Piensa por un momento en la cultura sexual japonesa. Al momento se te pueden venir ideas a la cabeza como el hentai, los bares en los que las chicas visten de colegialas y el contrapunto de la particular situación en que se encuentra ahora en la que según un informe realizado por el BMC en 2019 prácticamente una cuarta parte de la población heterosexual de entre 20 y 30 años nunca ha tenido relaciones sexuales en ese país. Lo curioso es que el país del sol naciente no siempre ha sido así. En épocas anteriores la sexualidad era muy diferente a la que se concibe actualmente, por eso creemos que merece la pena hacer un breve repaso a la historia del sexo en Japón.
Entre los siglos XVII y XIX (período Edo), Japón estuvo aislado del exterior, por lo que la influencia de las religiones monoteístas occidentales se vio muy limitada, haciendo que la evolución de la sociedad y la cultura surcasen caminos muy diferentes a lo que se vivía en gran parte del mundo. Durante este periodo el arte y la cultura se desarrollaron y perfeccionaron, dando lugar a resultados únicos como el teatro Kabuki o la pintura Ukiyo-e en tablillas de madera.
Dentro del arte pictórico, las representaciones gráficas de esa época a menudo se alejaban tanto de los estilos hegemónicos europeos como de lo que se representaba en ellos, y aunque los desnudos en el arte occidental han sido habituales en los cuadros – al contrario que en el país del sol naciente – los actos sexuales no. Allí, se popularizó dentro del ya mencionado Ukiyo-e la temática sexual, conocida como shunga. Contemplando el arte shunga se puede ver un amplio repertorio de la vida sexual en Japón durante esa era: cortesanas y locales de alterne de la época, semidesnudos sensuales y representaciones explícitas de relaciones sexuales. Dentro de este tipo de arte se pueden apreciar ciertas variantes en las que lo erótico rozaba lo extravagante, a través de la exhibición de escenas fantásticas o surrealistas, que bien ha podido derivar en filias alternativas como el erotismo con tentáculos.
No podemos repasar la historia del sexo en Japón sin hacer mención a la orientación sexual. Al igual que en la Grecia o Roma clásica, en el Japón de la era Edo, los actos sexuales no estaban vinculados a la orientación sexual. Es decir, no existían los conceptos como hetero, homo o bisexualidad, sino que buscaban un tipo de belleza más profunda y ajena al género. Dentro de esta época, todos conocemos a los samuráis, guerreros japoneses, entre los que existía una tradición llamada shudo, con la que el samurái experto y adulto, tomaba a uno más joven como aprendiz. Además de aportarle enseñanzas y técnicas, tampoco era raro que esta tuviese su faceta afectiva y sexual, aunque al dar por terminado el entrenamiento, a menudo también se terminaba la relación sexual aunque se mantuviese el contacto.
También y englobado dentro de este marco, puesto que el matrimonio era a menudo un pacto más político y con fines reproductivos, las relaciones extramatrimoniales así como las visitas a prostíbulos eran habituales. A pesar de que la existencia de estos locales estaba limitado a ciertas áreas, el frecuentar este tipo de ambientes no estaba mal visto, sino que era un signo de poder y capacidad económica. Las Oiran eran algo así como prostitutas de lujo, que a menudo eran vendidas de pequeñas por sus padres a los burdeles y recibían una amplia instrucción en el arte de dar placer sexual. Todo ello restringido a las que mantenían su belleza a lo largo de los años, ya que si durante su desarrollo se alejaba del canon establecido eran relegadas a convertirse en meras prostitutas.
A pesar de este concepto liberal y progresista de la sexualidad, esta etapa fue tan solo un oasis entre las eras tanto anterior como posterior, en las que la censura y la represión sexual fueron fuertemente abanderadas. En particular, a partir de la apertura del país hacia 1800, cuando Japón empezó a imitar las potencias económicas de la época como Europa o Estados Unidos. Este interés por adaptarse a las demandas sociales occidentales de la época afectó tanto a ámbitos políticos como sociales, por lo que la imitación de la moral conservadora mayormente cristiana se impuso en el ámbito social, haciendo que prácticas habituales o normalizadas hasta el momento como la homosexualidad comenzasen a ser algo mal visto y digno de censura.
Somos parte de lo que fuimos y aunque ciertas prácticas o concepciones hayan evolucionado por el camino, hay muchas otras que se han mantenido hasta nuestros días, adaptándose al tiempo en el que vivimos a día de hoy. Por eso, la semana que viene continuaremos con la historia del sexo en japón, ya con un enfoque en presente a lo que le hacíamos referencia al principio de este texto.
Muy interesante.
Seria bueno un epílogo acerca de como la historia sexual de Japón afecta a las actuales generaciones.