La religión y la magia, en todas sus formas y variantes nos ha dado pautas de comportamiento desde la humanidad adquirió conciencia. Explicaciones mágicas a preguntas sin respuesta y referencias metafóricas que de un modo u otro han llegado hasta nuestros días. Dentro de estas creencias, pueden encontrarse patrones que se repiten, desde la respuesta al origen del hombre, la vida y la tierra hasta cuentos que reflejan y justifican una realidad que se traducen en reacciones inconscientes ante ciertas situaciones. Pero pocas hay más desagradables y llamativas que la conocida como vagina dentata o dentada.
Su nombre es bastante gráfico respecto a lo que representa: la historia de una figura femenina con dientes en la vagina que después de mantener relaciones con un hombre, le cercena el pene. En ocasiones se muestra de forma más literal, pero también hay otras figuras mitológicas que no son tan gráficas y simplemente son personajes femeninos que seducen a los hombres y los matan después de haber tenido relaciones sexuales, como si de una mantis religiosa se tratase. En otros casos, es el hombre el que desea a esa mujer y la viola, pero el final siempre es el mismo, el hombre magullado, y en muchas ocasiones los dientes de la vagina extraídos o rotos. El poso que queda de la interpretación de la metáfora es clara: repulsión o miedo hacia la vulva (y por ende, hacia la mujer), incluso en los casos en los que es el hombre quien viola a la mujer.
En sí mismo no supone un cuento, sino una figura que se encuentra repetida en mitologías y religiones de todo el mundo de forma más o menos literal. Hay historias que hablan de mujeres con vaginas dentadas en un montón de culturas nada relacionadas entre sí, y de todos los continentes. Por ejemplo en el manuscrito conocido como El códice Borgia, aparece descrita la figura de Itzpapálotl, la peor de las tzitzimime, temibles figuras de la cultura Chichimeca que tenían serpientes en la vagina y querían destruir el mundo. Esa es solo una de las muchas que aparecen en la cultura americana nativa, pero también se encuentran en los demás continentes, por ejemplo, los Malakules de Oceanía, tenían a la diosa Lev Hev Hev, cuya labia vaginal eran (ojo al dato) las puertas al inframundo, aunque sin irnos a extremos tan exóticos, por ejemplo en la mitología extremeña existe la figura de la Serrana de la Vera, que seducía a los hombres y los mataba después de tener sexo con ellos.
Figuras así te pueden resultar familiares aunque no lo sea el término vagina dentata, pero de hecho, aunque sea una denominación poco conocida, a día de hoy está empezando a cobrar fuerza de nuevo por su reaparición por ejemplo, a través de Bilquis, la reinterpretación del mito de la vagina dentada personificado en la reina bíblica y coránica que aparece en la serie basada en el libro de Neil Gaiman, American Gods.
Evidentemente a este perverso cuento de terror sexual se suman las afirmaciones y reafirmaciones de hombres que han jurado y perjurado que tener vulva es un trauma por ser como una ausencia de pene (gracias, Freud), comparándola a un pene cercenado o invertido. El psicoanálisis sigue analizando mitos y antropología para entender el comportamiento individual y social, pero todas coinciden en que este mito refleja una enorme repulsión y temor hacia la vulva, la vagina y todo referido a los genitales de la mitad de la población del planeta, lo que ha derivado en un enorme desconocimiento en todo lo relacionado con su uso y disfrute.
Por otro lado, el hecho de que muchas de estas leyendas de vaginas dentadas concluyan con un final ‘feliz’ en las que el héroe destruye los dientes de la vagina (aludiendo a la asociación ‘vagina-mujer’) también legitima la violencia hacia este género y establece casi como una necesidad (por la peligrosidad potencial de la mujer) la sumisión de esta hacia sus congéneres masculinos justificando por lo tanto los roles de género machistas impuestos desde diferentes culturas contra los que a día de hoy el feminismo sigue luchando a capa y espada. Roles, ideas y estereotipos contra los que seguimos luchando para intentar quitar de una vez por todas la asociación de la mujer y de la vulva con algo desagradable o peligroso, y en esta lucha nuestra mejor arma no es otra que una educación sexual sólida y precisa que nos permita descubrir nuestros cuerpos con precisión.