad surge cuando esta disparidad en los deseos de ambos genera malestar en el seno de la relación ya sea porque uno de ellos se sienta poco deseado o porque el otro se sienta culpable por no poder dar lo que se le requiere.
¿Y qué podemos hacer?
En este caso podemos tratar de equilibrar un poco la situación estimulando un poco el deseo de la persona que lo tiene más bajo y bajando un poco el de la persona que tiene más.
Para ello son útiles también las estrategias que vimos en el punto anterior haciendo más hincapié en unas u otras en función de cuales crea que pueden ser las causas. Además, en el caso de la persona que tiene el deseo más elevado, puede ser especialmente útil el punto de la masturbación, teniendo claro que esto no es algo malo ni un sucedáneo de hacerlo con la pareja, simplemente es otra forma de disfrutar que a veces dejamos demasiado de lado cuando estamos en una relación.
La clave es tener paciencia y dejar al otro un poco de espacio cuando lo necesite. No generar agobios o culpa porque, como hemos dicho antes, no es algo que se pueda controlar.
Autora: Carola Martínez de Morentin, sexóloga.
Muy interesante ya quee servirá mucho ya q por desconocimiento temía hacer determindas actitudes con mí pareja.
Gracias
analisalo