Abracé el chocolate con mis labios y lo saboreé con la punta de mi lengua. Sus dedos abrazaron al mismo tiempo mis labios y aproveché para lamerlos también. Escuché como se agitaba su respiración y entonces dejé de sentir sus dedos para después recibir sus labios. Mordí un trozo del chocolate y tomó el otro entre su boca y después de masticarlo por unos segundos, me preguntó su sabor. 

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