Por si no lo habéis adivinado todavía os doy una pista: ¿qué palabra asociáis con jauría? Seguro que se os ha venido a la cabeza “manada”. La respuesta es afirmativa. Sí, Jauría (dirigida por Miguel del Arco) se trata de la adaptación teatral de los testimonios reflejados en la sentencia del caso de la manada de Pamplona. Es una  muy buena adaptación del caso pero también es una obra durísima que remueve conciencias. Y de eso se trata, de remover.

Jauría
La obra se representará hasta el 2 de febrero en el Teatro Pavón Kamikaze. | Fuente: Teatromadrid.com

Se trata de una maravilla de adaptación de una de las sentencias más contundentes en materia de derechos sexuales hasta la fecha y una puesta en relieve del problema que la justicia tiene en la actualidad: la aplicación de la perspectiva de género en las sentencias contra los delitos sexuales.

La historia es por todos conocida: el 7 de julio de 2016 aproximadamente a las tres de la madrugada una chica de 18 años (a la que da vida María Hervás) se cruza con cinco chicos, los cinco de la Manada (interpretados por Fran Cantos, Javier Mora, Ignacio Mateos, Martiño Rivas y Pablo Béjar, caracterizados de tal forma que quede claro quién es cada uno). El grupo se ofrece a acompañarla al coche ya que ella no localiza a su amigo, pero en el camino uno de ellos se cuela en un portal. Al rato abre desde dentro y los demás arrastran a la chica dentro del mismo en un habitáculo de tres metros cuadrados. Y allí la agreden sexualmente.

Jauría trata el tema intercalando declaraciones de la víctima con las de los agresores: como ella, borracha, no sabe qué está pasando. Como ellos la meten en un portal en contra de su voluntad. Como la agreden, lo graban y después salen del portal tras quitarle el móvil para que no pudiese pedir ayuda a su amigo.

Jauría
La obra intercala las declaraciones de la víctima con las de la Manada. | Fuente: Teatromadrid.com

Tras esto, ella está en un banco llorando, se acerca una pareja y le preguntan qué ha pasado. Ahí cuenta que ha sufrido una agresión sexual y que le han robado el móvil. Acaba en el hospital siendo explorada en ginecología para extraer muestras de ADN. Es interrogada por la policía y describe los tatuajes de los chicos. Al día siguiente los chicos son detenidos y se decreta su ingreso en prisión a la espera del juicio.

Además en los móviles de ellos se analizan las conversaciones anteriores mantenidas en el grupo de chat “la manada”. Es entonces cuando se descubre que, meses antes, cuatro de esos cinco chicos habían drogado a otra chica y habían abusado de ella. Pero a pesar de todo ello se la sigue cuestionando a ella: que si iba borracha, que si dijo que no, que si no tuvo una conversación subida de tono con ellos…

Por desgracia lo que Jauría nos da a conocer es una realidad preocupante y es que los acusados no son conscientes de que ellos hayan cometido ningún acto delictivo. Como se lee en las declaraciones: que ellos no tienen la culpa de nada, que ellos no han violado a nadie, que si ella no respondía era porque quería. Que no dijo que NO claramente.

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La obra es una representación bastante fiel hecha a partir de las declaraciones publicadas en la sentencia.| Fuente: esmadrid.com

Esto queda patente en la propia representación de Jauría: en el escenario hay un habitáculo en el que se representa la acción de forma simbólica. De esta misma forma el habitáculo hace las veces de tribuna cuando la chica declara en el juicio, ante los abogados de «la manada» y ante los tres jueces de la Audiencia Provincial de Navarra.

El final es por todos conocido: se juzga por la Audiencia Provincial de Pamplona y es recurrido. No sin ayuda de todo el movimiento social que hubo en apoyo de la chica. el caso termina en el Tribunal Supremo que sienta un precedente en cuanto a las penas de ese tipo de delitos. Los chicos son condenados a 15 años de cárcel por la agresión sexual.

Pero Jauría no se centra sólo en las declaraciones de víctima y agresores, se centra igualmente en el proceso judicial que fue un calvario para la víctima: cuestionada por sus agresores y por los jueces. Se la cuestiona y se evalúa negativamente que quiera rehacer su vida, que saliese, hasta que fuese al psicólogo cada 15 días y pasase las vacaciones en la playa con sus amigas. Y esto es lo preocupante dado que las pruebas estaban ahí y que los chicos no era la primera vez que actuaban así.

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