Las personas están siempre predispuestas al sexo. A diferencia de los animales que únicamente mantienen relaciones sexuales cuando están en celo o las hembras están ovulando, a los seres humanos no les importa tener un acercamiento carnal con otra persona fuera de esos días. Esto es lo que los científicos llaman “ovulación oculta”.

Una de las preocupaciones  de estas ansias continuas de sexo, que ronda y ha rondado desde hace años a las personas, es que la mujer se quede embarazada. Por este motivo se crearon los anticonceptivos.

¿Cómo surgió la idea de la píldora anticonceptiva?

No fue hasta el siglo XX cuando los científicos descubrieron cómo funcionaba la ovulación femenina y cómo “romper” este ciclo. Hallaron que consistía en cuatro hormonas que subían y bajaban durante el transcurso de un mes. Dos hormonas eran liberadas por el cerebro y, estas mandaban estímulos a las dos hormonas –estrógenos y progesterona- que provenían de los ovarios.

Con esta revelación se dieron cuenta de que el truco de la creación de un anticonceptivo exitoso consistiría en modificar los niveles de estrógenos y de progesterona, para hacer creer al cuerpo que la mujer que tomase las pastillas ya estaba embazada.

La primera píldora

La primera píldora salió al mercado en 1957 y tuvo el nombre de ENOVID en Estados Unidos y, ENAVID en Reino Unido. Contenía 10 veces más del nivel de hormonas necesarias de las que se necesitaban para ser efectiva. No se lanzó como anticonceptivo, sino como solución para tratar problemas menstruales que padecían millones de mujeres en el mundo. Y como se preveía tuvo mucho éxito.

Fue en los años 60 cuando se decidió comercializar ENOVID como anticonceptivo. Y consecuencia de ello transformó el mundo, pues aumentó el número de mujeres que pudieron seguir estudiando y, el número de miembros en una misma familia se redujo, lo que hizo disminuir el índice de pobreza. Sin embargo, también hubo consecuencias negativas, sobre todo en cuanto al nivel corporal de todas las mujeres que decidieron consumir este anticonceptivo.

Las pastillas, al contener un número muy elevado de hormonas, provocaban efectos secundarios como dolores de cabeza, náuseas, crecimiento del vello, retención de agua, aumento de peso, cambios en el deseo sexual y cambios emocionales. Incluso (en la minoría de los casos) el aumento de estrógenos provocó coágulos de sangre que bloquearon el flujo sanguíneo de varias mujeres  y les provocó la muerte.

Evolución y mejora

No fue hasta los años 70 y 80 cuando los niveles de estrógenos se redujeron y con ello los efectos secundarios. Incluso aparecieron nuevas píldoras que consiguieron reducir el dolor de ovarios y el acné gracias a las nuevas formas sintéticas de progesterona.

En el año 2000 se creó una nueva píldora llamada Yaz, que revolucionó el mercado ya que contenía drospirenona. Esta se comercializaba como una ayuda para controlar los cambios físicos y emocionales de la menstruación. Fue la pastilla más comercializada en sus dos primeros años de venta, sin embargo millones de mujeres sufrieron efectos secundarios adversos e incluso la muerte.

Aunque la píldora ha evolucionado mucho desde su creación hasta nuestros días, sigue provocando reacciones adversas potenciales como náuseas, dolores de cabeza, ganancia de peso, aumento de la sensibilidad de la piel a la luz solar, depresión, vómitos… Aun así miles de mujeres prefieren sentirse un poco mal antes que quedarse embarazadas.

Se sigue investigando un método anticonceptivo masculino y, aunque se está cerca de dar con él y muchos hombres afirman que lo tomarían, las investigaciones siempre se paralizan porque la industria considera que no resultaría rentable.

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