Lo que ocurrió en esa última noche de verano no puede volver a pasar. La última fiesta del verano llegó y todos teníamos claro que lo íbamos a dar todo. Pero nadie sabía que nuestro límite se iba a quedar muy por detrás de nosotros. ¿Si hay sol hay playa, si hay playa hay alcohol? No compañeros, donde haya amigos y un apartamento libre, sí que hay alcohol, y sobre todo, sexo.

La música sonaba de fondo, el alcohol recorría nuestros cuerpos y la tensión sexual entre él y yo iba en aumento. Las miradas prohibidas con ese toque de disimulo empezaban a cambiar en miradas más atrevidas y exageradas. El calor que había entre nosotros subía de temperatura y los dos no queríamos que disminuyera. Nos daba mucho morbo provocarnos delante de todos sin que se dieran cuenta. O eso creíamos nosotros.

Pero no puede volver a pasar. Demasiados años con esta tensión iba a tocar el límite hasta el punto de estallar. Y eso es lo que ocurrió. Aprovechábamos las canciones de reggaetón para poder rozarnos, ¿quién no ha hecho eso alguna vez? Mi pantalón ajustado daba a relucir mi perfecto culo bien trabajado, el cual restregaba por su pene ya duro por la excitación.

No puede volver a pasar. Perreo. Reggaeton
Aprovechar el reggaetón​ para rozarnos | Fuente: Giphy

Mis amigos iban cayendo de uno en uno y muy poco a poco. Yo me estaba desesperando, ¿por qué no os vais todos de golpe? ¿Sabéis cuál es mi suerte? Que la fiesta es en mi apartamento. Ambos llevábamos mucho alcohol encima, sabemos lo que queremos y nuestra ropa interior reflejaba perfectamente cómo iba a terminar esa noche. Muy húmeda y excitada.

Los dos solos. Por fin. Terminamos en mi habitación sin que nuestros labios se tocaran. Las manos se daban tímidos roces. Lo único que no se disimula en este cuarto son las miradas. Volver a mirar una y otra vez como esos ojos me desnudan con ganas me pone muy cachonda. Me desespero y ahora sí, nuestros labios ya no son inocentes. Ahora son puro deseo.

Esto no puede volver a pasar. No puede volver a quitarme la camiseta junto con el sujetador con tanta fuerza. Ni deshacerse de mi pantalón con esas ganas. No puede volver a follarme contra la pared de mi cuarto mientras mi culo recibe tantas palmadas por su parte. Cada vez más rojo y con más ganas de que me dé.

Yo no puedo volver a gemir su nombre cada vez que su polla me penetraba hasta el fondo. No puedo volver a estirarle del pelo cada vez que su boca muerde mi cuello. Mientras él me deja marcas por todo el cuerpo, yo le respondo con gemidos cada vez más altos y con mi flujo cada vez más abundante.

No puede volver a pasar. Chico mordiendo cuello.
El cuello, un punto muy sensible | Fuente: porquenosemeocurrioantes

Ahora su cuerpo me recibe cuando estoy tumbada en la cama. Mis piernas se abren cada vez más para darle una buena bienvenida. Pero no puede volver a pasar. El colchón viejo rebotaba y el sonido no es que sea disimulado. Tampoco lo eran los jadeos que ambos nos provocamos. Y las marcas que yo le dejé en su cuerpo daban a entender la sesión de sexo que estamos pasando.

No me puede volver a provocar este orgasmo. Mis piernas no pueden volver a temblar por él ni envolver su cuerpo. Su pene no puede sumergirse en mi interior, y su semen no volverá a terminar en mi boca. ¿Os acordáis de la canción «Mi mujer me estaba llamando, pero yo no contesté«? Exacto amigos, eso ocurrió. Su mujer. Su novia. Mi hermana. Le estaba llamando. Por eso sabemos que no puede volver a pasar.

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