Uno de los mitos que más daño ha causado en nuestra sexualidad es el dogma de que un pene grande es el mejor compañero en la cama, cuando en cambio la ciencia ha demostrado que siete centímetros son suficientes para disfrutar de un total goce sexual, y todo lo que sobra, es innecesario, por así decirlo (desde el punto de vista del placer, claro está).
Esta idea falocéntrica da todo el mérito al órgano viril, donde él es el único protagonista capaz de proporcionar excitación y orgasmos, como si la vagina fuera un mero receptáculo, inerte, pasivo y estandarizado. Casi podríamos decir que lo hemos convertido en un órgano venerado, en un tótem moderno.
Pero el mito, a pesar de la ciencia, toma matiz de realismo al preguntar a nuestro alrededor. Muchas personas responden que, a partir de sus experiencias, han llegado a la conclusión que el tamaño es importante, sobretodo el ancho. Se entiende que a mayor grosor, mayor fricción en las paredes vaginales, y el resultado es más excitante. Y al contrario, en ocasiones, durante la penetración, ambos partes no sienten nada… para unos el motivo es que el grosor es insuficiente, para otros la vagina es demasiado ancha… Y no solo es que entonces haya menos placer, es que se puede llegar a crear frustración, vergüenza, complejos, ansiedad, disfunción…
Y por si alguien duda, no, las vaginas no ceden por tener mucho sexo y se vuelven más anchas, como si fueran las gomas de un calcetín viejo. Si no notas el contacto puede ser porque ella esté muy excitada, o porque tu sable haya perdido sensibilidad al estar habituado a un tipo de masturbación demasiado dura, por ejemplo.
Complejos por el tamaño del pene
¡Cuántos hombres con penes absolutamente normales se sienten inseguros y acomplejados sin motivo! Ellos evidentemente disimularan, pero su comportamiento sexual estará condicionado por estos miedos, y con condicionantes, nadie puede disfrutar plenamente de la sexualidad.
De entrada parece que lo tenemos muy crudo para rebatir el mito, pero nuestros órganos sexuales son bastante más inteligentes de lo que creemos, y no nos referimos a que los hombres piensan con el pene. No os preocupéis, todo tiene explicación y solución alternativa, y no, no se trata de aumentar el tamaño del pene con cirugía.
Primero aclararemos porqué la ciencia concluye que el tamaño o el grosor no son un condicionante y para ello debemos comentar algunas nociones de anatomía:
-Tanto la vagina como el pene (por variar un poco, en sánscrito yoni y língam, respectivamente) tienen zonas más sensibles que otras, y una de ellas corresponde al primer tercio, es decir, la puntita nada más… si jugamos bien en esta zona, suficiente rato, el éxtasis puede ser total (por esta parte, parece que el tamaño no importa…).
-El yoni está formado por músculos flexibles y en estado de reposo, permanece cerrado. Al contacto con un dedo, un pene, un dildo, un dilatador… tiene la capacidad de adaptarse al tamaño de la nueva presión, envolviéndolo, sea grande o pequeño (Ehem…nos repetimos en la afirmación anterior).
-No hay dos vaginas iguales, igual que no hay dos penes iguales. No solo son diferentes en morfología, tamaño y flexibilidad, también difieren las terminaciones nerviosas dentro de las paredes de cada vagina, e incluso varían con la edad. Eso significa que hay zonas diferentes especialmente sensibilidades en cada vagina, y por tanto, unos tipos de língams estimularan, con más o menos acierto, cada tipo de yoni, según cómo encajen ambos (es decir, para gustos los colores, y no tienen porqué ser las más grandes).
Hasta aquí la parte científica ¿Os hemos convencido? ¿Por qué me parece que no lo hemos logrado? ¿Si volvemos a preguntar el tamaño importa, qué diríais? Como si os viera, todos estáis asintiendo con la cabeza ¡Pues claro que importa! Uf… esto va a costar, porque muchos tenéis alguna experiencia sobre la falta de placer, y lo cierto es que es fácil malinterpretar estas sensaciones llegando a conclusiones erróneas. Estamos sugestionados y condicionados por las leyendas culturales: el mundo simbólico que relaciona falo con masculinidad, ósease… a más protuberancia, más macho (bien, espero que en temas de género, sexo e identidad todos hayamos trascendido estos conceptos tan primitivos).
Autora: Isabel Moreno, @sexeparaules.