Casa ¿Qué es casa? ¿Qué es estar en casa? Unos dirán que un edicicio donde vivir. Yo digo que es un momento al que volver. Una noche, una canción, un verso, una risa… segundos efímeros que se van con el viento de Levante.
¿Y mi casa? No lo sé. Hace mucho que no tengo casa. Pero sé a qué recuerdo volver en cada momento. Sé fingir que tengo hogar, aún cuando no pertenezco a ningún lugar.
Mi casa tenía el pelo largo y risa de loco. Risa de esa que sale en el momento más inoportuno. Mi casa abrazaba tan fuerte que mis huesos crujían y mis pedazos se juntaban. Tenía los dientes y la vida desordenada un caos que me pedía a gritos que abriera la puerta. Olía a humo viciado y polvos prohibidos y caros. Se veía con pupilas dilatadas y desnudos en lugares públicos.
Mi casa era alocada. Y en lo privado era como nadie. Como nunca. En mi casa me agarraban la cara fuerte al besar y no me dejaban respirar. Y le dolía cuando lo mordía y me gustaba cuando me pedía, en susurros «más flojo».
Recuerdo que le gustaba verme desnuda, sobre la cama. Me hacía reír para que mi cuerpo se moviera al ritmo de las carcajadas. Las manos de mi casa me leían la piel, poro a poro. Metía los dedos hasta que encontraba el punto exacto, el justo. Le gustaba pasear la lengua, jugar con ella, a la vez que investigaba con los dedos. Los sacabas y metías. Cuando los dejabas dentro ponías forma de gancho y tocabas. Y chupabas ¿Y yo? Gritaba. Y agarraba las sábanas. Y te miraba. Y pensaba estoy en casa. Entonces pasaba. Llegaba el orgasmo, fuerte raro. Porque nunca me había ido así. Nunca le había mojado la cara a alguien de esa manera. Pero era lo que querías y te gustaba más que a mi.
En mi hogar nos gustaba pasar las noches despiertos y los días dormidos. Nos gustaba encontrarnos desnudos al amanecer y saludar al Sol, como si de un viejo amigo se tratara. Nos gustaban las quejas de los vecinos y los cabeceros de las camas rotos.
Las sábanas duraban poco en mi casa. Yo las manchaba por tu culpa y el sudor de los dos se quedaba impregnado… muchas horas de juego en aquella habitación. Te gustaba verme encima. Porque mi cadera tenía vida propia, y admítelo, te gustaba verla bailar sobre ti. Y sé que todavía te acuerdas, aunque solo sea de eso. Porque te volvías loco chico. Me agarrabas fuerte la cadera y tirabas de mi para que no parara de botar. Y te reías tanto… porque aquel orgasmo también era nuevo para ti.
Entonces ¿Qué es casa? Casa eres tú. Casa es tu pelo revuelto, tu piel sudada y tu cara reposando en mi pecho. Es una noche de huir de los coches con luces azules porque te estoy haciendo cosas mientras conduces. Casa es no dormir porque nos pueden las ganas de follar toda la noche. Mi casa fuiste y eres tú.
Ummmm, me ha puesto caliente el relato.
Enhorabuena!
Sencillamente genial!
Saludos
Muchísimas gracias Carla por tus palabras!!