Pongámonos en situación: estás en la cama montándotelo con tu pareja, te va a comer el coño y ahí está el sonido característico y el escupitajo de saliva. ¡Y a la mierda el erotismo! Bueno vale, quizás en ese momento lo pases por alto, como un mal necesario y directamente que no le des importancia pero la tiene.
Pero no os preocupéis que hay para todos: ¿Que ella no termina de lubricar y tú quieres meterla a toda costa porque ya no puedes esperar más? Por supuesto, escupitajo de saliva y hasta el fondo. ¿Y con el sexo anal? Pues más de lo mismo que ya lo dice el refrán: con paciencia y con saliva se la metió el elefante a la hormiga.
Es algo que a todos nos ha pasado y todos hemos hecho. Perdóneme, padre, porque he pecado. Lo más probable es que no tengamos lubricante y lo que suele pasar cuando se tiene es que no esté a mano. Y claro, si ya es molesto tener que parar el juego para ponerse un condón imagínate tú tener que ponerse a rebuscar entre los cajones a ver si está el lubricante por algún lado. ¡Es que nos corta el rollo!
¿Sabes qué corta también el rollo? Que la boca es el lugar del cuerpo en el que más microorganismos hay, más que en el culo, y que eso puede aumentar las probabilidades de tener una infección: candidiasis, vaginosis bacteriana… y herpes genital.
Un 98% de agua
Es cierto, la saliva es agua en un 98% pero el agua no es lubricante y se seca. Y cuando esto pasa el roce constante piel con piel o con juguetes sin otro tipo de lubricación puede generar rozaduras y heriditas que después faciliten la adquisición de otras ETS más serias. Aunque sí es cierto que las bacterias que hay en la saliva por sí sola no producen infecciones de transmisión sexual salvo que no tengas una correcta higiene bucal.
Es importante recalcar que en la primera fase de la sífilis (cuando hay un chancro sifilítico), si se ha transmitido a través del sexo oral, puede contagiarse a otra persona a través de la saliva y al estar en contacto con zonas mucosas (vagina y ano principalmente).
También el virus del herpes labial (el VHS-1) puede contagiarse a través de la saliva aunque la persona portadora no presente síntomas visibles (la herida en el labio). Este virus puede también contagiarse a la zona genital que está en condiciones similares a la boca: es una mucosa corporal, está protegida y es húmeda.
Lubricantes poco recomendados
Los siguientes lubricantes, al igual que ocurre con la saliva son poco recomendados pero por causas muy diferentes, principalmente porque pueden producir infecciones genitales:
- Lubricantes con caseína: pueden generar cistitis e hombres y en mujeres y además son la principal causa de candidiasis entre mujeres sanas y personas con vagina debido a que el pH de la flora vaginal lo descompone en azúcar que sirve de alimento a los microorganismos que hay en la vagina.
- El aceite de cocina: puede ocasionar irritaciones en la zona genital, cambiar el pH de la flora vaginal y además si se utiliza con un preservativo podría tener una rotura. Además su uso para practicar sexo anal puede generar picores y rozaduras.
- La vaselina: aunque es muy empleada por el colectivo gay y utilizarla para tener sexo anal en principio no supone ningún riesgo pero si que puede dañar el preservativo ya que es un derivado del petróleo con lo cual aumenta las probabilidades de contraer ETS y supone un riesgo de embarazo.
No es nada recomendable utilizar la vaselina en prácticas de sexo vaginal exactamente por el mismo motivo que utilizar lubricantes con caseína: produce cambios en la flora vaginal que derivan en vaginosis bacteriana. Si esto ocurre es probable que tengas que tomar antibióticos y puedas tener molestias en la zona, además de no poder tener relaciones sexuales hasta terminar con el tratamiento.
Por todo esto siempre es recomendable utilizar el lubricante antes que la saliva, cremas corporales, el gel de ducha o los anteriormente mencionados. Pero no sirve cualquier lubricante: es preferible utilizar lubricantes con base agua o silicona y evitar los de caseína que aumentan la probabilidad de tener hongos porque producen cambios en la flora vaginal.