Puede sonar ridículo que hablemos de un “exceso de sexo”. Sin embargo, cuando la búsqueda de placer se hace demasiado frecuente y ocupa la mayor parte del día, podemos estar hablando de un trastorno. Dentro de los trastornos incluidos en el diagnóstico de “impulso sexual excesivo” se encuentra la adicción al sexo. ¿Adicción? ¿Sexo? Sí.
Podría parecer que estamos hablando de una condición «poco peligrosa», pero la vida de un adicto al sexo es igual de inestable que la de un adicto a las drogas: no logra mantener relaciones de pareja estables, contrae enfermedades de transmisión sexual e incluso puede perder el trabajo.
Deborah Schiller, directora del programa de tratamiento de adicción sexual de Pine Grove en Hattiesburg, Mississipi, advierte que aunque muchos puedan pensar en que sería divertido ser adicto al sexo aunque sea por un rato, en realidad se enfrentarían a una pesadilla. Algo «peor que una tortura«. A diferencia de quienes no tienen deseo, quienes padecen este trastorno están constantemente pensando en ello. Pero este no es el único signo que debe alertar.
Una adicción no detectada
Si crees que quizás estas teniendo este problema, aquí puedes leer algunas señales que revelan si eres un adicto al sexo.
- Tienes una necesidad urgente e irreprimible de contacto sexual.
- Te masturbas demasiado.
- Le eres infiel a tu pareja recurrentemente o no logras mantener una relación estable.
- Fantaseas de forma excesiva.
- Tienes sentimientos de culpa posterior.
- Usas el sexo como vía de escape.
- Sufres cambios de ánimo severos, desde euforia hasta depresión.
Todas estas actitudes implican un comportamiento que va más allá de algunos fetiches o deseos sexuales extravagantes. Como mencionábamos anteriormente, la adicción al sexo suele provocar un desviamiento en la vida cotidiana del adicto.
Pese a que la adicción al sexo logra recompensar a nivel cerebral casi de la misma manera que las drogas, la primera puede manifestarse en adicción a diferentes tipos de comportamientos enlazados con la sexualidad. Esta variación dificulta la definición de la condición.
Schiller explica que aunque gran parte de las personas que sufren este tipo de trastornos lo acepta y busca ayuda, la mayoría ni siquiera habla de ello con sus parejas. Si, la hipersexualidad, como también se le conoce, es más habitual de lo que creemos.
Veamos algunos ejemplos…
La obsesión con la sexualidad es un tema poco conversado y realmente, a diferencia de otras adicciones, poco recurrente en las representaciones que consumimos a diario.
Sin embargo, existen, por ejemplo, algunas películas que representan esta problemática, como la ya mencionada Nymphomaniac. Dirigida por Lars Von Trier, narra la historia de una joven y su perturbadora y difícil vida de adicta. A este filme podemos sumar Shame, en la cual un exitoso neyorquino parece tenerlo todo, pero su necesidad constante de goce sosiega completamente lo demás; y Thanks for Sharing, donde los diferentes personajes adictos al sexo se someten a un tratamiento que promete curarlos en doce pasos.
Saliendo de la pantalla y buscando ejemplos en los libros, nos encontramos con Adictos a las sombras, de José Manuel de la Torre. En sus páginas, el autor dialoga con adictos al sexo al mismo tiempo que indaga en el origen de este problema y reflexiona sobre la necesidad de abarcar el tema con más preocupación o, al menos, conciencia.
Entonces, lector, si has llegado hasta aquí y crees que algunas de estas características te representan, a no desesperar, que es tratable. En España existen grupos de apoyo como Adictos Sexuales Anónimos en España (ASA), Adictos al Sexo y al Amor Anónimos (SLAA) o Sexólicos Anónimos (SA). Sin embargo, siempre recomendamos consultar con un médico especialista.