En los últimos años la industria del cómic (o novela gráfica) ha vuelto a ponerse de moda. O más bien, se ha abierto mucho más en cuanto a su público. Hace un par de décadas, este medio se asociaba sobre todo a hombres jóvenes, a historias de super héroes y ciencia ficción y mujeres semidesnudas.
Como ocurrió con las películas, los cómics se han adaptado a los nuevos tiempos y se han empezado a contar otro tipo de historias, no solo protagonizadas por hombres hetero (o mujeres sexys poco creíbles). Por supuesto, para que esto funcione ha sido relevante el papel de las mujeres autoras, así como de autores de distintas orientaciones sexuales.
Pensad en algún personaje de cómic. Cualquiera. Si no conocéis muchos, pensad que todas las películas de Marvel y DC están basadas en cómics. Tenéis muchos superhéroes para elegir. Vale. Ahora, ¿se os ocurre un personaje de cómic que no sea heterosexual? No es fácil, no hay muchos. O más bien, casi ninguno.
De hecho, los superhéroes más clásicos (Batman, Superman, Lobezno) son hetero casi por obligación, son algo así como el estandarte de lo masculino. En sus aventuras originales casi siempre tenían que ir a rescatar a su novia. Las superheroínas de los cómics también son casi siempre hetero.
Un ejemplo de relación entre mujeres en un cómic, aunque nunca se aclara si son algo más que buenas amigas, es la de Hiedra Venenosa y Harley Quinn, ambas villanas de Gotham, la ciudad de Batman. Claro que los lectores siempre se imaginan más allá de lo que insinúan las viñetas.
Recientemente la compañía DC confirmó que entre estas dos hay tema y romance. Incluso en una realidad se casan en Las Vegas.
También en los cómics de DC aparece un personaje abiertamente homosexual: Batwoman, quien ahora tiene también su propia serie.
Cambiando de estilo y de país, no podemos dejar de hablar del manga, los cómics japoneses que mueven enormes masas de ávidos lectores de todas las edades. Hay mangas para todos los gustos y de todos los géneros, esto es así. Como es normal, hay un género específico para el cómic lésbico, llamado yuri.
Irónicamente, el yuri también es, como no podía ser de otra forma, un género porno hentai. Y es que muchas veces el contenido sexual entre mujeres tiene como público objetivo a los varones hetero a quienes les excita mirar cómo dos hembras se lo montan entre ellas. Por ello este tipo de cómics no siempre ayuda a mejorar la visibilidad lésbica sino todo lo contrario, pues fomenta estereotipos.
Si se quiere leer algo más realista, o al menos no tan explícito, es mejor recurrir a los títulos de autoras. En El Sexo Mandamiento ya hablamos anteriormente de un cómic titulado Mi experiencia lésbica con la soledad, una historia autobiográfica de una chica japonesa.
Volviendo a los Estados Unidos, una de las pioneras en cuanto al tema lésbico fue Alison Bechdel, que en los años 80 empezó a publicar Unas lesbianas de cuidado, que trataba este tema de forma divertida pero también con cierta reivindicación.
Siguiendo la línea, una autora española llamada Teresa Castro escribió El Lesbicómic, donde cuenta sus experiencias de forma humorística. También ella pretende reivindicar el espacio para las mujeres lesbianas en el mundo del cómic.
Más conocida es la novela gráfica francesa El azul es un color cálido, especialmente por su adaptación cinematográfica: La vida de Adèle. Esta historia cercana e íntima de dos adolescentes que se enamoran fue criticada por sus escenas demasiado explícitas (la versión de papel es un poco más light) pero sin duda fue un punto de inflexión en cuanto a la representación de personajes homosexuales femeninos en la gran pantalla.
El presente y el futuro del cómic pasan por lo inclusivo y la representación, por mucho que a algunos lectores no les guste que a sus personajes favoritos se les cambie de género o de orientación. Y es que si no hay reflejo en los medios visuales y audiovisuales, es más difícil normalizarlo. ¡Si no se ve, no existe!