El contagio es casi total en todo el planeta. Se estimaba que el setenta por ciento de la población iba a estar infectada pero ha sido mucho peor. La propagación del virus comenzó oficialmente en Enero de 2020. Hoy, Marzo de 2021 el contagio es casi total. Los que no tenemos síntomas somos portadores. Nadie limpio.
Al inicio de la pandemia se hablaba de enfermedad poco agresiva. Casi nula mortalidad, síntomas leves. Para lo que nadie estuvo preparado fue para el después. Resulta que el virus muta. Esto hace que su código molecular cambie cada poco, por lo que es prácticamente imposible dar con una cura. Lo único que hacen, por el momento, es cronificar la enfermedad.
Apenas recordamos lo que es el contacto piel con piel ni lo que es respirar aire fresco sin mascarilla. Como el virus muta cada cierto tiempo sale una cepa nueva, por lo que las medidas de prevención siempre están activas. Tenemos la piel y la vida tapada con plásticos y coartada por el toque de queda.
Estamos castigados con el aislamiento permanente y el cierre de fronteras. La economía anda en mínimos históricos y la gente usa el trueque y el comercio clandestino como vía de salvación. Obviamente bajo la más absoluta ilegalidad y a sabiendas de que puede haber terribles represalias. Las relaciones sexuales deben ser con condón por decreto ley excepto si quieres tener descendencia, en cuyo caso pides un permiso especial. Es por ello que los clubes de alterne generan millones gracias a sus servicios sin protección, por los que piden auténticas millonadas.
Antes de salir de casa: guantes, mascarilla, pelo recogido, capucha. Soy portadora asintomática de momento. Si hay otra cepa mutada quién sabe si generaré la enfermedad.
Trabajo en una cafetería. Ya no es como antes, que la gente desayunaba sentada. Ahora todo es para llevar. Todo huele a desinfectante. Echo de menos el olor a pan tostado. En medio de la mañana aparece él. Un chico desaliñado que antes de la pandemia daba clases de guitarra a niños. Ahora trabaja desinfectando las calles.
– Lola ¿No echas de menos el contacto humano?
– Estamos teniendo contacto ahora José.
– Pero no ese contacto. Yo a ti te quiero ver la cara.
– Esto -Me señalo- es mi cara- No puedo evitar la risa.
– Eso es tu cara con una mascarilla. Yo quiero ver lo que hay debajo de tus ojos grises.
-¿A qué viene tanta curiosidad?
– Tú no te quieres enterar ¿verdad? Si algún día-se acerca- quieres enseñarme lo que hay debajo de todo esto llámame, gitana. – se quita un guante y me acaricia la ojera que no tapa la mascarilla.
Se me ha puesto la piel de gallina. Contacto humano. Piel con piel. No sé por qué tengo las bragas mojadas, el corazón acelerado y las ganas incontenibles de llamarlo.
Por otro lado espero que nadie haya visto nuestra interacción. Nos podrían acusar de favorecer el contagio.
Salgo de la barra y me escondo en el baño. Marco su número «José… quiero que me veas sin mascarilla.»
Esta noche viene a mi casa, antes del toque de queda.